Festival Faraday, porciones de una gran tarta
Conciertos

Festival Faraday, porciones de una gran tarta

-- / 10
01-07-2012
Empresa — La Medusa
Sala — Platja del Far - Molí de mar
Fotografía — Dani Cantó

Novena edición de una de las perlas del panorama de festivales veraniegos. Faraday, recordémoslo, se celebra en los jardines del Molí de Mar, una amplia terraza con dos escenarios con vistas al mar y adonde caben aproximadamente un millar de asistentes, en Vilanova i la Geltrú, situada a cuarenta kilómetros de Barcelona. Por lo tanto, el lugar y el ambiente ideal para saborear los conciertos sin las típicas y cansadas aglomeraciones de los festivales de masas.

A diferencia de ediciones anteriores, el Festival coincidía en fechas con el PopArb de Arbúcies, otra cita clave para los seguidores de la música indie de formato y público similar. En esta nueva edición, no había un claro cabeza de cartel ni tampoco grupos menores. Cada artista tenía su propia porción de tarta. Así pues, una edición ecléctica, con interpretaciones muy distintas de variantes del rock, folk, pop y electrónica, en la que algún grupo con letras grandes en el cartel no cumplió con las expectativas generadas, pero muchas de las bandas de letra pequeña protagonizaron conciertos mayúsculos. Vamos a repasarlo, por orden cronológico.

Viernes 29

La superbanda mallorquina Gran Amant, con miembros en sus filas de The Marzipan Man y Oliva Trencada, afrontaron la difícil misión de dar el pistoletazo de salida, luchando contra el intenso sol y el escaso público de primeras horas. Lograron entretener a los primeros asistentes con su pop psicodélico y enrarecido, y dar paso a la joven banda Mates Mates, que inauguraron el escenario principal, Estrella Damm. Con el disco “Vida animal” (Famèlic, 2012), el grupo de la Plana de Vic ha publicado uno de los mejores debuts en lo que llevamos de año, que en directo adquiere una dimensión más punk, ruidosa y acelerada, con una clara invitación al baile, aunque ya se sabe, hacer bailar a primera hora de un festival es casi misión imposible. Tampoco hizo mover demasiado al personal –aunque sí conmover- la bilbaína Ainara Legardon, que ofreció un concierto marcado por los cambios de intensidad y el contraste de su propuesta, a caballo entre el folk delicado y el rock atormentado. De actitud hierática, contó con el apoyo de un efectivo trío de músicos – entre ellos el bajista Rubén Martínez, también componente de Eh! y exmiembro de Tokyo Sex Destruction, que jugaba en casa. Si Legardon sabe lo que es estar encima de un escenario desde hace dos décadas, el manchego Joaquín Pascual cumplirá pronto un cuarto de siglo en activo. Presentó su segundo disco en solitario “La Frontera” (Grabaciones en el Mar, 2012), su trabajo más introspectivo hasta la fecha y convenció, con un directo basado en su último trabajo, de línea calmada pero con algunas incursiones al krautrock y a la psicodelia, arropado por una banda en la que había su hija Ángela a los teclados.

