Un año más y un año único, como siempre
ConciertosAzkena Rock

Un año más y un año único, como siempre

8 / 10
Jon Bilbao (J.B.) y Urko Ansa (U.A.) — 23-06-2025
Fecha — 20 junio, 2025
Sala — Mendizabala (Recinto)
Fotografía — Rhythm And Photos

Para los amantes de la música que ya peinamos canas —si es que acaso peinamos algo— un festival como el Azkena Rock se vuelve un evento totalmente ineludible, ya que año tras año disfrutamos con bandas o artistas que nos encantan, y en el camino es habitual encontrar otras tantas que se descubren allí mismo y, en muchos casos, ya se quedan con nosotros.

¡Ojo! que este también es un evento abierto a la chavalería, pero para que acudieran tendría que atraerles la propuesta musical, que a veces es el caso. Y hay que hablar de la buena organización y el correcto comportamiento del público, que sigue sorprendiendo edición a edición, con baños limpios, personal suficiente para evitar aglomeraciones y un buen rollo que no se encuentra en otros festivales.

Como novedad positiva de este año destacaría la inclusión de cerveza tostada en todos los puntos de venta —hasta entonces había que ir siempre al Trashville—, y como negativa, la dificultad en algunos momentos a la hora de recargar la pulsera, dada la saturación de la aplicación, para coger comida o bebida. El excesivo calor y las intermitentes lluvias también fueron elementos reseñables del fin de semana. Un año más y un año único, como siempre. (J.B.)

Buzzcocks
Llegamos a tiempo para ver a uno de los cuatro grupos “descabezados” de esta edición, es decir, grupos que, por un motivo u otro, actúan sin su cantante original. Pete Shelley hace unos años que falleció, y desde entonces Buzzcocks han publicado un buen disco, “Sonics in the Soul”, pero no es lo mismo escuchar al guitarrista Steve Diggle cantar los nuevos temas que enfrentarse a los clásicos de punk rock y punk pop de la banda de Manchester en directo. Había pues cierta expectación en ese sentido, y todo comenzó bien con el “What Do I Get” seguida por “I Don’t Mind”, añadiendo algún tema nuevo como “Senses Out Of Control” y entrelazando esta con otros clásicos mayúsculos como “Fast Cars”, “Why Can’t I Touch It?” o “Love You More”, pero aunque la música sonaba bien, a la voz le faltó fuerza, se vio que a Diggle le faltaba aire y nos dejaba cantar buena parte de los estribillos de tonos más altos. Cantó la que ya había cantado desde siempre, su “Harmony in My Head”, que sirvió de final a un concierto que muchos disfrutamos, sí, pero sobre todo porque son canciones que amamos profundamente. (J.B.)

Quique González
El cantautor madrileño salía al escenario Respect para demostrar que lo suyo puede encajar en un festival como el que nos ocupa, arrancando con una “Kamikazes enamorados” que ya atrapó a buena parte del público y a base de un repertorio que, cuando tiró por derroteros más rockeros, fue aún más certero, como en el caso de “Miss camiseta mojada” o “Dónde está el dinero?”. Nos regaló su propia adaptación del tema “Is Your Love in Vain” de Dylan, y tiró de atinado repertorio propio, como en el caso de “Sangre en el marcador”, “Salitre”, la esperada “Charo” o “Vidas cruzadas”. (J.B.)

Melissa Etheridge
La compositora, guitarrista y cantante americana se trajo las canciones más icónicas de su carrera, basando mayormente el repertorio en la década de los ochenta y noventa. “Come to My Window”, “Bring Me Some Water” o “I’m the Only One” convencieron de sobra, acompañadas de esa adictiva voz de Etheridge, un poco a lo Tina Turner blanca, y cerrando con una extensa versión de la que seguramente sea su mejor canción, la tensionada y sexy “Like the Way I Do”. (J.B.)

