La psicodelia es sin duda uno de los estilos que más pasiones está levantando últimamente en la escena rockera internacional. En los últimos años han ido surgiendo varios eventos dedicados exclusivamente a este estilo gracias a un incremento importante de la escena, confiriéndole una segunda juventud que parece calar hondo en las nuevas generaciones. Liverpool y su festival de psicodelia han logrado hacerse un hueco en el panorama internacional en tan solo tres ediciones. La de este año definitivamente dejó de manifiesto que el evento se ha consagrado. ¿Pero cuáles son las claves de su éxito? Son varios los factores. Uno de ellos, su espectacular cartel, el cual brilla sobre todo por su variedad. Y es que en este festival puedes escuchar bandas que practican blues cósmico, shoegaze, noise, folk psicodélico, kraut rock, no wave, rock experimental, free jazz, electrónica retrofuturista o disco mutante. Pero la música no lo es todo aquí. La parte visual es fundamental, siendo igual de importante que la parte sonora. Por eso el programa de artistas visuales que se encargan de la escenificación del espacio es excelente. Este año Innerstrings Psychedelic Lightshow se han encargado del escenario Camp, así como de los showcases de Rocket Recordings y Sonic Cathedral. El ambiente es insuperable, gracias sobre todo a un público comprometido al 100% con la experiencia sonora y sensorial. Además, en el recinto también era posible participar en talleres, conferencias- entre las más destacadas de este año, una sobre la nueva psicodelia francesa y otra sobre el oculto movimiento psicodélico de la ciudad de Roma, una micro-escena que giró alrededor del festival Thalassa-, disfrutar de un ciclo de cine o admirar la instalación “VDTWRBBL”, a cargo de Dan Tombs, un artista visual que ha trabajado recientemente con músicos como Jon Hopkins, Gold Panda, TOY o Factory Floor.
Pasando a lo que dio de si el apartado musical, fueron más de sesenta grupos en dos días, distribuidos en tres escenarios albergados en una antigua fábrica o almacén de la zona industrial de la ciudad. El primer día Pete Bassman, ex – Spacemen 3 se vistió de hombre-orquesta y a base de loops infinitos y de drones, atrapó al respetable. Poco después Sudakistan, una banda sud-americana afincada en Estocolmo desplegaron toda su artillería de garage lo-fi con dejes latinos. Holy Wave encandilaron con una combinación imposible de shoegaze y pop folk de la costa oeste americana. Por su parte los suecos Les Big Byrd tiraron por la senda del drone rock melódico con ínfulas de Neutral Milk Hotel. Wolf Parade fueron uno de los grupos triunfadores de la noche. Su estética sonora deudora de bandas como Traffic o Cream fue del todo arrebatadora. Los otros vencedores fueron The Early Years, gracias a un directo de aquellos que te dejan noqueado. Empezaron apostando fuerte, moviéndose entre el math rock y el post rock para ir evolucionando hacia un kraut robusto, siempre, eso sí, siguiendo la batuta del batería Phil Raines, auténtico líder del trío de Londres. Por su lado Allah-Las no estuvieron a la altura. The Besnard Lakes pusieron la nota dream pop del evento y demostraron una gran solidez en directo. Entre sus highlights, estuvo “People of the Sticks”, uno de los himnos de todo el festival. El broche de la jornada inaugural lo pusieron los franceses Zombie Zombie con su kraut a base de instrumentos electrónicos analógicos. Lo suyo era como ver a Add N To (X) pasados de vueltas. El sábado, la jornada se empezó a animar con Anthroprophh, el proyecto de Paul Allen, el que fuera líder de los míticos The Heads. En su coctelera sonora hubo cabida para garage, Velvet Underground, Suicide, Melvins y Tad. Pasar de esa montaña rusa a la velocidad de crucero que proponía Sleepy Sun fue necesario para sobrevivir. Woods, con su stoner folk volvieron a enderezarlo todo. Poco después las irlandesas September Girls pusieron la nota femenina en un escenario pequeño atestado de gente. Luego el proyecto del ex – The Black Angels, Christian Bland & The Revelators, dio cabida a grooves hipnóticos contagiosos. Los mancunianos Gnod fueron otra de las revelaciones de la noche. Su concierto se conformó con tan solo dos temas de unos veinte minutos cada uno a base de space rock y electrónica. Éxito rotundo pues para esta edición del festival psicodélico más importante del continente a día de hoy.
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