Bowerbirds tenían el honor de ser la primera banda internacional del festival, y el Molí de Mar enmudeció para escuchar las perlas de este dueto musical y sentimental de Carolina del Norte, que actuaron en formato trío. Reconocieron que tocaban en un sitio mágico, un adjetivo aplicable a sus canciones folk, pequeños bálsamos de emoción que podrían haber sido compuestos por Bon Iver o Fleet Foxes. No se puede decir lo mismo de la pareja de trovadores Herman Dune, que no acabaron de conectar con el público. El repertorio y la interpretación fue más que correcta (aunque se echó de menos la veraniega “I Wish I Could See You Soon”). Sin embargo, su actitud pasiva y distante jugo a su contra. Algo parecido les sucedió a Love of Lesbian, que saltaron al escenario a partir de la una de la madrugada, en el momento de más asistencia en los tres días de festival. Ofrecieron un concierto basado exclusivamente en las canciones de su último disco “La noche eterna. Los días no vividos” (Warner-Musicbus, 2012), con un único rescate de otros álbumes, “Universos infinitos”, justamente una de las más calmadas de su repertorio. Santi Balmes advirtió al principio de que no iban a tocar “Club de fans de John Boy”, pero sin desmerecer las buenas canciones de su último disco, teniendo en cuenta la hora y el contexto, el grupo debería haber terminado con su habitual vertiente más canalla y fiestera, del mismo modo que lo hicieron en el día siguiente en el PopArb de Arbúcies, donde sí que rescataron algunos de sus grandes éxitos.
A altas horas de la madrugada, el trío de rockabilly añejo de Nu Niles provocaron substanciales movimientos de caderas entre los asistentes que quedaban, y su líder y cantante Mario Cobo acabó rompiendo su guitarra, justificándose de que “esta es la mejor forma de acabar una canción”. Unas horas antes, disfrutábamos en el escenario reducido Tic-Tac, del rock cabaretero de los madrileños Ginferno, algo parecido a un Tom Waits poseído por el espíritu de Gene Vincent. Tanto ellos como la particular electrónica ruidista y cósmica de los asturianos Fasenuova dejaron claro que el Faraday no es un festival solamente de pop y folk, y que el riesgo y la inquietud artística son factores esenciales en su programación.

Sábado 30

La experimentación psicodélica a base de loops e instrumentos poco corrientes de los Animal Collective catalanes, Ocellot, abrió una segunda jornada con sabor valenciano, justamente en uno de los días en que las tierras levantinas sufrían dos lamentables y devastadores incendios. Sènior i El Cor Brutal dieron una auténtica lección de rock puro y duro. Se comieron un escenario en el que lucía su particular bandera americano-valenciana. Como siempre, sin pelos en la lengua pero con muchos en la barba, Miquel Àngel Landete y su contundente banda escupieron las canciones de su aclamado “Gran” (La Casa Calba Ed.-Malatesta Records, 2011), a parte de ofrecer en primicia algunos nuevos temas, como la reivindicativa "El cel de les illes Caimán". Si no han visto aun a Sénior en directo, háganlo, es una experiencia trepidante. Quien tampoco anduvo faltado de carisma y presencia escénica fue su compatriota Juli Bustamante, pionero del folk y el pop mediterráneo pero nunca lo justamente valorado. Con sus aires de marinero entrañable, se arropó por los barceloneses Fred i Son, comandados por el bajista Xesc Cabot con su gorro de capitán y con la colaboración de su hijo Lucas, con el que tocó por primera vez en un escenario. Canciones del mayúsculo disco “Cambrers” (Anec, 1981) fueron el trending topic de un concierto de máximo voltaje emocional. La letra de “Senyoreta X”, “Segueix el ritme que fem entre tots, aquells que fan les coses noves velles i les velles noves” (Sigue el ritmo que hacemos entre todos, aquellos que hacen las cosas nuevas viejas y las viejas nuevas) no pueden definir mejor la filosofía de un festival como el Faraday, el mejor marco posible para acoger tal encuentro generacional, que culminó con la colaboración de los leridanos Renaldo & Clara.