The Damned
El cuarteto británico dio el que personalmente considero el concierto más destacable de esa jornada de jueves, con su formación de 1980 y con unas canciones imbatibles, los ingleses tocaron con elegancia y con pegada durante una hora. “Love Song”, “Wait for the Blackout” o la coreada “Eloise”, que ya grabó el grupo hace décadas y que a pesar de la conocida versión de Tino Casal es original de Barry Ryan, funcionaron al lado de temas de puro punk escuela del 77 como fueron “Fan Club”, dedicada a su primer guitarrista Brian James, “Neat Neat Neat” —en la que acometieron la proeza de incluir en su interior una parte del “Baby Please Don’t Go”— o la inevitable y maravillosa “New Rose”, con la que se despidieron. En el bis dejaron al guitarrista Captain Sensible explayarse en su amor por la psicodelia a través del “White Rabbit” de Jefferson Airplane, y cerraron definitivamente con las dos partes de su ya inmortal “Smash it Up”. Cumplieron con lo prometido. (J.B.)

Dinosaur Jr
Se sentía la excitación por ver una vez más al trío estadounidense sobre un escenario, sin embargo el hecho de que interpretase al completo un disco interesante aunque no notable como “Without a Sound” —un álbum que en su momento fue el primero que grabó J Mascis sin sus otros dos compañeros— lastró bastante el resultado, abriendo con la joya noventera “Feel the Pain” pero notando enseguida el deshinche por una falta de variedad importante. En la recta final recuperaron algo más la atención del público con cosas como “Freak Scene”, la más actual “Garden” que canta el bajista Lou Barlow, o su ya clásica versión alternativa del “Just Like Heaven” de The Cure. Antes que tocar el mencionado disco al completo hubiera sido interesante que incluyesen más temas de los últimos discos, pues el de esta banda es uno de esos casos en los que sus últimos trabajos pueden mirar sin titubeo a sus clásicos de hace décadas. Disfrutado, pero no del todo. Seguro que Juanito Wau y los Arrrghs estaban para entonces montando una buena fiesta garajera en el Trashville, y así me lo confirmaron después, pero a algunos no nos quedaban fuerzas ni para pestañear. (J.B.)

Psilicon Flesh
El viernes debía acudirse al recinto con fuerzas renovadas y teniendo las cosas claras, como el hecho de no perdernos a esa banda que, salvo por una puntual reunión hace años, llevaban veintitantos años separados. El cuarteto madrileño descargó su trash metal, hardcore y rock alternativo, berreando cuando tocaba y cantando prácticamente a través de susurros cuando la canción así lo pedía. Metal de fusión, un gran repertorio y mucha actitud. Una de las últimas fue “Malfunction”, que hizo que llegase tarde al siguiente bolo, pero mereció del todo la pena. (J.B.)

La Estrella Azul Live
Ya había arrancado el proyecto en directo basado en la aclamada película "La Estrella Azul", que rinde tributo a la música de Mauricio Aznar, del grupo Más Birras, donde interpretan la música del artista maño, así como temas del folclore latinoamericano. El protagonista de la película, Pepe Lorente, estuvo acompañado de lujo por otros cinco músicos, tocando desde canciones de hace cien años como “Vida y camino” a una adaptación en modo rock de la canción homónima de la película (que interpretaba Mercedes Sosa) y dejando para la parte final la esperada “Apuesta por el Rock n roll” del mencionado grupo de Rockabilly. Un buen homenaje. (J.B.)

Reckless Kelly
El quinteto americano  dejó otro concierto para enmarcar basándose en su country rock de carretera y con temas de distintas etapas. Era la primera vez que pisaban el país y entremezclaron potentes temas nuevos como “Keep Looking Down the Road” o “Fired Up Ready to Go” con atractivas y sentidas canciones, como en el caso de “Nobody’s Girl”, “Seven Nights In Eire” o “Wicked Twisted Road”. En este festival hay mucho fan de la música campestre y estos tíos trajeron mandanga de la buena. (J.B.)

