Mientras la segunda y tercera edad recorrían las calles de las ciudades españolas en procesión vela en mano, los descastados teológicamente se iban al Klubbers’ Day, que va ya por su segunda edición, con bastantes papeletas para asentarse como propuesta sólida y referencial en la escena de festivales patrios de electrónica. En dos días, un extensísimo cartel se iba solapando en el impresionante recinto del Madrid Arena, y los asistentes vagaban de un lado a otro en busca del ruido que más convenciera. El viernes, una de las apuestas entre los artistas nacionales, Alex Under, se encargaba de despegar las legañas de los asistentes con su techno aderezado de beats gruesos, densos y machacones, mientras Motor sorprendían a una entregada asistencia con un directo que pasaba del electro techno más bruto al puro ruido. Felix Da Housecat animó mezclando grandes temas con un fondo bastante hardcore, y Laurent Garnier, uno de los platos fuertes de la noche, tuvo el detalle de innovar introduciendo en directo instrumentos que divagaron hasta por el funk y el drum´n´bass, mientras que el otro grande de la noche, Richie Hawtin, agolpaba el máximo número de público con una sesión, un tanto lineal, marcada por el techno minimal oscuro y denso. Los berlineses de B-Pitch Control también tuvieron su hueco: Tomas Andersson, unos Modeselektor un tanto flojos, y una Ellen Allien facturando un techno oscurete moderado, más animada ella que el propio público: hasta paró la música para brindar con la asistencia. Agoria desplegó un catálogo de ruidos y beats con los que adornar de forma original un esqueleto de techno, y Dave Clarke, una de las propuestas más duras de la noche, le dio al techno depurado y rudo. Technasia y Carl Craig cerraban con sus respectivos sets la primera noche. El sábado el cartel presentaba nuevas direcciones: el techno siguió siendo el plato fuerte con sets como el de Zombie Nation, el brutal Pascal Feos, y una espectacular sesión de James Holden, más atmosférico y paisajístico, que consiguió mantener bastante llena la sala principal durante las dos horas y media de actuación. El electro tuvo su representación con la nómina de artistas de Gigolo que incluía un set de tres horas de Hell, la pinchada de Fischerspooner, y los directos de David Carretta, las Dirty Princess y The Presets. La experimentación vino de la mano de los excelentes Autechre, con un arrítmico, crepitante y ambiental directo, o el ritmo roto y elegante propio de Warp que exhibió Jimmy Edgar. Sin embargo, la innovación clara del sábado era el escenario dedicado al hip hop: un conversador Busta Rhymes trajo rap gordo y consiguió atraer a un numeroso público rapero, mientras Qbert y Krush se dedicaban a exhibir sus trucos a los platos; también hubo espacio para derivar al drum´n´bass más agresivo, con invitados de lujo como Pendulum. Esta segunda edición del Klubbers, plagado de pesos pesados capaces de mover masas, dejó clara su apuesta por el techno, el estilo que más sonó, ya fuera en su vertiente más minimal (preferentemente), más electro, o sin cortar; los microsonidos se comieron a las melodías, y el beat sonó sobre todo denso y oscuro. Al público lo que le va es la cera. Se esperan con fervor futuras ediciones.
You've got to be kidding me-it's so trrntpaaensly clear now!