Periferias

Bajo el epígrafe de “Futuro” y con las actuaciones de una emergente selección de artistas aragoneses, se iniciaba el viernes 24 en la oscense sala Jai Alai el festival temático más inquieto del panorama aragonés. El rock de baile de De Vito y las propuestas electrónicas de Luso e Ion fueron el aperitivo perfecto para Bleep!, la noche dedicada a la creatividad musical aragonesa. El sábado, el power pop de Tachenko, el hip hop de Dr. Loncho y Dani Ro, y el house más fresco de Dj Birdy fueron los grandes triunfadores que dieron la alternativa a nuevas promesas como Mi Pequeña Radio, Domador o Dj Tupé, quien no se olvidó en su maleta los trallazos más efectivos de los zaragozanos De Vito. Tras una semana marcada por conferencias (la Robótica de Javier Mínguez, el Grupo Pánico de Fernando Arrabal), la danza (Cesc Gilbert y su “Glimpse”, el flamenco de Israel Galván), el cine y las exposiciones, llegaba el desenlace. La tarde del viernes las iniciativas catalanas desembarcaban en el Palacio de Congresos de la mano de Cabo San Roque, Fibla y la esperadísima demostración del Reactable a quien ni siquiera Juan Atkins pudo resistirse. Imagine una mesa incandescente que encierra un interfaz, un puñado de piezas diseñadas para, mediante su interacción jugar con samplers y efectos, y prepárese para sorprenderse con un nuevo concepto en imagen y sonido. Steve Reid, mezclando su batería con percusiones senegalesas, bajo y vientos de jazz, y un piano que se aproximaba a la electrónica marciana, supuso el regreso a una realidad más orgánica que fue nuevamente reventada con la irrupción del hardcore dubstep del afroamericano Crunc Tesla y la jamaicana Warrior Queen, toda una demostración de estilo. Por otra parte, ni Juan Atkins ni el sonido que le acompañó durante toda su sesión estuvieron a la altura de lo que se esperaba. Su aprobado pasó a matrícula de honor la noche del sábado. Impresionante la demostración de clase, groove, y contundencia del de Detroit junto a Underground Resistance con Model 500. Dexplicit no llegó a captar toda la atención que probablemente merece, y el viernes terminó con una estimulante relación entre técnica y experimentación a cargo de Neil Landstrumm y Tobias Schmidt. El oscense Santiago Latorre inauguraba la última noche del Periferias con una dosis minimalista y sobria de jazz filtrado por electrónica antes de que unos incendiarios Picore arrasaran con las novedades de su último disco, “Líbranos del mal” y memorables versiones punkis de bandas como Devo, B’52 o Pere Ubu. El dúo zaragozano Pársec nos acribilló con imágenes y sonidos incisivos capaces de captar y manejar a su antojo tanto la atención como las sensaciones. Algo que consiguieron con creces The Slits, salvajemente dirigidas por una Ari Up que no dejaba de arengar a su audiencia gruñendo, chillando y tocándose los genitales. Los primeros treinta minutos fueron memorables en actitud y feeling, pero acabaron sonando algo repetitivas. Mientras, Ingar Zach ofrecía una impecable demostración de experimentación sonora a bordo de un submarino de metales y percusiones. Guille Milkiway, en su proyecto La Casa Azul, repitió su fórmula del éxito con canciones pop de efectividad instantánea. Pero lo que ocurría al mismo tiempo en el Auditorio requería toda nuestra atención. De la simbiosis entre el gallego Mwëslee y el zaragozano Chelis saltaron ondas coloreadas de gravedad máxima y peso cero, enhebradas por emociones, que para ser disfrutadas merecían más espacio del ofrecido por una cómoda butaca. Adrenalina, testosterona y techno machacón a cargo de RVB y Tecktonik Troupe de Danse Officiel Eklesiast cerraron el Periferias sin borrar la feliz impresión que Model 500 nos había dejado unos minutos antes.