Public Image Limited
El grupo post Sex Pistols de Johnny Rotten también ofreció un bolazo, aunque por los estilos que maneja no sea plato del gusto de todos. ¿Que parece que quieren epatar? Así es, y con gusto. Arrancaron con “This Is Not A Love Song”, continuada por algún tema reciente como el de la excelencia desatada por “Shoom”, y con clásicos suyos que van de lo comercial —maravillosa “Rise”— a lo más experimental —el cierre de “Chant”—. Lo suyo es post punk, pero siempre ha tenido mucha influencia la música de baile, sonando por momentos como una banda de música disco que pretende cargarse sus canciones. En el sentido correcto, claro. Los chorros de agua que desde la organización lanzaban al público propiciaron que evitaramos una muerte por derretimiento. (J.B.)

COFFIN
Bajo un sol de justicia, a media tarde y con el alquitrán de Mendizabala en modo candente hasta el punto de anclar nuestros pies al piso, el estruendo del tercer escenario, ese en el que todo pasa pero del que casi nadie parece percatarse, hizo que el espíritu del rock n’ roll, vital y contundente, se sobrecogiera. Y es que COFFIN, cuarteto australiano áspero como el esparto y bruto por afiliación, atacó un repertorio sin florituras, totalmente enfangado en la tradición rockera guitarrera de su continente-país. Punk rock bulldozer listo para el enfrentamiento frontal y hard rock a modo de desparrame sónico para fluctuar entre la high energy, AC/DC (hubo versión de “Riff Raff”) y Motorhead. El combo, amante del ruido y la energía pecó de estatismo pese a que un robusto batería-cantante defendió el castillo como un auténtico guerrero. El público disfrutó como si varios autobuses llenos de estudiantes de la ESO llegaran a un parque acuático. Si el rock puede ser salvado, esto ocurrirá en Australia. (I.F).

Lucinda Williams
Tras aquel Ictus de Lucinda Williams, y que nos la trajo hace unos años a este mismo festival, no sabíamos qué nos íbamos a encontrar. Desde luego que la cosa había mejorado desde la última vez, sonando su voz prácticamente como antaño aunque, eso sí, sin fijar prácticamente la vista en el público al estar leyendo en todo momento las letras. Y es que los milagros aquí no existen y ya es suficientemente positivo que a base de trabajo y ensayo la artista americana haya recuperado mucho de lo que siempre fue. “Stolen Moments”, de su más reciente álbum, sonó junto a clásicos como “Car Wheels on a Gravel Road” o “Drunken Angel”, con un Marc Ford a la guitarra espléndido, como siempre. Antes de que finalizara pude escuchar el “While My Guitar Gently Weeps” de George Harrison mientras salía hacia otro concierto y me encontraba con Quique González entre el público. (J.B.)

Escape-ism
Por fin pisé el Trashville para escuchar al dúo Escape-ism, comandado por el gran Ian Svenonius (The Make-up) y junto a Sandi Denton, en su particular lectura del rock n roll más primigenio, aunque en versión electrónica. Una caja de ritmos y ambos a las voces y guitarra/bajo. Un estimulante y oscuro concierto. (J.B.)

Turbonegro
La banda noruega eran otros descabezados, o sea, que ya no contaban con su carismático cantante original, Hank von Helvete, quien falleció en 2011. Tienen sustituto fijo desde hace años y aún suenan bien pero, quizá por cosas de la nostalgia, o puede que porque los vi con Helvete en mi primer y recordado Azkena del 2004, la cosa no me sonó tan auténtica, sin parecerme flojo en ningún momento. Aunque sólo fuera por escuchar temas como “Get it On”, la enorme “The Age Of Pamparius” o el cierre de “I Got Erection” había que acercarse, y no me arrepentí. (J.B.)

Robert Jon & The Wreck
Como ejercicio previo a la majestuosidad de John Fogerty, el rock americano de empaque y tradición sureña tuvo su particular descarga en Mendizabala. Otra vez en el tercer escenario, gracias a la formación de Orange County, California, que exploró con éxito y potencia pero con un exceso de pulcritud casi todos los terrenos del rock sureño. Si bien el quinteto consigue en sus trabajos de estudio que el sentimiento salga a flote, sobre las tablas de Mendizabala se mostró enérgico y convencido pero un tanto encorsetado en las formas. Su potente mezcla de southern rock y hard rock brilló como ejercicio dominante pero apenas pudo rozar el romanticismo de la épica. Una épica buscada, sin duda. Pero si, por ejemplo, COFFIN se revolcó por el charco de barro que le permitía el momento, Robert Jon & The Wreck ganó por aplastamiento sin siquiera bajar a ese terreno mojado, incluso cuando el momento pedía despertar los instintos. Pese a todo, gran noticia que bandas jóvenes demuestren que hay vida más allá de la enésima repetición de Lucinda Williams, Turbonegro o Hellacopters. (I.F).

