Las disquisiciones legales y morales a propósito de a quién corresponde explotar el legado discográfico de Carlos Berlanga han hecho que ese disco de homenaje que es “Viaje satélite alrededor de Carlos Berlanga” llegue a las tiendas un año más tarde de lo debido, de la celebración del cincuenta aniversario del nacimiento de uno de nuestros más grandes artesanos pop. Tal vez por ello, tal vez porque el concierto -inscrito dentro de los Vodafone Secret Shows- no dejaba de tener un trasfondo meramente promocional, lo de ayer en Joy Eslava tuvo bien poco de emotivo y se convirtió en un pausado y funcionarial discurrir de grupos a razón de una versión por barba, con incómodas y largas interrupciones entre actuación y actuación, y escasas muestras de cariño por parte de los implicados. Apenas Jesús Ordovás en su labor de maestro de ceremonias hizo por poner la carne en el asador a la hora de recordar a Carlos en un evento que, eso sí, tuvo el acierto de reunir sobre las tablas a tres generaciones de músicos diferentes, empezando por Ani B. Sweet y La Bien Querida -que en formato acústico atacó “El hospital”- a quienes les seguiría una Bebe a la que el poso berlanguiano se le nota bien poco, pero que se enfrentó a una de las versiones más atrevidas de la noche: “A quién le importa”.
Tras el bloque de las chicas en acústico le tocó el turno a las actuaciones de corte “electrónico”, que arrancó con Hidrogenesse, uno de los grupos que más cariño, admiración e influencias han reconocido desde siempre por parte de Berlanga y que incluso llegaron a reeditar “Indicios” en su sello austrohúngaro. Sin embargo la destartalada versión de “Tazas de té” tuvo algo más de paródico que de reverencial. Le dieron el turno al karaoke de Nancys Rubias con un Vaquerizo especialmente divino, que se mostró como uno de los más explícitos a la hora de recordar por qué estábamos allí y que dio paso al momento más esperado de la noche, tras el que incluso parte del público llegó a abandonar la sala: así son los fieles de Fangoria, de una Alaska en sorprendente buena forma a la que sólo le faltó aprenderse la letra de “En el volcán” (!!!) para bordarlo. Si alguien esperaba algún tipo de comentario por parte de la diva o Canut, compañeros y sin embargo enemigos en los míticos años de Pegamoides y Dinarama, salió decepcionado: un escueto “en recuerdo de Carlos” y retirada a camerinos.
La última tanda arrancó con unos Acusicas más cerca de Lagartija Nick que de los Ramones, que hicieron un pequeño medley con “Mujeres rusas”, “Bote de colón” y “Toca el pito”, continuó con unos Napoleón Solo que destrozaron “Cebras” y terminó como gran fin de fiesta con Los Planetas, y más concretamente con su baterista Erik erigido en protagonista absoluto. Sin duda entendió que lo de anoche era una celebración y se lo tomó al pie de la letra: agarró el micro y se soltó con un amenazador speech sobre “los grupos indies de ahora que se visten de lobos y en realidad son todos ovejas del mismo rebaño de los 40 Principales”. Cuando sus compañeros consiguieron empujarlo a la batería arrancó una versión de “El verano más triste” en que sus baquetas volaban por los aires constantemente. Concluyó el tema, los arrastraron a camerinos y en el ambiente quedó sonando el “Carlos baila” de Family. Por momentos dio la sensación de que más bien estaría revolviéndose en su tumba…
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