Después de diez años decide colgar las botas uno de los festivales con mejor reputación de todo nuestro territorio. Una verdadera lástima ya que el Faraday, además de celebrarse en el marco incomparable de la Playa del Far de Vilanova, en los últimos diez años siempre había logrado configurar un cartel atractivo y bien compensado con nombres interesantes del panorama alternativo nacional e internacional; todo ello coronado con la presencia de alguna banda o artista de culto para acabarlo de redondear como Nick Lowe, Robyn Hitchcock Jeff Tweedy o The Divine Comedy.
Siguiendo con la tónica del año pasado se dejó ver una mayor presencia de público extranjero en el recinto, y al igual que está sucediendo en el resto de festivales, la media de edad superaba la treintena. Pero centrándonos en lo que dio de si esta última edición, el viernes por la noche, Alba Lua cumplieron a la perfección en su directo gracias a su sólida apuesta por el pop lo-fi de afiliación cien por cien 90s. Headbirds armado con un sinfín de artilugios digitales animó a la gente a bailar a ritmo de house y british garage. No estuvo nada mal lo que pudimos escuchar, lástima del sonido falto de graves, del escenario donde tocó.
The House of Love bien valían un desplazamiento express hasta Vilanova i la Geltrú, la banda estandarte de la mítica discográfica de Alan McGee, Creation Records puso patas arriba la ya compulsa escena británica de finales de los ochenta. Se había creado una gran expectación previa para ver al que sin duda era el gran reclamo de la edición de este año. La banda liderada por Guy Chadwick y Terry Bickers se volvieron a reunir hace ocho años para ofrecer algunos conciertos puntuales. Este año, coincidiendo con la publicación de nuevo álbum “She Paints Words in Red”, han venido hasta aquí para ofrecer su única actuación en nuestro país. Ciertamente, aunque su nuevo trabajo está todavía caliente, los de Londres hicieron bastantes paradas en algunos de sus grandes hits del pasado como “The Beatles and The Stones”, “Christine” o “Shine On”. De su nuevo trabajo calaron hondo con “She Paints Words in red” y la estruendosa “Never Again”. Fue todo un lujo verlos aunque Chadwick no acabase de cogerle el tono a la voz en buena parte del concierto.
Tokyo Sex Destruction por fin tocaron en el festival más importante de su ciudad, y para la ocasión no se anduvieron con chiquitas. Salieron con las pilas bien cargadas desde que salieron al escenario y regalaron en primicia algunos de los temas de su inminente nuevo trabajo.
Para la jornada del sábado todavía quedaban por colocar en el rompecabezas algunas piezas importantes. La que más fue la de Jonathan Wilson, que sin duda protagonizó el directo más completo de la edición de este año. Y buena parte de la culpa la tuvo la excelente banda que le acompaña últimamente en sus directos. Nadie duda que su último disco, “Gentle Spirit” sea uno de los mejores lanzamientos de los últimos dos años gracias a unas composiciones reflexivas cargadas de melancolía, que lo emparentaban con Vetiver y Josh T. Pearson. Pero lo que vimos en los jardines del Molí de Far fue una demostración encantadora de rock americano clásico. Las referencias a la época dorada del rock facturado en Laurel Canyon, en Los Angeles fueron ineludibles, con aquel rock de la costa oeste, colorista y con tintes psicodélicos que tan bien interpretaron bandas como Buffalo Springfield, The Byrds o The Eagles. La verdad es que dio igual que el directo empezase con una hora de retraso. Su directo sonó a gloria.
Tuya presentaron “Waterspot”, su único disco grabado hasta ahora con una buena aceptación por parte del público. Lo cierto es que el trío que se presentó en directo, conformado por Juan Diego Gonsálvez, Brian Hunt y David T. Ginzo tuvieron buena parte de la culpa. Presentaron una propuesta heterogénea mucho más interesante en los momentos en los que los recursos electrónicos eran más latentes.
Pony Bravo la volvieron a liar sobre un escenario gracias a esa combinación ganadora de letras entre lo surreal y la protesta y unas estructuras sonoras que van del rock n’ roll primitivo al post-punk, pasando por el kraut rock y la rumba, si hace falta. Comenzaron con “El Rayo”, y a partir de ahí fueron desgranando a lo largo de una hora lo mejor de sus dos únicos discos publicados hasta la fecha. Los momentos álgidos llegaron con “Turista ven a Sevilla”, “Noche de setas”, “Cheney”, “Eurovegas”, “El Político Neoliberal”, “Mangosta”, “China da miedo” y sobretodo “La Rave de Dios”.