John Fogerty
El concierto que más personas atrajo al festival, el del legendario John Fogerty —quien ya tocó en una edición de algunos años atrás— duró casi una hora y media y no cesó en lanzar hits a chorro. Muchos de esos éxitos de la Creedence, de los que hasta hace unos años Fogerty no tenía los derechos a pesar de haberlos escrito todos él, sonaron excelentemente a pesar de los ochenta años que ha cumplido recientemente. Estaba bien acompañado por una banda solvente, que incluía a sus hijos, y desde la inicial “Bad Moon Rising” al final de “Proud Mary”, haciendo parada en temas en solitario como la coreada “Rock n roll Girls” o la preciosa “Joy of My Life”, dedicada a su mujer, lo de Fogerty parecía de otro planeta, dando cada nota en su sitio, tanto a la guitarra como a la voz. Otros dardos bien lanzados fueron “Up Around the Bend”, “Lookin Out My Back Door”, la extensa jam cuasi psicodélica localizada en el interior de “Keep on Chooglin’” o el aún demasiado desconocido “Fight Fire” de cuando aún no eran Creedence Clearwater Revival y se los conocía como The Golliwogs, entonado por uno de sus vástagos. Poco antes de interpretar “Rockin’ All Over the World” —popularizado por Status Quo pero de cosecha propia— el anfitrión brindó con champán a modo de celebración de la recuperación de su catálogo, de todo el trabajo de su vida, en realidad. Fogerty es, desde hace mucho y por derecho propio, patrimonio de la humanidad. (J.B.)

Diamond Dogs
Una de las grandes bandas del rock de las últimas décadas, los suecos Diamond Dogs, llevan años separados pero recientemente grabaron junto al gran guitarrista de sesión Chris Spedding un disco de tributo a uno de los más influyentes del rock n roll de siempre, Little Richard. No grabaron temas nada típicos, como tampoco los interpretaron durante la noche del viernes. Pudieron sobrevivir sin “Tutti Frutti”, por ejemplo, y se lanzaron a por canciones más oscuras e igualmente excitantes como “Dew Drop Inn”, “Slipin’ and Slidin’”, “King of Rock and Roll” o el baladón “Send Me Some Lovin’”, completando el show con temas de los propios Diamond Dogs, algunas de puro sabor Rolling Stones. Grandísimo fin de velada. (J.B.)

Kitty, Daisy & Lewis
La música el sábado daba comienzo antes de lo previsto, con los maravillosos Kitty, Daisy & Lewis en la Plaza de la Vírgen Blanca y el sol abrasador. Ahí estaban con un bajista y con su padre sentado tocando, por lo general, su guitarra. Los hermanos se cambiaban como de costumbre de instrumento cada una o dos canciones y volvieron a demostrar porqué son uno de los grandes grupos de la actualidad. Se despidieron con la caja de batería al centro e interpretando el “Going Up The Country” con el que muchos los conocimos hace más de quince años y que en su momento popularizó Canned Heat. Grandes y necesarios. Y estoy casi seguro de que quienes tocaban a un lado de la plaza eran The Pushermen, con sus versiones de funk y rock clásico, y que insuflaron energía con melodías como “Jungle Love”, “Play That Funky Music” o “Born To Be Wild”. (J.B.)

The Pill
El dúo inglés The Pill está compuesto por dos chicas que tocan guitarra y bajo, ambas cantan, y en conciertos los acompaña un batería. Suenan a punk descarado, a bofetada sonora. Sólo pude ver parte de su concierto, pero con cosas como “Woman Driver” convencieron de sobra a los allí congregados.

