Ya hace más de un año que salió 'Berlín', último disco de Hamlet, y la banda sigue presentándolo a lo largo y ancho del estado dentro de una mastodóntica gira que va camino de superar a la de su anterior álbum “La Ira”. Como ya hicieran en su última visita a Santander, el quinteto eligió la sala Black Bird para la ocasión. Como público, es todo un lujo disfrutar de una banda como Hamlet en una sala de estas características, y como banda, es sin duda una muestra de valentía. La prueba del algodón. Y estos no fallan. Ya puedes encontrártelos en un festival grande o en una sala de 200 personas, siempre te pasan por encima.
“Misirlou” de Dick Dale (mundialmente conocida gracias a la banda sonora de Pulp Fiction) anunciaba la salida de Hamlet al escenario. Una Black Bird hasta los topes ya vibraba con la inicial “Persiste, insiste, repite” y para cuando llegó el primer clásico, “Vivir es una ilusión”, tenían al público en el bolsillo. Molly no paró ni un segundo, como es costumbre, y en “Denuncio a Dios” consiguió que toda la sala se agachase para después acompañar la explosión final de la canción.
Como no podía ser de otra manera su último álbum tuvo mucho peso en el concierto. “No sé decir adiós” es probablemente una de los mejores temas que han escrito, un clásico instantáneo, y con “Libertad” nos apisonaron (increíble el final de esta canción). Y es que muchos de los once temas que conforman 'Berlín' están condenados a permanecer en el repertorio del quinteto. Pero es en los momentos en los que echan la vista atrás, cuando la comunión es absoluta. Y quedó meridianamente claro cuando los de Madrid sacaron la artillería pesada para terminar de forma apoteósica, enlazaron “Irracional” e “Imaginé”, con la obligada “Jodido facha” y las aplastantes “Habitación 106” y “Egoísmo”, trío ganador de 'Revolución 12.111'.
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