Jean Luc Ponty es, junto a Stephane Grapelli el violinista de culto del Jazz francés, además de ser el primero en intentar experimentar con un instrumento que hasta ese momento había estado muy limitado. Ha participado en proyectos de gente tan dispar como Frank Zappa (con el que se consolidó como una figura del jazz-rock) o John McLaughlin. Todavía después de tanto tiempo sigue experimentando y se ha introducido en las raíces de la música étnica, de la que dio buena cuenta en la encantadora sala de la calle Tete Montoliu. Acompañado por un batería, un percusionista, un pianista y un excelente bajista procedente del Camerún repasó piezas de todos sus discos y, por lo tanto, se movió por terrenos tan diferentes entre sí como son la música africana, el rock y la música étnica con resultados también distintos según el caso. Por otra parte, la actuación de Roscoe Mitchell & The Note Factory era junto al concierto de las leyendas del be-bop una de las más esperadas del festival, ya que Roscoe continúa siendo uno de los pocos músicos que tras muchas décadas en el negocio se mantiene en plena forma, publicando discos interesantes (como el que presentaba, “Nine To Get Ready”) y ofreciendo conciertos que ya quisieran poder hacer la mayoría de jóvenes jazzmen actuales. El veterano músico, componente a finales de los sesenta de la Art Ensemble Of Chicago, estaba respaldado por una excelente banda, con dos pianos, dos bajos, otro par de baterías y percusiones y el reputado guitarra Spencer Barefield. Con ella bordó tanto las piezas más cercanas al cool-jazz, las exclusivamente hard y be-bop, y una improvisación free realmente apoteósica.
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