Epifanía
ConciertosKae Tempest

Epifanía

9 / 10
Daniel Gómez-Cortazar — 17-10-2025
Fecha — 16 octubre, 2025
Sala — Kafe Antzokia, Bilbao
Fotografía — David Mars

El jueves 16 de octubre tuvimos otro sold-out en el Kafe Antzokia con la presentación de “Self titled” de Kae Tempest. La velada la abrió el madrileño Raúl Querido que acompañado de unas bases pregrabadas y de guitarrista con Fender Stratocaster en ristre nos ofreció un set de media hora con canciones bailables como “Nuevo, neutro y normal” o “Playa de Madrid” mientras la sala se iba llenando lentamente. Su propuesta con sonidos de la escuela de Cycle, Alaska o León Benavente en versión lo-fi, a ratos rapeada y a ratos spoken word, quedó un poco justa como introducción al británico. De hecho, parte del público demostró su descontento al ver que el telonero no era Jacob Alon (hace dos semanas hubo cambio de planes por motivos ajenos a Houston Party).

En el intermedio, el personal de la sala recogió vasos de cristal y botellines a cambio de vasos de plástico bajo el argumento de que el artista había tenido una mala experiencia (tranquilo Kae, en Euskadi a nadie se le ocurriría tirar vidrio al escenario!). Puntualmente empezaron los beats hipnóticos de la intro anunciando lo que iba a ser una epifanía. Kae salió ante aclamaciones y gritos a un escenario vestido solo con una tela al fondo y acompañada por la artista Pops Roberts al cargo de pads, coros y sonidos electrónicos (es profesora certificada de Ableton).

Con unos gélidos sonidos de sintetizador muy en la línea de la canadiense Austra empezó “Priority boredom” en la que Tempest escupe los sinsabores de la vida moderna y pasó a “The beigeness”, en la que Roberts aceleró el ritmo de las baquetas y cantaron a dúo el estribillo mientras el público miraba atónito sin moverse un milímetro. En “Salt Coast” los asistentes ya se atrevieron a cantar con Kae, que fue conectando cada vez más con ellos y con sus propias palabras sumergiendo a todo el mundo en un viaje extático. Más allá de la belleza y la sabiduría de sus letras (animo a todxs a leer su novela “ The bricks that built the houses/Los ladrillos que construyeron las casas”), la propia expresividad del artista, su clara dicción e increíble técnica vocal ligadas a una música bonita sin estridencias hacen que cualquiera con un mínimo de sensibilidad fuera capaz de alucinar con un espectáculo como el de ayer.

Las primeras filas, alejadas de la heteronormatividad que suele reinar en los conciertos de rock empezamos a bailar tímidamente al ritmo de “We die”, si bien la presión de las masas de gente detrás dificultaba la libertad de movimiento. El artista siguió desplegando su gran paleta de colores, desde la jazzy y sensual “Firesmoke”, pasando por la más combativa “Move” a la rítmica “More pressure” en cuyo final volvió a haber un momento de perfecta comunión en el que Tempest miró con infinita gratitud al respetable y éste le devolvió el gesto con vítores llenos de entusiasmo. La primera parte del recital titulada “ I wasn´t ready yet” (“todavía no estaba listo”). terminó con el bajón post-Brexit de “People 's faces” con su minimalista piano y su mirada al optimismo a pesar de todo (“I love people's faces-me encantan las caras de la gente”).

Abrió la segunda parte (el disco "Self titled" en su integridad) llamada “If you wait for the right time you´ll never be ready” (si esperas al momento perfecto, nunca estarás listo) con la autobiográfica “I stand on the line”. Al ritmo de la canción, se quitó la chaqueta de su sobrio traje marrón y empezó a moverse por el escenario con la libertad que transmite el álbum actual en el que habla de su propia transición a hombre. Un discazo de aceptación y lucidez de alguien que ha encontrado su camino y se encuentra en plena paz consigo mismo, lo cual transmitía inequívocamente desde el escenario. Las canciones se fueron sucediendo en el mismo orden que en el disco, con su gran variedad de influencias y sonidos: la melodía tan Pet Shop Boys del estribillo de “Sunshine on Catford”, el ritmo trip-hop de “Prayers to a whisper” o la sombra de Depeche Mode en “Forever”. Todo el concierto fue en continuo ascenso en el que, tras repasar todo el álbum, recitó los versos de “Grace” a cappella y terminó, con pausa para dar las gracias claramente emocionado, con su particular versión del “Freedom” de George Michael.

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