Parece que se consolida la fórmula de organizarsesiones conjuntas (tampoco llega a festival) con artistas del mismo sello,lo cual, además de concentrar los esfuerzos de promoción,abarata costes. En esta segunda edición de la noche dedicada al sellode Sheffield, B-12 eran los encargados de asumir el papel de estrellas máspor antigüedad (ya aparecieron en el primer volumen de la serie (ArtificialIntelligence)) que por méritos artísticos (aunque esuna banda que me gusta especialmente, debo reconocer que sus dos discosson simplemente buenos, nunca geniales). Responsabilidad que se vio acrecentadaal conocerse la baja de Mark Bell de LFO, muy ocupado en sus compromisosjunto a Björk. Como el pasado año, fue Chantal la encargadade abrir el fuego a los platos. También como el pasado añosu elegante set, esta vez mucho más contundente y percutivo, pasódesapercibido entre los bailongos de turna. Me permito sugerir que el próximoaño pinche en el Barcelona Rouge. Quien no dejó a nadie indiferentefue George Evelyn de Nightmares On Wax que puso la pista patas arriba conuna formidable sesión de vintage hip-hop. Imparable el rush finalcon Stetsasonic, Grandmaster Flash (¿o eran Liquid Liquid?) y elmismísimo James Brown. Cuando B-12 aparecieron sobre el escenarioya no quedaba en mi cuerpo ni una gota de líquido, así queno tenía ninguna necesidad de que Golding y Rutter se pusieran pesadosintentando hacer bailar al personal con el dichoso bomba. Sinceramente,pensaba que tendrían más argumentos para defender su músicay responder a aquellos que confunden música electrónica conmúsica de baile. Todo lo contrario a lo que Aphex Twin fue capazde hacer en Escalarre. ¡Todavía hay clases!
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