Wallaroos
Pasarse de vez en cuando por el Trashville suele traer buenas sensaciones, como descubrir a los belgas Wallaroos, un divertido grupo de ska, punk y psychobilly que, ataviados con chándals noventeros adaptaron, por ejemplo, el clásico de Eurodance “What Is Love” o la mítica “Shout” a la vez que nos lo hacían pasar de madre. (J.B.)

The Chesterfield Kings
La banda neoyorquina también venía sin su pieza clave, y en este caso había habido bastante controversia por ello, al seguir vivo su cantante y compositor principal, Greg Prevost, pero no querer participar en el proyecto. Algunos consideraban que no deberían girar con el nombre original. Pero es cierto que ahí está Andy Babiuk, quien lleva desde el principio en el grupo —comenzó en este siendo adolescente— aunque ahora hace de frontman y canta los temas. Y la verdad es que suenan cañón. Arrancaron con “Up and Down” seguida de su clásico de los ochenta underground “She Told Me Lies”, y llegados a ese punto ya tenían a la peña en la palma de su mano. Tocaron la contundente “I Don’t Understand” y varios de los nuevos temas, como el de sonido muy The Yardbirds, “Fly the Astral Plane”. Garage rock canónico y efectivo. Muy disfrutado. (J.B.)

The Lemon Twigs
A The Lemon Twigs, que todavía parecen adolescentes aún llevando una década en esto, no los había escuchado demasiado en disco a pesar de lo bueno que casi siempre me auguraban, así que mi desvirgue fue en directo y conecté con su música, que sonó nítida y plagada de sonidos muy The Beach Boys o sonidos muy The Byrds. De hecho, si hay algo que se les pueda achacar quizá sea que a veces suenan demasiado a sus influencias. De desmenuzar este concierto se encargará mi compañero Urko. Y después de tanta melodía de pop preciosista, por la zona se olía que apetecía algo diferente, más duro. Dead Kennedys, los últimos descabezados de este año, se lo montaban con la peña en el tercer escenario, el llamado “Love”. No tendrán al esencial Jello Biafra, pero hay que reconocerle el mérito a su vocalista desde hace más de una década, Skip Greer, showman que zarandeó lo zarandeable, vaciló al público, y cumplió con las tareas vocales de sobra. A mí me sorprendió como al que más. Con dos miembros originales en sus filas, guitarra y bajo, y un repertorio imbatible —mayormente escrito por Biafra, aunque siempre han tenido discusiones al respecto—, el cuarteto nos acercó al punk y al hardcore con ecos de surf que creó la banda durante los ochenta y que tantas ganas había de escuchar en directo. Interpretar con pasión y cierta credibilidad “Police Truck”, “Holiday in Cambodia” o “Too Drunk to Fuck” como pruebas de fuego… (J.B.)

The Flaming Lips
A continuación tocaba una decisión demasiado jodida. ¿Abandonar a Dead Kennedys por The Flaming Lips o a la inversa? Se hizo lo que se pudo y pasadas cuatro canciones del concierto de The Flaming Lips aterricé en el primer escenario, “God”, para encontrar un orden de temas que ya conocíamos, el interesante disco “Yoshimi Battles the Pink Robots”, del 2002 y una de las cimas de la banda, interpretado en su integridad. Pop y rock psicodélico transportador ya de por sí, e impulsada esa sensación por el despliegue físico y visual sobre el escenario, con los ya conocidos “robots rosas” entre los músicos —unos convincentes hinchables—, confeti, grandes globos de colores o los ojos y labios hinchables que se usaron después, todo ello aderezado con el mejor de los juegos de luces y lásers. Una auténtica experiencia psicodélica. Fue una noche especial, y esos minutos quizá aún más, sobre todo cuando tocaron “Do You Realize” y una fuerte lluvia espantó a algunos e hizo que otros hiciésemos cosas tan raras como ponernos la tapa del contenedor de basura encima, sujetándolo con el brazo, para taparnos de la lluvia sin dejar de presenciar el show. La música te lleva a lugares extraños. Después más confeti, más melodías embriagadoras, y tras finalizar el disco también tocaron, entre otras, “The Yeah Yeah Yeah Song”, que siempre da subidón, y la clausuradora “Race for the Prize”. Al final, el majete de Wayne Coyne —que si la música funcionó a modo de LSD, su creador fue una especie de anfetamina para con el público, recargando constantemente sus pilas— mostró un mensaje para el festival en grandes letras-globo que decían: Fuck Yeah Azkena Rock Festival. Personalmente no sólo lo considero uno de los tres conciertos principales de esta edición, también, y a varios niveles, uno importante. (J.B.)

