Demoscópica Sevilla, sudor y variedad

Una noche muy fría y lluviosa hacía presagiar una
espantada general, pero en Sevilla al final, y contra todo pronóstico,
la gente fue muy viciosa (musicalmente hablando) y acabó llenando la
Sala Obbio. ¿Y qué unía a Mañana, Guadalupe Plata y Ufo Kidnappers, a
parte del hecho de ser grupos nuevos andaluces y tocar en la Fiesta
Demoscópica de Mondo Sonoro en la capital hispalense? Nada. Los que
piensan que en Andalucía sólo hay flamenco,  pop y primos de Lori
Meyers o los Planetas están muy, muy equivocados.

Comenzaron los locales, Mañana. La sala aún no estaba llena y se oían
más las conversaciones a voz en grito de los que iban llegando que la
voz de Cristóbal Colom. Con ellos apareció el primer invitado de la
noche: el pop. Ya con nuevo disco en sus manos, los sevillanos en
formato reducido volvieron a demostrar que por su alma, sus canciones
desgarradas  y su modo de mirar y tratar al pop son una firme promesa
del panorama musical. Sólo se le puede poner un pero a su actuación:
hubiese estado bastante bien que la gente cerrara la bocaza por lo 
menos dos minutos para escuchar algún tema decentemente. El segundo
grupo demoscópico de la noche fue Guadalupe Plata. Con ellos llegó el
blues, algo de rockabilly, rythm&blues y un fascinante barreño
metálico a modo de bajo. De repente, la sala estaba a rebosar, pero
nadie sabe de dónde salió tanta gente. Fueron muchos los que los veían
esa noche por primera vez y los que, desde entonces, han quedado
totalmente rendidos ante una música orgánica, sudorosa, física, sórdida
y totalmente adictiva. Si Link Wray o John Lee Hooker levantaran la
cabeza seguro que no querrían volver al hoyo para poder quedarse a ver
las salvajada pantanosas que se les ocurren a los de Úbeda.

Para cerrar la primera fiesta demoscópica andaluza de 2010, Ufo
Kidnnapers aterrizaron con todos sus aparatos y con el tercero de los
ingredientes de la noche: electrónica “con mala follá”. Entre Daft Punk
y Digitalism, este dúo enmascarado tiene  el fantástico don de coger
cualquier referencia musical para “kidnapperarla” y hacerla un
rompepistas a base de samplers, un  vocoder y sintetizadores. La mejor
forma de acabar una velada que fue variada a más no poder. Y después de
la fiesta musical, sólo queda decir una cosa: ¡qué viva el sur, c***!