Identificación de grupo
ConciertosMetrika

Identificación de grupo

7 / 10
Paco Jiménez — 21-09-2025
Empresa — Directos Vibra Mahou/Moon Project
Fecha — 20 septiembre, 2025
Sala — Potemkim (Salamanca)
Fotografía — Roberto Gallego

Habría sido una pena que los árboles –el lío del Riverland y la suspensión del concierto de Burgos por la agresión de transfobia a una de sus bailarinas– nos hubieran impedido ver el bosque –en este caso, la gira que arropa la salida de “Neófita”, tercera parte de una trilogía que se inició con “Madre Fundadora” y continuó con “El Grimorio”–. Pero, afortunadamente, todo se quedó en nada mirando la cola formada para acceder al asfixiante sold-out (el segundo en menos de un año en la ciudad) que lucía la salmantina sala Potemkim para recibir a Métrika.

Acompañada del trabajo inmenso del arquitecto de su sonido y DJ D.Basto atrás –artificie, sin duda, de la traslación de las batallas de gallos de los comienzos a la electrónica de rave que lucen ahora muchas partes de sus conciertos– y convertida ya en referencia indiscutible para toda una generación que abraza sin miramientos los postulados del trap patrio, la castellonense copó la noche de barras afiladas y explicitas que rebosaban frescura. Disparadas, además, a velocidad punk. La lirica tan cruda y descarnada que envuelve sus letras (sexo, religión, fármacos etc.) y el hastío desquiciado con las que las canta encuentran en el escenario su mejor hábitat.

Con el omnipresente auto-tune (que esto pueda suponer un problema si vas a ver algo así se antoja, a estas alturas, ridículo) mandando, y el reloj descontando –cincuenta y cinco minutos de bolo y para casa– dudo que cualquiera presente se sintiera defraudado cuando arrancó con “Voy a ser tu ex” y “Olor a perfume caro y tabaco”, con la expectación por las nubes. Puso entero el nuevo disco a funcionar, desde que inaugurase con “Mantra para matar a un Diki” (plenamente integrado ya en el concierto y con el público unido al asunto) y con notorias transiciones entre “Hijo de puta” y ese 'hitazo' que es “Ave María putísima”, todo a ritmo de electrónica de colisión, casi de videojuego. Y, afortunadamente, con la artista volcada con el asunto y sin parrafadas ni tonterías entre canciones.

Las bases de “Totaina”, el empoderamiento que supura “Hello Diki”, o el trasteo con el satanismo en “Demonio albino” o “Diva del infierno” son solo pinceladas de un cancionero que, visto en un concierto, admite muchas más lecturas. Un espectáculo que, en la parte final (hizo seguidas “Perra”, “Ya te has corrido” y “Toto de loca”) alcanzó el paroxismo merecidamente, con toda la sala bailando y cantando cada estrofa con absoluta identificación de grupo. Tema aparte sería la cuestión acerca de qué pasará de aquí a un par de años. Con ella... y con otro trillón más que superpueblan la escena. Pero ya habrá tiempo para eso. Mientras tanto, qué grande.

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