De nuevo éxito de convocatoria y calidad de propuestas en la vigésimo primera edición de este festival urbano que se desarrolla en el precioso centro histórico de Loulé, en el Algarve al sur de Portugal. Un festival que ya es un referente en la controvertida etiqueta de “las músicas del mundo”, y que mostró propuestas de treinta nacionalidades diferentes.
Una de las cosas a destacar de este año es la efervescente escena de nuevos artistas portugueses que, lamentablemente, nos suenan a veces lejanos, pero que merecen mucho la pena prestarles atención. Nombres como Valter Lobo, A Garota Não o Homem em Catarse, por decir solo tres, nos sorprendieron para bien y podrán leer de ellos en esta crónica.
Algo también a comentar y como nota para los organizadores del festival, es el peligro de que el éxito del festival no les vaya en su contra. Al tener un cartel tan excelente y unos precios tan bajos, la masiva afluencia de público puede ser un problema para disfrutar con comodidad los conciertos. Quizás eso solo pasó en alguno de los casi sesenta que programaron, pero es algo a tener en cuenta. El resto, organización, puntualidad, espacio, sonido, etc. solo podemos catalogarlo de sobresaliente. Aquí les dejamos con las propuestas que pudimos disfrutar en los cinco escenarios principales.
Jueves 26 de junio de 2025
Las canciones melódicas y delicadas de Virgem Suta, dúo del Alentejo reforzado con banda, dieron la bienvenida a los primeros, y numerosos ya, visitantes del Festival Med. Eso en el agradable Palco Chafariz que permite disfrutar de los conciertos en una zona con césped. Y había ganas de verlos porque tras ocho años de silencio han regresado con un nuevo disco con aires renovados, pero manteniendo su fina ironía en sus textos. Fueron muy bien recibidos.
Stereossauro tomó el relevo. Productor, compositor y dj que utiliza las maquinas como instrumento y que con sus composiciones crea puentes entre la música electrónica y el fado instrumental. Para su concierto tuvo a su lado a su cómplice Dj Ride y como invitados a una de las últimas revelaciones de la música portuguesa Ana Lua Caiano y al maestro en la guitarra Pedro Jóia. Entre la banda y las colaboraciones conformaron un ambiente muy festivo y bailable.
Apenas un vistazo para ver al multiinstrumentista y sobre todo virtuoso del contrabajo Adam Ben Ezra en el recogido Palco Castelo. Dice que se inspira tanto en Bach como en Chick Corea, pero con su combinación de jazz, funk, música latina y mediterránea conforma su propio universo. En directo (solamente acompañado por un brillante batería) combinó efectos y pedales creando bucles envolventes que hacen pensar que estás ante toda una orquesta, ¡y solo con un contrabajo!
A pesar de las diferencias, Adam Ben Ezra tiene algo en común con A Cantadeira. A ella la vimos en el Palco Hammam, situado en la pequeña y agradable terraza de los baños árabes. Cantante, letrista e instrumentista combina la investigación y la creación artística. Licenciada en Historia y Arqueología, se ha dedicado al estudio del patrimonio inmaterial portugués, con especial atención a la música oral tradicional. Una “one-woman band” que solo con su voz, gaita y algo de percusión (pandero cuadrado portugués), organizó capas superpuestas creando múltiples paisajes sonoros. Comentó que su experiencia parte del pasado y del presente para encontrar su voz como mujer. Personalmente me recordaba a Mercedes Peón, pero más analógica.
Siguiendo ese ambiente distendido el gran Palco Matriz recibió a la popular Carminho. La lisboeta es una de las cantantes más reconocidas de la nueva generación de interpretes y recientemente alcanzó fama mundial con su trabajo “Portuguesa”. Ese disco centró su repertorio, pero también incluyó temas de su último EP “Carminho at Electrical Audio”, el mítico estudio de Steve Albini que tristemente falleció pocos meses después. Ella explora el fado tradicional, pero incluye letras nuevas y actuales para declarar que se puede ser una misma en ese género. Apareció de pie con todo el escenario a oscuras, banda sentada incluida, y con solo dos focos iluminándole la cara. Poco a poco todo se fue iluminando, demostrando su rica voz y una gran personalidad y carisma. Espectacular el silencio con que el público la acogió en todo el concierto a pesar de estar de pie.

