Generalizar conlleva siempre una importante dosis de riesgo e incluso de absurda valentía en la propia afirmación, pero lo cierto es que resulta evidente que los escoceses han sido tradicionalmente dotados con una especial capacidad a la hora de concretar inolvidables entregas de pop elegante y emocionante. Son composiciones cuidadas y dotadas de ese distintivo reconocible en el que la melodía luce poderosa y maravillosamente por encima de la media, en un listado interminable y diverso que abarca desde The Pastels a Teenage Fanclub, pasando por BMX Bandits, The Vaselines o Travis.
Por el momento, sin la repercusión y el reconocimiento logrado por sus compatriotas, Ally Kerr pertenece en cualquier caso a la misma especie, manejando con soltura una habilidad presente a lo largo de tres discos de estudio y certificada en el inicio de su presente gira peninsular. Apenas una hora fue necesaria para que el músico hiciese un representativo y notable repaso por su cancionero, acomodando con inteligencia una voz alejada del impactante virtuosismo hasta resonar ensoñador y embaucador.
El cantautor desnudó sus canciones desviándolas hacia un formato acústico que contó con el agradecido y constante acompañamiento de Caroline Evans al violín y voces. Unas maneras que sacrifican inevitablemente la numerosa serie de detalles y arreglos que acompañan a la música de Kerr, perdiendo así empaque pero ganando en una sensibilidad ya de por sí ampliamente contrastada.
Canciones inmaculadas y cristalinas rebosantes de distinción a la antigua usanza como “And All The Stars Above Us Will Remember”, “All Day Long”, esa gema mayúscula que es “Without You” o “Amorino”, que aportaron calidez a una velada invernal inaugurada por el bonito aunque intrascendente set en solitario de Juanjo Clausell de Pleasant Dreams.
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