El festival En Vivo, la apuesta por el rock y el hip hop estatal en Madrid, llegaba el pasado fin de semana a su tercera edición, y lo hacía jugándoselo al doble o nada. La mudanza del Getafe Open Air al auditorio Miguel Ríos de Rívas Vaciamadrid suponía multiplicar por dos su aforo y exponerse a un necesario crecimiento que superó con creces, agotando por primera vez todos los abonos puestos a la venta. Un éxito debido en gran parte a Extremoduro, reyes absolutos de un variado cartel que dejaría grandes momentos con bandas y artistas como El Drogas, Bad Religion, Duo Kie o Rosendo.
Todo comenzaba el pasado jueves, con un cartel el de la primera jornada no muy potente más allá de la presencia de Max Calavera al frente de Soulfly o de unos clásicos del rock español como Los Suaves. A las siete de la tarde, el auditorio Miguel Ríos abría las puertas de un amplio recinto coronado por el grandilocuente auditorio principal, que tendrían el honor de estrenar los madrileños Niño Mandarina, aún con escaso público. Pronto, casi sin tiempo para reaccionar y tras la actuación de unos Silencio Absoluto con nada realmente nuevo que ofrecer, llegaba el momento de Los Suaves. Una banda tan imprescindible para el rock urbano como impredecible en directo debido a la incógnita permanente en torno a su cantante, Yosi Domínguez. Grandes momentos para los incondicionales, con la banda funcionando a pleno rendimiento en clásicos como “No puedo dejar el rock” o “Maldita sea mi suerte”, cierta incomprensión para los demás. En adelante, la jornada del jueves ofrecería dos grandes ejemplos de mínima exigencia y pasión por la fiesta, con un público que crecía imparable y que empezaba a convertir el festival en todo un éxito. Era el momento de dirigirse hacia el escenario 2, donde ya esperaban The Locos, escisión de Ska-P que sin reparos repiten la fórmula de la banda madre. Poco después, Mojinos Escozíos cogerían el relevo, con su eterna parodia de tan dudosa incorrección política. Mención aparte merece el escenario de hip hop, un universo paralelo que el jueves contaría con los transgresores Duo Kie, y que se encaminaría después hacia el reggae y el dancehall gracias a Morodo o Swan Fyahbwoy.
Llegados a la segunda jornada del festival todo marchaba según lo previsto. Todo menos el clima, decidido a empañar el En Vivo con una lluvia que no ofrecería ninguna tregua durante la noche del viernes. Poco que hacer más que aguantar el chaparrón, pues el festival seguía su curso y abría una nueva jornada con valores seguros como Sôber o Celtas Cortos, con propuestas de sobra conocidas para el asistente medio. Un lujo, por otra parte, la presencia de Kiko Veneno, que anticipaba la actuación de otro clásico de nuestra música. Pasadas las diez de la noche ahí estaba él, con su eterna sencillez y buen hacer. Rosendo Mercado -el padre de todo esto con permiso del señor que da nombre al propio auditorio- derrochaba honestidad con clásicos como “Mala vida” y temas más recientes como “Amaina tempestad”, tan contradictorio para la ocasión... Y es que el cielo, insatisfecho, no cejaba en su empeño de estropear el día, una situación complicada que los asistentes resolvieron con gran actitud y haciendo buen acopio de chubasqueros. El show debía continuar, y ya se preparaba el ambiente para la llegada de otro de los platos fuertes de la jornada, Bad Religion. Los californianos no decepcionaron, aprovechándose del gran sonido del escenario principal y de las ganas de la gente de olvidarse de todo y disfrutar. Ganas que se contagiaban desde el propio escenario, con un ya maduro Grag Graffin bromista y de constante buen humor, que atacaba con incontestables como “I want to conquer the world” o “American Jesus”. Así, resulta sencillo. Poco después, otros veteranos y grandes amigos de los festivales como Boikot volvían a convertir Rivas en una fiesta, desplegando su punk rock reivindicativo antes de la salida a escena de Macaco, encargado de cerrar el escenario principal con su mezcolanza de estilos. Y es que los saltos mortales entre géneros fueron la tónica general de un festival que sin prejuicios pasaría poco después del flamenco de El Puchero del Hortelano al metal de Skunk DF.
El sábado amanecía con más de 50.000 personas vigilando las nubes. Poco podía pasar que empeorara la situación de la segunda jornada, y poco era suficiente para traer la felicidad al público ante un sábado más que prometedor. El cielo, por suerte, supo comportarse, y el día comenzaba con buen pie gracias a la frescura del trío The Rebels y al talento de un símbolo del heavy metal nacional como Leo Jiménez. Llegaba entonces el momento de escuchar a otro de los protagonistas de la tercera edición del En Vivo. Enrique Villarreal, más conocido como El Drogas, inevitable referencia del rock español tras 30 años al frente de Barricada, se presentaba por primera vez bajo su propio nombre. Con su característico pañuelo atado a la cabeza y sin camiseta, riéndose del mal tiempo, El Drogas fue desgranando un repertorio en el que esta vez cabían temas de todas sus épocas. Sonarían clásicos como “Animal Caliente” o, por supuesto, “En blanco y negro”, en un exitoso concierto que llegaría a su fin con “Azulejo frío”. Ilusionante aventura la que comienza el navarro. Llegados a este punto, se palpaba cierto nerviosismo en el ambiente, y es que se acercaba Extremoduro, reclamo principal del festival. Cercanas las diez de la noche, la pista del auditorio se presentaba repleta, un detalle muy a tener en cuenta pues incluso en los momentos más concurridos solo había alcanzado la mitad de su capacidad. Las gradas también se llenaban y palabras como “legendario” e “histórico” se escuchaban entre el público, impresionado al contemplar la multitud reunida para la ocasión. Precedidos por un videoclip de uno de sus temas más recientes, aún sin título, Extremoduro saltaban al escenario a ofrecer un emocionante concierto que alcanzaría su primer momento de locura con el ya clásico “Ama, ama y ensancha el alma”. Gran ejecución y variedad para un extenso show que si pecó de algo fue de predecible al estar centrado en sus dos últimos trabajos, de tono más conceptual, restando espacio a los temas esenciales que el público esperaba con ansiedad. Con todo, no faltarían canciones como “La vereda de la puerta de atrás”, “Sucede” o la imprescindible “Salir, beber”, con la que pondrían fin a un largo y satisfactorio concierto.
El En Vivo había llegado a su cima, y eso que aún quedaban importantes citas con bandas como Berri Txarrak o Def Con Dos. Allí estaban también los veteranos Obús, que solo por su épica salida al escenario bien hubieran merecido un lugar en el auditorio. En definitiva, tres días repletos de indispensables del rock urbano y una sensación de éxito arrollador para un festival con un solo dilema en el horizonte, cómo hacer para no repetirse.
A diferencia del festival, esta crónica no se ha visto empañada por la lluvía. Buen trabajo!
¿Por qué el género este del Rock Urbano sólo se da en este país?.
Porque sólo aquí existe una bebida llamada kalimotxo, así más que rock urbano lo llamaría rock kalimotxero.
Check that off the list of things I was cosnufed about.