Melifluo se presentaron en A Coruña para ofrecer la segunda cita en salas de 'Voces Externas Tour 2.0', en este caso incluida dentro del ciclo ‘Momentos Alhambra’. Con parada previa en Salamanca la noche anterior y cientos de kilómetros en furgoneta desde su Baeza natal, la banda no pareció acusar el cansancio. El recinto no se llenó, con la presencia de una unas ochenta personas que, sin duda, sabían a lo que estaban acudiendo. Una circunstancia palpable en el respeto, los coros y los saltos de la audiencia.
Por su parte, los protagonistas de la velada se mostraron firmes y seguros desde los primeros acordes de “Rosario y Varela”, tema con el que abrieron el concierto. “15 Pitis” y “Me Faltas Mucho” fueron las siguientes, completando un primer trío que no era sino la demostración de que Melifluo están listos para todo lo que venga. Cediendo el principal protagonismo a segundo disco (que fue interpretado entero), el setlist fue un acierto medido al milímetro: dinámico, emocional y perfectamente secuenciado.
Mención especial para el momento que sirvió de puente para la traca final, en donde interpretaron de manera íntima el tema “Dientes de Marfil”. Antonio explicó que en esta gira querían ofrecer algo diferente sin tener que recurrir a versiones, y por eso decidieron apostar por ese momento. Todo un acierto. Empezó él solo sobre el escenario, con la sala en silencio, y el resto de la banda se fue incorporando en los instantes finales. Fue de esos minutos en los que todo parece flotar, y en donde toda la emoción del concierto cabe en esa única voz que acompaña a la guitarra.
A partir de ahí, se desató el torbellino jienense. “Lo Que Tenga Que Pasar”, “Historias de Hace Tiempo”, “Ramo de Rosas” y “Ahora Me Toca a Mí” fueron las elegidas para terminar de levantar al público. “Calavera” puso el broche final, un cierre apoteósico que supo a poco, pero que no necesitó bises ni artificios: solo la energía, el oficio y la entrega de los cinco componentes de Melifluo. Porque la formación es orgánica y real. Una banda que pisa el escenario con los deberes hechos y que sabe que el directo es ese lugar en donde todo se demuestra.
En A Coruña dejaron claro que no son rock, pero tampoco pop. Se mueven en un punto intermedio donde la crudeza y la melodía se rozan, manejándose en un espacio que ya empieza a construir su propia identidad. La conclusión final parecía unánime: este grupo tiene credenciales para seguir escalando peldaños. Los de Baeza y su música son como el mejor aceite de su tierra (puro oro líquido), trabajado con mimo, sin artificios y con un sabor que perdura mucho después de la última nota. Días después, aún puede saborearse ese brillo cálido que solo deja aquello hecho con honestidad.

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