Sober, blanco o negro

Con el cartel de sold out colgado en la puerta de la sala Joy Eslava se enfrentaban al público de Madrid unos renacidos Sober. Como ellos mismos cuentan durante el concierto, esta es la gira +10/-10: en la que: "o lo damos todo o no somos nada", decía Carlos Escobedo, "blanco o negro, o lo conseguimos o lo dejamos". Son conscientes de que tienen que darlo todo después de 5 años de parón por estúpidas luchas de egos y 7 años sin material nuevo en la calle. Para la ocasión lucieron un escenario limpio, sin monitores con una barrera de amplis al fondo y un juego de luces sencillo, oscuro y brillante, lleno de láser, muy en la estética de “Superbia”. El público estuvo entregado desde el primer momento consiguiendo hacer de la sala un karaoke multitudinario que coreaba casi la totalidad de los temas, y con algo más de timidez las nuevas canciones. La entrada de Manu Reyes a la batería ha conseguido volver a dar alas al sonido de Sober y conseguir armonía entre el pasado y el futuro de la banda. El que sí está disfrutando el momento y dando probablemente sus mejores conciertos es Carlos Escobedo que sorprendió a los bises con un espléndida versión acústica de “Eternida”. Probablemente fue el momento más impresionante del bolo, en el que él solo consigue desnudar una canción y hacer que siga teniendo toda su fuerza. Tras ella llego “Oxígeno” y “Arrepentido”. Otro parón, en el que nadie vitoreó ni pidió los bises hasta pasados unos minutos. Lógico todo el mundo sabía que aún quedaba la imprescindible “Loco” precedida de unos punteos de Bernardini en clave country oscuro, muy a lo NIN de “Fragile”. Y tras la explosión vino mi sorpresa al utilizar “Tic tac”, primer single de “Superbia” para cerrar el concierto, algo que no me esperaba.