Margo Price
La propuesta de la americana Margo Price quizá hubiera encajado mejor un par de horas antes, pero el suyo fue un concierto de muy buen country rock, con sus subidas a lo bluegrass y sus necesarias baladas, y en el caso de estas últimas destacaría “Too Stoned to Cry”, que en la versión del disco comparte voz con el gran Billy Strings y que la noche del sábado sonó muy sentida. Algunas de su próximo álbum ,disponible desde finales de agosto, como “Don’t Wake Me Up” o el temazo de Kris Kristofferson “Don’t Let the Bastards Get You Down” brillaron con luz propia, y se despidió con una de su álbum de debut, que ya casi tiene una década, “Hurtin’ (On the Bottle)”. (J.B.)

Manic Street Preachers
Al grupo galés Manic Street Preachers les dejaron hora y media de repertorio, considerándolos cabezas de cartel del sábado. Repasaron sus treinta años de carrera con hits de pop rock y abriendo ya la veda desde el comienzo, con ese “Motorcycle Emptiness” que coreó todo fan que se preciara. Sonaron algunos temas del más reciente álbum, como “Decline & Fall” o la simpática “People Ruin Paintings”, y bajando el ritmo y decibelios momentáneamente, el guitarrista James Dean Bradfield tocó “Rain Drops Keep Fallin’ on My Head” y comenzó también en solitario “The Everlasting”, a la que después se unió la banda completa. Tampoco faltó “ A Design for Life” y la ,aún más coreada, “If You Tolerate This Your Children Will Be Next” como adecuado final. (J.B.)

Cherie Currie
A The Hellacopters ya los había visto en distintas ocasiones, y por eso fui a por Cherie Currie, que interpretaba exclusivamente repertorio de su ex banda The Runaways. Hace ya un tiempo que la cantante escribió en sus redes sociales, declarando que apoyaba a Israel en el conflicto, y esto generó que su concierto estuviera prácticamente vacío y que algunos de los asistentes levantasen banderas palestinas como protesta. En mi caso no me había enterado de nada de esto hasta ese momento. Se comentó y en varios momentos se percibió que tanto ella como parte del público se sentía violentado. Hablando de música, temas rockeros del calibre de “Is It Day or Night?”, “American Nights” o la esperada “Cherry Bomb”, todas incluidas en los dos discos en los que participó la vocalista en los setenta, sonaron competentemente y con fuerza durante la incierta madrugada. (J.B.)

Cuentan que unas 47.000 personas acudieron al festival durante todo el fin de semana. Hubo momentos meteorológicos de todos los colores —de los abrasadores 37 grados del viernes a las intermitentes lluvias del sábado, pasando por los necesarios manguerazos por parte de la organización —, y a la vez que escuchamos sonidos que fueron del punk al country, con parada en la psicodelia, el metal o el más básico rock n roll… ¡qué narices! Volvimos a reafirmarnos en que, por distintos motivos, este sigue siendo nuestro festival. (J.B.)

Eh Mertxe!
Llegamos a la última jornada de ARF cargados de ilusión, ya que desde primera hora tocaban dos grupazos vascos. Eh Mertxe! a las 17:30 y Ezezez las 18:00. ¡Ahí es nada! Eh, Mertxe! inauguraron el cartel del sábado, y en el escenario grande. Cuando llegamos ya le estaban dando a “Jakingo bazenu”, una de las pocas canciones que tienen en euskera, y que tan bien les sienta. He de recalcar que el nivel de energía que proyectan sobre el escenario no se corresponde con el sonido de sus grabaciones. Nunca fue fácil, pero es que la actitud y el sonidazo en directo difícilmente se podrá replicar en estudio.