Mitsune
Tras ella uno de los grupos más originales del festival, los japoneses residentes en Berlín, Mitsune. Dúo femenino de shamisen (laúd japonés de tres cuerdas) y que en directo se acompañan de un contrabajista y un percusionista. La imagen es sorprendente con trajes muy coloridos y con las caras maquilladas. Su mezcla de música folclórica tradicional japonesa con sonidos psicodélicos, cinematográficos y ritualistas, pero con espíritu irónico y punk, no es de fácil asimilación, sin embargo se les atendió con cariño y efusividad.
Mucho más reconocible el blues y rock de Vieux Farka Touré. El “Hendrix del Sahara”, como se conoce al hijo del legendario guitarrista maliense Ali Farka Touré, dio otro recital de fiereza “guitarrística”. A pesar de que su padre no quería que siguiera sus pasos, Vieux aprendió en secreto y se ha convertido en uno de los mejores guitarristas eléctricos de su generación con un estilo influenciado por Ali, pero totalmente propio. Se presentó en cuarteto y aunque empezó su concierto con guitarra acústica y dejó el protagonismo al n’goni (pequeña guitarra de sonido cristalino), poco a poco ese blues africano contundente se apoderó del escenario. Los diálogos entre guitarra y n’goni fueron espectaculares y esas cabalgadas con su guitarra, con una utilización del wah wah memorable, dejó exhausto hasta al público.
Incitadores al baile sin remisión Ferro Gaita. Ellos son auténticos embajadores del funaná, género musical tradicional caboverdiano nacido en torno a dos instrumentos típicos de esas islas, el ferro (una barra metálica que suena al rascarla y golpearla) y la gaita (acordeón diatónico). Una música prohibida por los colonos portugueses en Cabo Verde, que fue calificada como “la música del diablo” y por eso pasó a ser un símbolo de resistencia y reafirmación de su identidad nacional. Ferro Gaita llevan casi tres décadas expresándolo con enérgicas actuaciones y afirman que no conocen ningún sitio en el mundo donde hayan tocado y el público no haya bailado. Pues lo consiguieron desde el primer momento y el ritmo no paró en toda su actuación. Hay un dicho que dice que el funaná es el nuevo funk y está claro que es una música hecha para mover el cuerpo.
Con ese animó fue fácil acoplarse a El Sonidero Insurgente. Aunque no resultaron tan sugerentes como prometían. Cierto que su mezcla de cumbia, ska, reggae y ritmos afro es efectiva en directo, pero les falta tener algo distintivo que los haga “especiales”. Aun así pusieron a bailar a todo el que se les puso por delante.
Y sin dejar las raíces latinas Systema Solar, colectivo musical y visual de la costa caribeña colombiana. A este cuarteto les sobra originalidad y hace poco que acaban de editar nuevo trabajo, “Futurx Primitivx 20|25”. Después de nueve años han creado un manifiesto bailable y conceptual que honra a la tierra, cuestiona el sistema, anima a la resistencia y celebra la vida en comunidad. Musicalmente siguen fusionando los sonidos folklóricos de su región como la champeta, el bullerengue, la cumbia y el fandango con ritmos más contemporáneos como el hip hop, el house y el techno. Así que ahora, a la lista de sus infalibles que hicieron para gozo de todos como “El botón del pantalón”, “Rumbera” o “Yo voy ganao”, les unieron otros como “Fiesta”, “Selva de concreto” o “Pa’ que lo bailen”. Ellos han definido lo suyo como “Berbenáutika” y lo que demostraron, con todo el público encendido, es que más que un estilo se trata de una experiencia en vivo.
Viernes 27 de junio de 2025
El segundo día no pudo empezar mejor que con el dúo formado por el británico Justin Adams y el italiano Mauro Durante. El primero guitarrista procedente del post-punk, amante del blues y el rock. El segundo virtuoso del violín e inmerso en el folk tradicional de esa música de trance que es la taranta, proveniente de la “Puglia” italiana. Ya van por dos discos editados y el reconocimiento internacional es elevado. A primera hora de la tarde y aún con calor sofocante, el groove de sus canciones nos transportó a espacios lejanos. Es sorprendente como solo con guitarra y violín, e incluso con solo guitarra y tamburello (tambor de marco), puedan crear ese encantamiento. “La música es curativa” dijo Justin y tocaron la circular y emotiva “Djinn Pulse”. En “Ghost Train” fue él quien se lució con su guitarra y sus múltiples efectos. En “Talassa”, con un diálogo bien bravo e intenso entre violín y guitarra, fue Mauro el que destacó. Se fueron con “Dark Road Down” donde Justin cantó “estoy enfermo de corazón, harto de las guerras de los hombres”, trazando un boogie-blues que mutó y nos llevó al mundo de la pizzica salentina. ¡Incomparables!
