Dos milagros en un pabellón
Conciertos

Dos milagros en un pabellón

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08-11-2014
Empresa — Bloody Mary
Sala — Ficoba, Irun
Fotografía — Dena Flows

Ya se sabe que no es nada fácil armar un sonido decente entre las frías paredes de un pabellón. De hecho, en este país cuesta encontrar una sala de conciertos con una maquinaria acústica convenientemente engrasada. Ahí tenemos toda una señora sala como La Riviera en Madrid, tantas veces denostada (y con razón) por su pésimo sonido y, dicho sea de paso, su puñetera palmera. El Palacio de Congresos de Ficoba en Irun tiene todas las papeletas para que un concierto de rock suene, parafraseando a Los Planetas, tan bien como el motor de un autobús. Es como una enorme caja de cerillas metálica en la que lo normal es que el sonido de los instrumentos salga disparado hacia el techo. Así ha sido en múltiples ocasiones. Pero, a veces, los milagros suelen ocurrir en las plazas más insospechadas: disfrutamos de un estupendo sonido.

El segundo milagro tiene que ver con una pareja de hermanos que tras haber visto la muerte a un palmo de sus narices han vuelto a reencontrarse, no sólo con la vida, sino con la maravillosa magia de la música. Lo contó Dave Alvin con pasmosa tranquilidad en mitad del concierto: hace dos años, tras un concierto de los Blasters en Valencia, la doctora Mariela Cifuentes salvó la vida de su hermano Phil in extremis cuando el electrocardiógrafo ya lo había mandado al otro barrio.

Ahora Dave y Phil han dejado atrás viejas rencillas y funcionan con un irreprochable procedimiento democrático. Yo canto una canción, tú otra. Se miran y se lanzan guiños. Y aunque es cierto que ver los dedos de Dave deslizándose a toda velocidad por el mástil de su guitarra sigue siendo un espectáculo superlativo, Phil mantiene un notable chorro de voz. James Brown hubiera aprobado sin dudarlo la versión de “Please, please, please”. No es extraño pues que arrancasen con “I Feel so good”. Los abuelos del rock and roll se sienten bien y pueden con todo lo que les pongan por delante.

Cuando salió Nikki Hill (en la foto) a muchos les pilló fumando en el exterior y la nave parecía un tanto desangelada. No tardó en caldearse, pero es probable que lo mejor de la noche ya hubiera pasado. A los que esperan ver en ella a una joven Sharon Jones se pueden llevar un pequeño chasco. Más que música soul-funk, lo que corre por las venas de su banda es puro rock and roll, empezando por la clásica formación de guitarra-bajo-batería. Aquí no hay teclados ni vientos. No falta la versión de turno de su amado Little Richard y los solos de guitarra son muy del gusto de los rockeros; obviamente, dejará más bien fríos a los amantes del soul. De rock, más concretamente blues-rock y de nervio sureño, andan sobrados el trío bilbaíno Last Fair Deal, que se encargaron de abrir el mini-festival. Atención a Gonzalo Portugal: demostró que, además de tener una potente voz, es un virtuoso guitarrista. A ver si la banda ensancha su espacio de una vez en el panorama del rock español. Se lo merecen.

Un comentario
  1. Lo cierto es que el buen sonido no fue por obra divina sino por los tecnicos que se tomaron un par de dias acondicionando, en la medida de las posibilidades, parte del recinto usando tecnicas de estudio. Lo digo por que los conozco.
    Un saludo.

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