“Ácido es su ser” es un buen ejemplo de lo que acabamos de comentar y le da mi vueltas a la grabación, que no está mal (para nada) pero el valor de su interpretación les hace subir enteros. La comunicación con el público, la fuerza bruta y el arte de dominar el escenario hicieron que el show se nos hiciera muy corto, aunque no olvidamos temas como “No quiero salir”, las empalmadas “Perviérteme” y “Relevo”, o seguidamente “Aitaren etxea” con “Qué más da” etc. La oportunidad de tocar en un festival de este bagaje ante un público tan numeroso -si tenemos en cuenta la hora-, la aprovecharon bien y a buen seguro que hicieron nuevos fans. (U.A.)

Ezezez
Sin tiempo para más nos desplazamos rápidamente al escenario tres, donde tuvo lugar el concierto más explosivo del sábado: los bilbaínos Ezezez ya habían tocado en el Bilbao BBK Live con anterioridad, por lo que ya venían con rodaje, y además presentando un fabuloso nuevo disco (“Kabakriba”, publicado el mes pasado) que desde ya entra en el ránking de los mejores del año. Le estaban dando a “Dutxita” cuando llegamos, y ya se respiraba la tensión de los grandes momentos del Azkena. Los temas del nuevo disco suenan realmente potentes, como “Zorozelai”, “Ez da iristen” o “Laverinto Club”, lo cual, combinado con temas más veteranos, como “Etxetxo” o “Marmitako”, conformó una buena muestra de su capacidad.

El sábado fue el día de Ezezez, pero sobre todo fue el día de su front-man Unai Madariaga, que hizo una de las interpretaciones más incendiarias que se vieron en todo el día. Se subió al andamio lateral derecho, saltó desde ahí al escenario, se metió el micro en los cojones en “Zikin”, hizo el pino, cantó tumbado en el suelo... en fin, un despliegue total y absoluto de carisma. La cara pintada, los recuerdos poco cariñosos a Cherie Currie, actitud a raudales... Madariaga parece hecho para el escenario, y viendo la calidad de los nuevos temas, diríamos que lo mejor está por venir. Gran actuación. (U.A.)

Richard Hawley
La profunda voz de Richard Hawley nos atrajo al escenario grande, donde desplegó todo su reservado encanto, atreviéndose a empezar nada menos que con una canción de siete minutos... Y sí, “She brings the sunlight” sonó a gloria. Siguió con “I’ve got a broken heart” y la más penetrante “Open up your door”. Se le suele catalogar como Indie Pop, aunque lo que más nos engancha es su faceta de crooner y la profundidad de sus cuerdas vocales. Tampoco se olvidó de meter más caña, como en “Deep space”, de lo más reconocible de su reperetorio, o la explosiva “Leave your body behind you”. Una actuación profesional, aunque para gustos los colores, ya que puede que un sector no las tenga todas consigo. Lo cierto es que joyas como “Don’t stare at the sun” merecen los mejores elogios. (U.A.)

The Lemon Twigs fue uno de los mejores descubrimientos del ARF 2025. Quedaba claro que sus melodías son mágicas y su actitud está impregnada de una tremenda frescura, pero lo visto en el escenario superó de nuevo las expectativas. Maravillas melódicas como “I’ve got a broken heart”, armonías a tres voces que encogen el corazón y una ristra de clásicos instantáneos como “Any time of day”, la marchosa “I wanna prove to you” convencieron a muchos. La actitud y vitalidad de los hermanos D’Addario se mezcla con una positividad tremenda de poses, saltos y toneladas de carisma, algo que en principio no parace tan fácil si tenemos en cuenta el estilo que practican. Estos chicos llegarán lejos. Canciones como “Ghost run free” resumen perfectamente lo mejor de The Kinks o los Beach Boys. De ahí en adelante todo fue hacia arriba, hasta terminar con un rocanrol vigoroso como “Rock on (Over and over)”. Y no, no hubo esta vez homenaje al recientemente fallecido Brian Wilson con “Good vibrations” pero eso fue justamente lo que nos transmitieron: buenas vibraciones. (U.A.)