John Talabot (en la foto) vino acompañado por Pional e interpretaron en directo el disco que les ha colocado en los puestos de cabeza de la liga de campeones de la electrónica mundial. Sin duda fueron el mejor colofón en cuanto a directos, que podía tener el festival. La fiesta continuó hasta la madrugada con una sesión con una gran selección a cargo de DJ Coco. Lluís S. Ceprián
La jornada del sábado se abría con los conciertos organizados por los chicos de A Viva Veu en la piscina del Ceferino. El pase más destacado de la tarde fue el de Son Bou, trío de punk pop barcelonés con facilidad para el hit rompesuelas que cada vez recuerdan más a una encarnación patria de los añorados Go Sailor. Acaban de sacar un single en formato digital y hay que seguirles la pista de cerca.
Ya en el El Molí del Mar la presencia a las ocho de la tarde de Lorena Álvarez y su jotismo pop hizo que el recinto registrara una buena entrada desde un buen inicio (el día acabaría colgando el cartel de sold out). Tras la asturiana llegaba e turno de la pizpireta Alondra Bentley, que, cual Campanilla en el País de Nunca Jamás, fue dejando caer sus tonadas de folk pop acompañada de coquetos arreglos de viento y un teclado. Tuvo tiempo de repasar las canciones de su último disco, “Forgotten Room”; dejar caer una canción de su álbum para los más pequeños de la casa, “Sings for children, It’s holidays”; y de cantar a dueto con Gary Olson (The Ladybug Transistor) la bonita “Meltdown. Apuntar que la Bentley a ratos se pasó con el azúcar.
Problemas con los vuelos fueron los culpables de que concierto de Jonathan Wilson se iniciara con un retraso notable. Una hora después de la hora prevista el norteamericano se presentaba en el escenario grande del Faraday como cabeza de cartel del día. Y bien, su pase dividió al respetable. Su primera canción, una pieza de rock setentero y sureño de más de diez minutos que funcionó como una declaración de principios, ya dejó bien a las claras por donde irían los tiros. Más cerca de una jam band (por ejemplo, Grateful Dead), que de Neil Young. Y así fue. Canciones largas, Wilson demostrando que es un virtuoso a la guitarra… Todo muy en su sitio. El que esto escribe, no conectó mucho con el imaginario sonoro de Wilson y cía.
Una vez finalizado el concierto del músico norteamericano tocaba desengrasar un poco con una propuesta de aquí de la que quizás se oiga hablar en la órbita independiente próximamente. Tuya ofrecían en Vilanova su tercer concierto y lo suyo es el pop infamado, algo sobreactuado, el que busca el subidón a toda costa; que puede hacer las delicias de los seguidores de HATEM, Vetusta Morla y de los grupos de brit pop de nuevo cuño. Juguetean con la electrónica, tiene una base rítmica potente y juegan la baza de la intensidad.
Para finalizar las noche dos platos fuertes Pony Bravo y John Talabot. Los sevillanos aparecían en el escenario grande el Molí del Mar para volver sobre las canciones de los dos discos que les han convertido en unos de los perros verdes con más fans en la escena independiente patria, “Si Bajo de Espalda no me da Miedo y Otras Historias” y “Un gramo de fe”; y para defender las canciones de “De palmas y cacería”, su último disco de estudio”. Entre clásicos de su repertorio como “Noche de Setas, “Eurovegas”, “Zambra de Guantánamo”, “Mangosta” y “La raves de dios”; cayó una canción nueva a la que catalogaron como “post-lolailo”; poseedora de una base electrónica machacona que no distaba mucho de uno de los hits de Omar Souleyman. Con un directo algo verbenero que a ratos les hacía parecer unos No me Pises que Llevo Chanclas pasados de ácido, Pony Bravo ofrecieron un buen bolo.
Acto seguido llegó John Talabot para hacer mover las caderas del respetable. Tiene unas canciones de indudable pegada y la traslación al directo es impecable; sobre un escenario su vena ochentas se multiplican por cinco, de hecho a ratos parecía un artista de Italians Do It Better, la voz de Oriol Riverola se asemejaba a un trasunto de Alexis Taylor de Hot Chip, las percusiones que utiliza enriquecen el conjunto; pero falla algo. Todo parece demasiado frío, Riverola y su compañero están demasiado estáticos, y falta algún juego de proyecciones o de luces para hacer más dinámica una puesta en escena demasiado sobria para la música que ilustra. Una pena, porque el resto, la música, es casi de diez. Xavi Sánchez Pons
Pony Bravo lleva publicados tres discos, no dos
Amigo anónimo, nuestro colaborador no dice en ningún momento que tengan dos disocs.. .vuélvetelo a leer y compruébalo por tí mismo.
Tokyo Sex Destruction tocaron entero su disco Sagittarious y no "regalaron en primicia algunos de los temas de su inminente nuevo trabajo" ya que este salió hace unos meses...vaya tela señor Ceprián!!