No menos emocionante A Garota Não, una de las voces más importantes de la nueva música portuguesa. Una cantante que combina la sensibilidad poética con la urgencia del discurso político y social. Acompañada de guitarra, bajo y batería y sin artificios, su mezcla de pop con arreglos elegantes y sus íntimas letras conectan emocionalmente y animan a la reflexión. “Lo que creímos importante, lo perdemos, al final solo quedamos nosotros y la vida se vuelve difícil…nunca me había sentido tan sola” cantó emotivamente en “Diluvio” o “la libertad es un velero y el amor no es una prisión” en “Mulher Batida” (Mujer golpeada). En su despedida sonó “Ferry Gold” que contiene al final un mensaje en off extraído de los “Cuadernos de Lanzarote” de José Saramago que dijo: “Privatiza todo, privatiza el mar y el cielo, privatiza el agua y el aire, privatiza la justicia y la ley…y finalmente… privatiza también la puta que os parió a todos”. Como alguien dijo acertadamente: “canta a lo que duele por dentro, lo que se ríe por fuera y lo que traen los días.” Estremecedora.

A Garota Não
Solo pudimos ver algo de Homem em Catarse, alter ego de Afonso Dorido, multiinstrumentista con un pasado importante en el post-rock, pero que ahora se muestra en solitario armado de guitarras y una gran pedalera. En el agradable Palco Hammam desgranó lo que es su último trabajo “catarse natural” marcado por la especulación inmobiliaria, la masificación del turismo y la gentrificación de las ciudades: “Somos un país pequeño que está completamente bañado no por el mar, sino por el turismo” dijo. “Guarda-me”, el tema con el que se fue, es un buen reflejo de su propuesta, que podría recordar a los escoceses Mogwai en cadencia, pero a The Durruti Column en el sonido. O sea una intro lenta y preciosa, una explosión después y un descenso a la tranquilidad, pero eso con solo una guitarra. Todo un universo propio.
A pesar de lo familiar y amplio del festival, siempre hay alguna propuesta que por su popularidad colapsa los accesos y el espacio frente al escenario. Eso ocurrió con la Cesária Évora Orchestra que nos quedamos casi sin ver. Está claro que más que una voz, Cesária Évora sigue siendo un símbolo de la música caboverdiana en todo el mundo. Desde su partida en diciembre de 2011 a los 70 años, la llamada «Diva Descalza» ha dejado un vacío difícil de llenar. Pero también dejó un repertorio inmortal que resuena mucho más allá de las islas de Cabo Verde y que con respeto y frescura esta formación sigue manteniendo vivo. Se palpaba la emoción en el público.
Como comentábamos, hace unos años que la música portuguesa se está rellenando de nuevos valores que están cambiando la escena musical del país. Uno de ellos es Valter Lobo que incluso es seguido por otros artistas de su misma generación. Presentaba su nuevo disco “Melancólico Dançante” y dijo que “este álbum es el resultado más puro de lo que soy, de cómo veo el mundo y lo reflejo en mis canciones”. Pues sus canciones, entre en indie y el folk de aires preciosistas, viéndolo sentado en el césped frente al Palco Chafariz, fueron un sedante ideal para ese concierto a media jornada
Esa apreciada relajación, se extendió aún un poco más de la mano de Cerys Hafana. Esta compositora y multiinstrumentista galesa queer es reconocida como una intrépida exploradora de las posibilidades creativas y las cualidades únicas de la compleja arpa triple. Este instrumento recibe su nombre por tener tres filas de cuerdas paralelas en lugar de una y es mucho más complicada de tocar. Pero Hafana extrae puro encanto cristalino de sus cuerdas, además tiene una voz aguda que empasta perfectamente, pero no por ser especialmente dulce. Para su repertorio rebusca en composiciones antiguas (a veces de hace 200 años) y las reconvierte con textos actuales. Con temas como “Tragwyddoldeb” o “Y Môr o Wyrd” (dedicado al fin del mundo) nos hizo olvidar que estábamos en un festival urbano para trasladarnos a esos preciosos paisajes galeses.
