Lo de Kai Slater y sus Sharp Pins va camino de convertirse en una historia de amor con nuestro país como la que actualmente mantienen los Lemon Twigs, otra banda insultantemente joven que tiene puestas sus miras en el pop rock de los años 60. Eso sí, si los D'Addario son unos perfeccionistas recreadores de aquellos sonidos, los de Slater lo hacen a través de un sonido lo-fi y mucho más indie que los emparenta con los Guided By Voices, eso sí, escuchando canciones como "Every Time I Hear", "You Have a Way" o "Storma Lee" queda claro que las principales referencias para estos veinteañeros barbilampiños son grupos como los Beatles, los Beach Boys o los Byrds (algo que no ocultan haciéndose una versión de los tiempos de Gene Clark en estos últimos), con lo que la B, de la Sala B, que presidía el escenario les iba como anillo al dedo.
Lo primero que llama la atención al verles en directo es lo insultantemente jóvenes que son, Slater tiene 20 años, y aparenta menos, siendo una especie de mezcla entre Frodo Bolsón y su amigo Finn Wolfhard en "Stranger Things", si acabara de salir de una de las boutiques del efervescente Swingin’ London en 1965. Su puntualidad fue tan inglesa como sus influencias y a las 21:00 en punto ya estaban disparando esas maravillosas píldoras pop que parecen no tener fin en su repertorio. Hasta dejando fuera del mismo a mi canción favorita de la banda, "Lorelai", los de Slater tienen tal cantidad de canciones redondas que es casi imposible que fallen, y es que si su primer disco contenía un par de ellas, el segundo, el notable "Radio DDR", está repleto de principio a fin, siendo el foco principal del concierto, tanto en la versión que sacaron el año pasado como en la nueva versión en vinilo de este 2025 que cuenta con un buen puñado de canciones más, entre ellas dos de las más coreadas y aplaudidas, la maravillosa "Storma Lee" y la potente "I Can´t Stop" que se llevó la ovación de la noche.
Y es que parece que Slater sigue en plena fiebre creativa y las canciones nuevas que sonaron, lo hicieron estando a la altura de maravillas como "If I Ever Was Lonely" o "Race For The Audience", quizás sonando más a los Who del principio que nunca, los de "My Generation" y, sobre todo, "The Kids Are Alright".
El concierto que dieron fue intenso, directo y sin nada de relleno, una hora de gemas power pop tocadas con energía y desparpajo, con la voz algo enterrada, eso sí, que dejaron más que satisfecho a un público que, en su mayoría, podrían ser los padres de este trío de veinteañeros. Si las caras de felicidad que el martes inundaban entre los presentes son un presagio, parece claro que la Sala B se les va a quedar pequeña para próximas visitas a la capital.

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