Las conexiones entre generaciones nos llevan hasta Maderita, proyecto que Bustamante comparte con Xema Fuertes, guitarrista y banjo de The Long Vacations, la banda de acompañamiento del estadounidense residente en Valencia Josh Rouse, otro de los auténticos protagonistas de la segunda jornada. A parte de chapurrear canciones en castellano al más puro estilo Jonathan Richman en temas como “Las Voces”, Rouse se volcó a interpretar sus mejores composiciones, con la sutileza y la justa melancolía de “Quiet Town” o la elegancia y eficacia pop de “Winter in the Hamptons”. Delicia exquisita para los oídos. La Estrella de David, con La Bien Querida y Joe Crepúsculo en el once inicial, apostaron acertadamente por el guitarreo, cuando todo parecía relegado a los sintetizadores de Pegasvs, que sonaron solventes pero sin la vocación verbenera de La Casa Azul, que por fin actuaron en un festival que para Guille Miklyway –y así lo dijo en el escenario- “es el mejor del Estado”. La publicación del esperado disco “La Polinesia Meridional” (Elefant Records, 2011) ha traído en su gira de presentación dos ayudantes disfrazados y otro vestido de calle, encargado de disparar trabajadas proyecciones que muestran la enciclopedia de iconos y conceptos pop de Milkyway. Ya no anda solo encima del escenario, pero sigue jugando con la mezcla de sonido en directo y grabaciones, sin dejar nunca claro si hay momentos de playback o no, como Madonna. La Casa Azul ofreció lo mejor de todo su artillería, para convertir la pista en un karaoke colectivo y todo el mundo disfrutando “como un fan”. Una jornada en la que también destacó el hombre-orquesta Mau Boada y su magnético e improvisado directo con su proyecto en solitario Esperit! y la excéntrica cantautora sueca Frida Hyvönen, que lució capa dorada y se apoyó en un clásico piano de cola para demostrar su fortaleza vocal y un extraordinario dominio melódico.

Domingo 1

La intensa lluvia obligó a la organización a inventar un plan B, y rápidamente se trasladaron las tres actuaciones previstas al Piano Bar del Hotel Ceferino, justo al sitio donde pocas horas antes habían actuado Doble Pletina, Gabriel y Vencerás y Naturalesa Salvatge dentro del ciclo “Faraday Avivaveu”. Afortunadamente y gracias a una rápida intervención del equipo organizativo, se pudo montar un decente equipo de sonido para la jornada de clausura. El joven grupo de Vilanova i la Geltrú Copa Lotus se presentó en familia para presentar las canciones de su debut “The Misery of Our Days Vol.1” (Autoeditado, 2012). Abrieron la velada con “Down in the rain”, canción muy apropiada para la tarde lluviosa. El cuarteto –con contrabajo incluido- sabe canalizar sus múltiples influencias (desde George Harrison hasta Jeff Tweedy) para crear una personalidad propia, que se nota también en el repertorio de versiones, desde “Mr.Spaceman” de The Byrds a una curiosa adaptación al catalán de “Parklife” de Blur, además de ofrecer en primicia una canción nueva.
El siguiente en actuar fue el cantautor de Blanes Isaac Ulam, artista con algunos años más de recorrido, que venía a presentar su segundo trabajo “Murtra” (Bankrobber, 2012). Ulam se erige como un trovador hippie, un juglar que recuerda al primero Pau Riba. Igual que él, canta medio desafinado y poniendo su voz contra las cuerdas, para dar otra dimensión a sus letras pasionales de amor a la naturaleza. “Com els gats” o “Objecte pur” están entre las canciones más sinceras y reveladoras que se han escrito en catalán en los últimos años. Y si en el 2010 fue Nick Lowe y el año John Grant, en este 2012, la difícil misión de poner el broche de oro final era para el grupo de culto de Manchester The Montgolfier Brothers, que hacían en Vilanova su única actuación en territorio catalán. Lo lograron, y además con el mejor paraje para sus canciones tristes: la lluvia. Con un piano de cola, guitarra, bases pregrabadas y sobre todo la estremecedora voz de Roger Quigley. Su sublime interpretación recordó precisamente al mago también británico que estuvo alojado en el mismo hotel dos años atrás, Nick Lowe. Fueron capaces de hacer derramar lágrimas, pero también de levantar sonrisas con sus comentarios puramente de humor británico entre canciones. Seguramente, aun no entienden como había gente que preferimos verlos en directo en lugar de seguir por televisión la final de la Eurocopa. Pero ni la lluvia ni el fútbol pudieron con otra jornada de clausura para guardar en la memoria del Faraday. Y el año que viene, celebran el décimo aniversario. Dicen que tienen algo gordo preparado. Crucemos los dedos para que no nos fallen.

Un comentario
  1. YES! Bowerbirds, Mates Mates, Juli Bustamante, Frida Hyvonen, Pegasvs
    NO!!! Josh Rouse, La Estrella de David

Lo siento, debes estar para publicar un comentario.

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.