Derby Motoreta’s Burrito Kachimba
El escenario tres es muchas veces el escenario uno: los mejores de cada edición tienen que competir con esta maravilla de escenario, que muchas veces supera a lo acontecido en los dos principales. Ver a Derby Motoreta’s Burrito Kachimba era casi obligatorio para un servidor, que nunca los había visto. Su mezcla de rock andaluz, Hard vigoroso, la profundidad del progresivo y la contundencia heavy conforman un cóctel explosivo. La intro “Agua grande” ya nos vaticinaba que algo importante se nos venía encima, y se reflejó en un repertorio variado e intachable. El poder de un petardazo como “Porselana teeth”, otro como “El chinche” y la potencia de sus guitarras nos abrasaron a las primeras de cambio.

Este rock andaluz con raíces en Triana, Granada o Medina Azahara recoge en principio toda la potencia heavy de estos últimos, pero las raíces arábigas tampoco faltan y maravillas como “Ef Laló” pusieron a cantar a una parte nada desdeñable de fans que se lo estaban pasando en grande. El manejo del escenario, las poses y bailes a lo Robert Plant y la comunicación con el público convierten al cantante Dandy Piranha en el centro de atención, al igual que el heavy guitarrista rítmico de la banda. La lluvia nos castigaba sin piedad pero en la parte delantera nadie se iba, algo que el grupo agradeció repetidamente. El final vino con “El salto del gitano”, otra joya arábigo/andalusí con estribillo imbatible. Impresionante, lo mires por donde lo mires. (U.A.)

Cherie Currie
El plato fuerte para muchos era la mítica Cherie Currie, otra vez en el escenario tres, y no nos arrepentimos de haber visto la actuación completa. El repertorio, basado sobre todo en temas de las Runaways, fue un sueño hecho realidad, aunque sí que observamos que había poca gente viendo el concierto. Por lo visto, y nos enteramos el mismo día, había una especie de boicot por unas declaraciones suyas referentes al conflicto palestino/israelí (vamos, de la masacre de Gaza) en las que, según oímos, defendía al estado sionista. Hubo abucheos, banderas palestinas, insultos... Elegimos ver el concierto entero porque la ocasión era única, y Cherie no se acobardó, aunque debió ser muy duro para ella. Comenzó con nada menos que dos petardazos de las Runaways como son “Queens of noise” y “California Paradise”. Su banda, por su parte, la respaldaba aunque no fuera una actuación explosiva. (U.A.)

Los temas en solitario de Cherie, concretamente del disco “Blvds of splendor”, tales como “Mr. X” o “You wreck me”, sonaron especialmente engrasadas, aunque para himnos ahí estuvo la invencible “Is it thay or night” (de Runaways, por supuesto), el “Rock’n’roll” de la Velvet Underground aunque las Runaways la hicieran suya en el primer disco, “Secrets”, “Midnight music”, “American nights” o “C´mon”. La sorpresa fue mayúscula cuando tocaron una maravillosa “Since you been gone” de Rainbow (de acuerdo, originalmente de Russ Ballard) y el final con “Cherry Bomb” fue brutal. El concierto no fue un petardazo, y Cherie no es Joan Jett. Tampoco le vamos a pedir que salte como Iggy Pop, pero tiene bastante actitud sobre las tablas, aunque no tenga mucha movilidad ni especial carisma. Sacó el show adelante e intentó comunicarse con el público que le gritaba, diciendo que la política y la música deben estar separadas etc. Aunque también dijo que amaba a todo el público que asistió, incluyendo a los que la abuchearon. (U.A.)

Cerramos así el último día del festival, aunque aún tuvimos oportunidad de ver el último cuarto de hora de los Hellacopters (aún explosivos). Este año tampoco ha pinchado el Azkena, y aunque haya opiniones para todos los gustos, meter 47.000 personas (contando los tres días, que quede claro) sin un cabeza de cartel claro tiene su mérito. Recordamos ediciones con menos gente, pero cada vez que se le cuestiona, el ARF resurge con más fuerza si cabe. Por no olvidar que la pura supervivencia y un historial de 23 años suponen un mérito más que elogiable. (U.A.)

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