No anda sola sobre el escenario
ConciertosNatalia Lafourcade

No anda sola sobre el escenario

8 / 10
Don Disturbios — 21-07-2025
Empresa — Clipper's Music Group
Fecha — 20 julio, 2025
Sala — Liceu
Fotografía — Cedidas por la organización

¿Cómo se logra el aplomo? Es esta una pregunta que un servidor, que acostumbra a ser una manojo de nervios, se hace muchas veces con infligida insistencia. ¿Cómo se logra ese saber estar, ese manera de manejar los silencios? ¿Cómo se transmite esa rotunda seguridad? ¿Es algo que se alcanza como signo de madurez? No tengo ni idea. Solo sé que es una cualidad que admiro profundamente, por mi incapacidad manifiesta para lograrla. Por eso, cuando veo aparecer a la mexicana Natalia Lafourcade deleitándose, a cada pequeño y atemperado paso que da, de los aplausos de un Gran Teatre del Liceu, siento una admiración terrible por ese saber estar; por ese encaminarse de forma parsimoniosa, lenta, enfundada en un infinito vestido negro, hacia esa silla de diseño minimalista en el centro del gran escenario donde le aguarda, expectante, su guitarra.

No ha pulsado ni una cuerda y su mera presencia ya ha llenado de luz y serenidad ese enorme espacio diseñado para albergar las óperas más ilustres. Uno de esos lugares que debería sobrecoger a cualquiera, pero que nuestra Cancionera parece observar con delicado deleite. Se nota que relame cada segundo sobre las tablas y que se sabe conocedora del disfrute que va a provocar entre los que hemos venido a gozarla. A dejarnos hipnotizar por esa encarnación que nos presenta como empoderada trovadora moderna que recorre los caminos del mundo para desplegar su arte. Voz y guitarra, de nada más se vale la Cancionera porque solo de esa pureza surge la esencia de la canción que proviene de las raíces.

Es ponerse a juguetear con las seis cuerdas y, desde los primeros compases, la magia de lo sencillo y delicado empieza a ejercer su influjo sobre los presentes. Su set-list va a ser una combinación muy bien equilibrada de pocas canciones de su último álbum (“Cancionera”, “Como quisiera quererte”) combinada con clásicos propios de su repertorio (“Pajarito Colibrí”, “Mi tierra veracruzana”, “Tu si sabes quererme”, “Nunca es suficiente”, “Lo construimos”) con esas versiones que se hace propias como pocas artistas son capaces (“La Llorona”, “Un Pato” de Joäo Gilberto recuperada de su época como Natalia y la Forquetina o una juguetona “La bamba”). Y todo ello aderezado con algún regalo como recuperar esa pizpireta “En el 2000” de su primer álbum, o invitar a Silvia Pérez Cruz para interpretar “Mi última canción triste”. Tema compuesto por la catalana, en el que colaboraron ambas, que no acaba de lucir como debiera. Todo lo contrario que el segundo que acometen juntas, que resulta ser una versión muy deconstruida del clásico “Cucurrucucú paloma” que, ahora sí, saca lo mejor de ellas en un juego de voces que logran empastar y modular de forma más que acertada.

Sin embargo, esa no será la mayor de las sorpresas que nos aguarda esta noche de la mexicana. Y es que, en uno de esos parlamentos próximos que nos dedica, nos confiesa que no anda sola sobre el escenario. La cantante mexicana aguarda un retoño en su vientre que ya está disfrutando de las vibraciones vocales de su madre y del cariño que le profesa su público. Un arrullo cósmico de buenas vibraciones que es el mejor de los augurios. Por eso no podemos más que añadirnos al coro de felicitaciones y desearle a Natalia el mejor de los futuros. Pues, es posible que tardemos en disfrutarla de nuevo y menos en las condiciones tan especiales en las que se está desarrollando esta gira. Un regalo de actuación donde Natalia se muestra tal y como es, sin trampa ni artificios. Pura magia vocal que dejó su huella en Barcelona.

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