Vuelta a la realidad para vivir el colapso de público para acceder a la reunión de estas dos bandas legendarias The Gladiators & The Congos. El Palco Matriz (el que cuenta con más capacidad) estaba a rebosar y ya hemos comentado alguna vez que este festival siempre mantiene un apartado para las bandas de reggae y este año no podría estar mejor representado. Ambas bandas mantienen el legado y la vitalidad de ese roots reggae que aborda temas positivos y de conciencia social. Si bien al frente de The Gladiators están los hijos de Alan Griffiths, su música sigue teniendo el mismo efecto. Al igual que los eternos éxitos de The Congos. Viendo la reacción del público, se demostró que 50 años después sus ritmos balanceantes y humeantes siguen vigentes para los amantes de ese estilo de amplitud mundial.
Cambio de estilo para recibir a Sofiane Saidi. El apodado "príncipe del raï 2.0" ha transformado ese género tradicional argelino en una forma dinámica y moderna. Su nuevo proyecto se llama Wahdi, “completamente solo” en árabe, rodeado de maquinas. Anteriormente lo habíamos visto junto con la banda francesa Mazalda, en una propuesta efectiva que recordaba al fallecido Rachid Taha. También colaborando con el dúo Acid Arab. Pero esta versión en solitario no nos acabó de convencer. No es que no fuera efectiva, ahí estuvo esa versión del “Alaoui” que popularizó la Orchestre National de Barbés, que puso a todo el mundo a bailar, pero la dinámica careció de continuidad y los interludios no le favorecieron.

Fulu Miziki
Los que sí fueron acogidos con entusiasmo fueron Fulu Miziki. Este colectivo multidisciplinar nacido en Kinshasa, capital de la República Democrática del Congo, ha conquistado escenarios internacionales con un sonido inclasificable y una estética que combina el afrofuturismo, la conciencia ecológica y la rebelión punk. “Fulu” en lingala significa basura y es precisamente a partir de lo que otros desechan que este grupo crea instrumentos, máscaras y vestuario escénico. Todo con el objetivo de concienciar al mundo sobre el problema de la gestión de residuos en Kinshasa, a la vez que demuestra que no es necesario comprar instrumentos para ser músico. Su música tiene ecos de grupos congoleños de las últimas décadas: Konono No 1, Staff Benda Bilili o Jupiter & Okwess International, pero con un aparente desorden que los hace más divertidos. Lo cierto es que no pararon quietos ni un momento, intercambiándose instrumentos u ocupando la parte central del escenario cantando y bailando. Ellos se lo pasaron en grande y el público también.
Cerrando ese día la egipcia Balqeis Aboomar, virtuosa del laúd y multiinstrumentista con una formación clásica en música oriental tradicional, pero con un estilo personal que ha ido evolucionando a lo largo de los años. Lo que presentó fue “BalQeis Live”, una actuación en solitario con bases electrónicas fusionadas con rock y música tradicional de Oriente Medio. Ella manejaba samplers y bases electrónicas, además de teclados y laúd con los que creaba loops en una sesión realmente cautivadora.
Sábado 28 de junio de 2025
El grupo que abrió el sábado fue Lá No Xepangara. Una reunión insólita y atractiva de artistas de diferentes países, anteriormente colonias portuguesas. Un proyecto que celebra la obra y el pensamiento de José Afonso desde una perspectiva africana y lusófona. Conveniente saber que la emisión de “Grândola Vila Morena”, canción a capella de José Afonso, en Rádio Renascença a las 00.00 horas del 25 de abril de 1974, fue la señal del inicio de la Revolución de los Claveles y del derrocamiento de la dictadura portuguesa. Explicado esto diremos que ante un público muy receptivo sonaron algunas de sus más representativas canciones como “Os Índios da Meia-Praia”, “A Morte Saiu à Rua” o la misma “Lá No Xepangara”. Todas preciosas musicalmente con arreglos melódicos y de resonancias africanas, pero con unas letras crudas y a la vez actuales. Justamente esa era la intención, reflejar la fuerte presencia de la cultura africana en la vida y obra de José Afonso y también su papel en la lucha por la descolonización, la democratización y el desarrollo de la sociedad y cultura de habla portuguesa. A nuestro parecer lo consiguieron de sobra.
