El imperio contraataca
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El imperio contraataca

9 / 10
Daniel Gómez-Cortazar — 25-09-2025
Fecha — 23 septiembre, 2025
Sala — Santana 27 (Bilbao)
Fotografía — Eider Iturriaga

El martes 23 los australianos The Cat Empire consiguieron poner patas arribas a una casi llena sala Santana 27, sacando a todos los asistentes del tedio de un martes lluvioso de septiembre. Ésta ha sido su segunda visita desde el Bilbao BBK Live de 2015 y claramente se ha corrido la voz de su buen hacer en estos 9 años al estar la sala bastante llena de un público (locales y guiris) que demostró saberse toda la discografía.

Como entrante tuvimos a Lowdown Brass Band, combo de Chicago que seguro que el festival Haizetara de Amorebieta estaría encantado de contratar. Con sousafón a modo de bajo, trombones, trompetas y batería consiguen de una manera inusual y sobresaliente dar forma a temas bailables que alternan entre el ska, el reggae, el hip hop (el MC Billa Camp se encarga de rapear), el r´n b y el soul de voz blanca del cantante y trompetista Shane Jonas. Después de presentarse en castellano, fueron arengando al público con canciones como “Search the hills”, “We dem boys”, “Be the one tonight” o “Foxey Lady”. Después de animarnos a dar palmas, a bailar y a seguir una pequeña coreografía, todo el mundo entró en calor para estar preparados para lo que seguía.

Puntualmente a las 20:30 salieron a escena The Cat Empire con un subwoofer de ultratumba para abrir con “Blood on the stage” de su álbum actual “Bird in Paradise”. Subidos al escenario, Felix Riebl como voz cantante, guitarrista y percusionista, Ollie McGill a las teclas, la bajista Grace Barbé, Daniel Farrugia a la batería, los vientos de los tres “Empire horns” y las congas y coros de Neda Rahmani nos hicieron soñar con un futuro más intercultural y multilingüe alejados de los miedos que nos infunde todos los días nuestra querida prensa sensacionalista.

Rapeando pasó Riebl a “How to explain” del primer álbum de 2003, uniéndose los asistentes a gritar “music is the language of us all” para luego golpear él los timbales latinos mientras los vientos coreaban “como yo te explico”. Posteriormente tomó la voz el cubano Ernesto Numa en castellano para dejarle paso a la bajista en brasileño. De seguido entró el teclado tropical de la preciosa “Oscar Wilde”, con gritos “ueue” como gancho para hacer participar al público al ritmo de calipso. Esto llevó a más coros de los asistentes en “Prophets in the sky” para volver a Cuba con “Candela” de Buena Vista Social Club cantada por Ernesto quién lanzó la pregunta “Si tocamos hasta las 6 de la mañana quién se queda?”. Tras los gritos de los que bailaban en la pista, siguió un solo de teclado que no sería el último de la noche. Posteriormente, el público volvió a darlo todo con el estribillo de “Brighter than Gold”.

El concierto fue una fiesta continua que dio la vuelta al mundo recorriendo los ritmos más cálidos desde el ska nacido a finales de los 1950 pasando por el reggae australiano de Men At Work (“Qué será ahora”), y arribar a puerto a Salvador de Bahía (“Like a drum”), haciendo escala también en la rumba española. (“Going to live”). Un sinfín de canciones optimistas de hermandad , cuyo contrapunto fue “Song for Elias” que retrata el accidente de un chico español cuando le esperaba una chica que le iba a dar una gorra de Bob Marley como explicó Riebl.

El buenrollismo de “Hello” dio paso a la divertida “Sly” que terminó con un duelo entre batería y teclado que llevó al público a la locura tras volver los demás músicos a escena. Las referencias a España y a la rumba siguieron en “Owl”, acompañando a las guitarras el stage y el tour manager pero sin llegar a dar la presencia de sus cuerdas ni de las palmas de los trompetistas a la que aquí estamos acostumbrados. El público volvió a cantar como nativos norteamericanos en “Steal the light” (parece un recurso muy usado en Australia, ya que igual sucedió a principio de mes con Sons of the East).

El momento íntimo del tour manager arpegiando la intro de “Rock ´n roll” fue vilmente ignorado por la parte irrespetable del respetable que hablaba en las últimas filas. Los músicos como buenos profesionales no se dejaron afectar y nos llevaron al cielo con este tema tan folkie y más coros épicos.

Ya había habido pogos, pero el moshpit empezó con el ska de “Still young”. Se retiraron y volvieron al mismo tema en los bises, saltaron al reggae de “Bulls” y se curraron un largo potpourri donde siguieron los empujones no al gusto de todxs (lxs treintañerxs llevándose por delante a lxs entradxs en la cincuentena). Aquí sonaron retazos de “Fishies”, “So many nights”, “Thunder rumbles”, la reggae “Saltwater” o “the wine song” ya empapados de sudor y cerveza ajena como si estuviéramos en el Kaffee Burger de Berlín en 2005 bailando balkan beat. La influencia de los Specials, Madness, los Dexys e incluso de los Pogues se sentía en el aire.

El show de más de dos horas de world music (si es que acaso esta etiqueta quiere todavía decir algo) terminó con la pacifista “The chariot” que empezó como una balada para volver a un huracán de reggae y karaoke colectivo y dar paso al teclado muy Procol Harum de “All night loud”. Todo un bolazo de perfecta comunión entre grupo y público con el regusto de que la revolución de ayer no fue televisada.

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