El pasado 3 de abril echaba a andar la segunda edición del Gijón Sound Festival, que a diferencia de la primera celebrada dentro de los muros de la Universidad Laboral, sirvió para que la música inundara las calles y salas del centro de la ciudad.
El concierto inaugural corrió a cargo de Luz Casal, en esta ocasión acompañada de la banda francesa Nouvelle Vague. Una unión que si bien desde lejos puede parecer confusa, se entiende mucho mejor si explicamos la atracción de la banda francesa por todo el espectro musical de los ochenta y el buen predicamento que tuvo la cantante, asturiana de adopción, en el país vecino en aquellos años. Con el Teatro Jovellanos lleno hasta la bandera, la originalidad de la apuesta y la empatía entre los artistas y el público fue un presagio de lo que nos depararía el resto del fin de semana.
La jornada del viernes se iniciaba en la Colegiata de San Juan Bautista, una capilla desacralizada anexa al Palacio de Revillagigedo del puerto gijonés. Inició la novena Eduardo Suárez (Boreallis) leyendo las escrituras con su afilada e inagotable guitarra con la que combinaba momentos de recogimiento con bucles que iban creciendo en intensidad hasta extasiar al mas agnóstico de los presentes. Termino su concierto con la impactante “La Güestia”. Esta figura de la mitología asturiana, es una procesión de almas que vienen en la noche para recoger al moribundo de turno. En esta ocasión la macabra comitiva estaba formada por parejas condenadas a las que Elle Belga puso la banda sonora. Marcaba el paso Fany Álvarez con su hipnótica voz y sus profundos golpes de bombo, mientras Josele García encapotaba la Iglesia con sus distorsiones y lamentos, culminando la actuación en una tormenta de lágrimas y un aluvión de aplausos. Una verdadera experiencia religiosa y un lujo para el público allí congregado.
Con una sala OTTO repleta, pudimos disfrutar de una trinidad de grupos asturianos de diferente pelaje. Poderoso inicio de Pablo Und Destruktion lleno de furia y sudor, desgranó junto a su banda -en un concierto que fue de menos a más- lo mejor de su reciente y espectacular disco y también dejó tiempo para temas de su LP, "Animal con parachoques". Si en estudio "Sangrín" suena como una ola negra, en directo el amateurismo de su banda le da un toque menos sofisticado, pero también más punk y urgente. Memorable cierre con “Por cada rayo que cae”. En cuanto a Peralta, la unión de tanto talento solo podía acabar en una de las mejores bandas de Power Pop estatales. Impresionante el sonido que consiguieron sacarle a una sala que no se caracteriza por sonar precisamente bien, presentaron el recientísimo "Time, purpose & Gold", entre potentes guitarras y finos coros, y dejaron claro que lo que hacen, lo hacen como pocos. El cierre de fiesta fue para Chiquita y Chatarra. Patri y Amelia siempre consiguen que la gente se lo pase bien, con esa actitud garajera y macarra que tanto nos gusta, sus cambios de instrumentos y un sonido que en 'Niagara Fallers' ha evolucionado, destacando los coros y una base rítmica más elaborada.
Lucas 15, el proyecto paralelo de Xel Pereda y Nacho Vegas, presentaron en el teatro Jovellanos su segundo disco “In Memorian”. Alternaron sus nuevas versiones con las del primer disco, acompañados del coro de voces de Cimadevilla, de vientos, de cuerdas y de banderas, la del folclore mas familiar y la del sentimiento mas guitarrero. Es difícil elegir que añada o cantar nos estremeció mas, pero quizás la ya legendaria “Los Fayeos de Mayo” y la nueva “Agora Non” (nana que seguramente desveló a todos los guajes de la costa gijonesa de por vida), llegaron con mas fuerza, si cabe, al público del céntrico teatro gijonés.
La noche terminaba con los franceses The Tanks, una grata y sofisticada sorpresa a la francesa, abriendo para los míticos The Stranglers. El sonido de su órgano y su envidiable actitud sobre las tablas, nos recordó la razón del éxito de esta banda con mas de tres décadas de vida. Comunión total con un público que, con una horquilla desde los veinte hasta los cincuenta años, jaleó y bailó los himnos obreros de los de Guildford (hasta se vio algún valls con Golden Brown). Actuación que puso fin a los shows del viernes y que encendió los GPS de la fiesta para recorrer todos los clubs en los que había actuaciones de DJ’s.
La jornada del sábado se abrió con las calles de la ciudad llenas de música y buen ambiente. Carreteras cortadas por y para la música, con bandas tocando a pleno sol y a pleno pulmón, amenizando la mañana de compras organizada en colaboración con la unión de comerciantes, a la vez que disfrutabamos de una divertida sesión de vermú.
Los conciertos del sábado empezaron igualmente por la Colegiata donde Kaplan, compartió, con un público que llenó la capilla, los secretos de su disco en solitario. No se prodiga mucho en tocar su obra personal (los Cynics y Doctor Explosión abarcan mucho concierto a lo largo del año), así que la espera mereció la pena. Una hora de verdadero power pop, que nos dejó con ganas de mas.
La caída del cartel de The Fall (nunca sabrás por donde te puede salir el indomable Mark Smith), parecía que iba a condicionar la jornada, pero nada mas lejos de la realidad ya que tanto Howe Gelb como We Are Scientists, ofrecieron dos conciertos brillantes, uno mostrando lo que puede hace un hombre con su guitarra y su intimidad (y con una profunda y lenta voz americana), y los otros con un ritmo rápido y explosiones de energía contagiosas.
Antes los asturianos Pingüino, que hicieron de anfitriones presentando su prometedor “Gente Formal”, y Paws brindaron un pequeño homenaje a Kurt Cobain en el 20 aniversario de su fallecimiento, con una noche cargada de noise, sucias guitarras y potencia, mucha potencia.
Sidonie cerraron la romería, presentado su último single "Sierra y Canadá (Historia de amor asincrónico)", junto con sus ya clásicos himnos de juventud, en un final de fiesta divertido y deslumbrante (las cazadoras del grupo brillaban por sí mismas).
Segunda edición de un festival, que se acopla perfectamente al entorno urbano que ofrece Gijón, y que puede llegar a ser una brillante alternativa a las impersonales ciudades del rock y demás macrofestivales que copan el calendario de festejos actual.
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