Gigantes en el cielo bilbaíno
ConciertosJudas Priest

Gigantes en el cielo bilbaíno

8 / 10
Unai Endemaño — 01-07-2025
Fecha — 30 junio, 2025
Sala — Bilbao Arena, Bilbao
Fotografía — Unai Endemaño

En uno de los días más calurosos posibles, y en lunes, regresaban hasta la capital vizcaína los auténticos defensores de la fe metálica. Los Judas Priest (o lo que queda de ellos) devolviendo a la ciudad de Bilbao al circuito de grandes conciertos, entre el regocijo y la felicidad de miles de aficionados. Unos seguidores que llenaron buena parte de la pista del Miribilla Arena-hasta donde el aforo del recinto permite- y volvieron a demostrar el cariño que se les tiene por estos lares a los sacerdotes de Birmingham.

Ambiente de viejos tiempos alrededor del pabellón, con los bares repletos y las cervezas cayendo sin freno. Cantidades elevadas de amigos encontrándose después de años y las clásicas cuestiones que siempre anteceden los bolos de grandes leyendas ¿Estarán a la altura? ¿Darán el callo a pesar de que tienen años suficientes como para haber sido bisabuelos? Sobra decir, antes que nada, y permitiéndome un spoiler nada más comenzar, que los Judas cumplieron sobradamente, aunque se les pueda poner alguna que otra lógica pega que luego comentaremos. Siendo los tíos que prácticamente inventaron el estilo, es difícil imaginárselos sin hacerlo brillar. Complicado sería que aflojaran un día tan solo, ese escudo invencible, que llevan perfeccionando desde finales de los sesenta.

Como preámbulo a la actuación estelar, tendríamos al simpático Phil Campbell y sus Bastard Sons, quienes nunca han pretendido ser mucho más que un innecesario epílogo a la carrera de Motorhead, y un medio fenomenal para que la familia Campbell al completo, se gane la vida dignamente. Un conjunto que ni siquiera llega a sobresalir dos pasos, frente a la gigantesca sombra de Lemmy que tiene fijada en todo lo alto.

Con un despliegue austero, un enorme telón y un buen sonido salieron sobre las tablas de Miribilla los hijos bastardos. Su tibia comparecencia repuntaría enormemente cada vez que tuviesen a bien meter una versión de Motor en el setlist, pero el resto del tiempo sus minutos resultarían totalmente accesorios e insípidos. Lo que viene a ser un telonero con todas las letras. Uno que en ningún momento tiene la más mínima intención de brillar frente al cabeza de cartel que tiene por encima.

Tras el lógico parón para que el escenario adquiriese sus mejores galas, “War Pigs” nos avisaba de que el impacto era inminente. Sin paños calientes Halford desataría la bestia a lomos de “All Guns Blazing”. Un arranque devastador que solo se pueden permitir las formaciones fuera de categoría, las mismas que tienen los huevos como para atacar “Hell Patrol”, nada más haber comenzado la función. Tocaría echar la vista atrás y corear con todo el alma “You’ve Got Another Thing Comin”, y sentir el viento en el pelo mientras “Freewheel Burning” nos pasaba por encima. La retahíla de clásicos en esos primeros momentos resultaría insultantemente grandiosa, encadenando uno tras otro, alguno de los cortes más importantes de la historia del Heavy Metal mundial.

La tanda de impepinables se cerraría con “Breaking The Law” a todo volumen y dejaría paso a otros dos recuerdos del Painkiller, que viene siendo el disco homenajeado en esta descomunal gira. “A Touch Of Evil” y “Night Crawler” harían de esta manera que continuásemos frotándonos los ojos frente a la avalancha de recuerdos y emociones que se nos agolpaban.

Aquí habría que mencionar por lo menos, los colchones que ayudaban al Metal God a cumplir con su titánica misión, unos apoyos lógicos y obvios que no empañaban, sin embargo, la demostración de poderío. El mismo poderío que nos empujó hasta los delicados surcos de “Solar Angels”, uno de esos temas que suponía una cuenta pendiente para muchos.

Puede que el momento menos antológico de toda la noche, lo protagonizase una más que correcta “Gates Of Hell”, rápidamente refrendado por otro glorioso disparo del "Painkiller" y por la veloz “Serpent and The King”. Un corte que ya nos dejaría enfilada la recta final perfecta. “Between The Hammer And The Anvil” volvería a tensar las cuerdas de la actuación, con un Halford luchando cada fraseo para poder salir ileso y dejar que todo se cerrase sobre si mismo. Un círculo de camaradería y amor, que ardería rindiendo tributo a muchísimos héroes caídos, y a los que las pantallas proyectarían honrando su legado. Auténticos gigantes en el cielo bilbaíno, que precederían el definitivo remate con el devastador “Painkiller”.

Tras la salva de pelotazos, los bises serían concisos, pero absolutamente incuestionables. “Electric Eye” abriendo a lo bestia la lata, “Hell Bent For Leather” hacienda rugir la moto sobre las tablas de Miribilla y un colofón en el que miles de gargantas sentían como uno, “Livin After Midnight”. Una actuación arrolladora de unos señores que hace décadas que ya no tienen que demostrar nada a nadie y que, a pesar de ello, continúan sobre los escenarios de todo el mundo, dando lecciones sobre cómo funciona el artefacto que ellos mismos diseñaron.

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