Y si el día anterior vimos a Valter Lobo que representa uno de esos nuevos valores de la música portuguesa, Milhanas se une a esa lista. Se dice que ella reinventa el fado, pero si bien en su disco sus canciones son más sugerentes y delicadas musicalmente, en directo y apoyada por una banda bien eléctrica, sus temas cobran otra vida. Justamente el tema de Lobo “Guarda-me esta noite” lo electrificaron con contundencia. Lo mismo que “Só a mim” que en disco es muy sutil y corta, en el escenario se alargó y explotó con unas guitarras desbocadas. No todo el concierto fue así, pero atentos porque su carrera es ascendente.
De curioso podemos catalogar la actuación del también portugués Filipe Sambado. De nuevo en el recogedor Palco Hammam, con una imagen de estar por casa con pantalón de deporte y chanclas, y apenas armado con unos teclados o una guitarra que apenas rasgaba, fue tocando canción tras canción sin pausa ni siquiera para escuchar los aplausos. De alguna manera mostrando como nacieron todas esas composiciones. Según comentó esos conciertos en solitario le permiten conectar con el público de una manera generosa, y nosotros añadiríamos de manera íntima y frágil
Renovación de escenario y estilo para ver a Tarwa N-tiniri banda de blues del desierto, pero marroquí y arraigada en las tradiciones del pueblo amazigh. Imposible no pensar en Tinariwen, Tamikrest o Bombino al verla, pero pasados los primeros diez minutos, su propuesta envolvente que fusiona melodías tradicionales con influencias del blues, el reggae, el jazz y el rock, no acabó de despegar y resultó algo monótona. Para el conocedor de estas músicas su propuesta ya no sorprende y pecó de falta de originalidad, por otra parte son una banda joven y si aprovechan bien sus raíces, tienen camino por delante
Y llegamos a lo que era una de las actuaciones más esperadas del festival. Sílvia Pérez Cruz & Salvador Sobral. Como dijo Sobral: “la alianza ibérica”. Si Cruz es apreciada haya donde vaya, Sobral a nivel de popularidad en Portugal está a la altura de Cristiano Ronaldo (y perdonen las comparaciones, pero no se nos ocurre algo mejor para dimensionar su éxito). El Palco Cerca estaba repleto a más no poder, y las sillas que habían colocado se ocuparon dos horas antes. Y el concierto lo mereció. Con decir que para empezar hicieron “Ben poca cosa tens” con ese dueto de voces que va in crescendo y que no paran de subir hasta que hacen brotar lagrimas. A partir de ahí el encantamiento siguió hasta acabar su actuación. Acompañados de tres músicos, sentados en semicírculo, les dio tiempo de hacer ocho de los once temas de su disco. Difícil destacar algo por encima de la increíble complicidad de estas dos voces tocadas de la mano de Dios (que alguien dijo), pero casi al final de la chacarera “Muerte chiquita”, Cruz cantó una estrofa de “Lagrima”, un clásico de la gran Amália Rodrigues, que puso al público en pie. De piel de gallina. Con ánimo de quitarle emotividad al concierto, acabaron con un tema de Sobral “Anda estragar-me os planos”, pero llevado al ¡country! y con él bailando de forma divertida. Genios y figuras.
Para soltar emociones que mejor que una de las mejores voces del reggae actual, Queen Omega. Aunque hace un par de años tuvo un éxito mundial con el tema “No love Dubplate”, lleva más de veinte años de carrera. De hecho en su show hizo un buen repaso a toda su trayectoria donde no solo brilla el reggae. Hay también grandes pinceladas de soul o rhythm&blues al estilo y energía de The Blues Brothers. Ella tiene una voz vigorosa e intensa, pero la banda que la secunda The Royal Souls no es menos poderosa. A momento podías estar contemplando una misa gospel a pleno rendimiento. “Respect to the Queen”
Para cerrar el festival (al menos para el que escribe) una de las figuras centrales de la música angoleña, Paulo Flores. Lleva más de tres décadas de carrera y ha editado un disco recientemente, “Canciones que escribí para quienes me aman”, que rinde homenaje a sus raíces musicales. Flores y su numerosa banda pusieron a todo el Palco Cerca a bailar con su semba, estilo de música tradicional y baile popular en Angola. Hasta la misma Sílvia Pérez Cruz no pudo resistirse y se unió a la irresistible llamada al movimiento.

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