Plata por el 25 aniversario de uno de nuestros festivales favoritos, Ebrovisión, y oro porque así parece convertirse todo lo organizado por la Asociación Rafael Izquierdo. Y no exageramos, la respuesta del público cada vez es más positiva (se agotaron en el propio recinto los abonos totales para 2026 sin haber anunciado ninguna banda), la organización sigue cuidando los detalles con todo el mimo posible, las novedades que nos preparan cada edición no dejan de sorprendernos, y mira que parece difícil en este saturado mundo de festivales. 4 días, 26 bandas,10 escenarios por toda la ciudad... quien lo iba a pensar en el año 2001... Esta es la odisea de este año:
JUEVES
En la ribera del río, y hasta que alguien de su brazo a torcer en el perseguido tema del escenario sobre las aguas, el arranque de esta edición corrió a cargo de los abulenses Upperlips, con su pulido funky de escuela, que provocó los primeros meneos de caderas del festival, con versión incluida de La Casa Azul, una propuesta desde la organización este año en homenaje a las bandas que han pasado por el Ebrovisión en sus 25 años.
Ya en el segundo recinto, el escenario situado en el anfiteatro junto al paseo sobre el Ebro, comenzó la siguiente parte de la noche con el murciano Joseluis, que presentaba su primer disco lanzado en mayo ,“Por ahora para siempre”. Mucha expectación ya que las propuestas por artistas emergentes es una de las más claras señas de identidad del evento y pocas veces suelen fallar. Con una cierta languidez inicial, quejas sobre el frío incluidas (¡debería actuar aquí en diciembre!), fue desgranando su debut y cuando llegó a “Estilista” ya tenía al público donde quería con esa deconstrucción folk que tan bien maneja. “Fortuna” y “Navajas de Albacete” fueron el perfecto colofón al recital.
11 años de recorrido llevan Mourn, siguiente combo en subirse a las tablas. A cualquiera que se lo comentases no daría crédito, dada la juventud de las componentes. Pero tienen ese bagaje vía trabajo y también por lo que han mamado en casa, no en vano dos de sus componentes son hijas de The New Raemon, el cual también pasó por el festival en su día. La esencia del rock noventero a lo Sleater-Kinney, entre otras influencias, sigue patente cuando sonaban especialmente los temas de su aclamado cuarto álbum “Self Worth”. A pesar de algún parón entre tema y tema, nadie se desenganchó de su show.
Para cerrar la primera jornada, nadie mejor que ya unos clásicos en Miranda, Los Invaders y su rock espacial. Como ellos dicen, “no es una revolución si no la puedes bailar”, y a eso se dedicó el respetable concentrado delante del escenario. Muy disfrutado en particular fue su tema “Jekyll & Mr. Hyde”.
VIERNES
La mañana del día 5 era de esas, digamos, especiales. Había esa excitación contenida al saber que empezaba lo grande después del aperitivo del día anterior, donde se guardaron fuerzas para derrocharlas en lo que iba a venir. ¡Y qué mejor despertar que hacerlo en el anfiteatro junto al río con los sonidos de guitarras potentes y chirriantes! Dieron buena muestra de ello los burgaleses Ascua, ganadores del concurso anual organizado por la Universidad de Burgos. Punk-hardcore con combinaciones de metal y voces agresivas, hicieron un contundente repaso de sus 2 discos hasta la fecha.
Siguieron Las Dianas, llegadas desde uno de los puntos clave que conforman la historia de la música pop en España, Granada. Con ese espíritu “riot grrrl” que tan bien les sienta, animaron al personal más perezoso que se había concentrado en el escenario del anfiteatro a la hora del vermú con sus pegadizos temas “Hetero” y “Leggings rotos”.
Y en tan bucólico paraje seguíamos cuando tomaron el escenario Meatbodies, rock garajero y psicodélico desde California que presentaban su cuarto álbum “Flora Ocean Tiger Bloom”. Nos evocaron bastante a Ty Segall, otro de los viejos conocidos del festival. El trío fue el colofón perfecto a la mañana guitarrera que nos propuso la organización. Después de un breve descanso, o no tanto, pues la oferta culinaria tanto de la ciudad como del festival sigue siendo imbatible, y antes de adentrarnos ya en el recinto principal, pasamos otra vez por el anfiteatro para probar suerte en el “bingo ebrovisivo”, donde había que tener fortuna con los cartones que incluían las canciones que iban pinchando los dj,s encargados de la chufla y optar a los suculentos premios ofrecidos.
Y ya en el polideportivo la cosa se ponía seria. El “Espíritu olímpico” de los mallorquines Cora Yako llenó el escenario digamos secundario, con cierto deje a Los Planetas y unas letras donde reflejan su gusto por la buena literatura. En el escenario “Ebrovisión” aparecieron Hinds, muy esperadas por estos lares y que debutaban en el festival. Quizá esa espera provocó que a varios asistentes les pareciera un concierto un tanto rutinario, pero sonando tan seguidos la colección de grandes temas ("Good Bad Times", la colaboración que grabaron con Beck en "Boom Boom Back"...), y muy bien apoyadas por Paula y María hicieron que el bolo mereciera mucho la pena. Y así celebraron que justamente hacía un año que habían editado su último disco ("Viva Hinds").
Vuelta al anterior escenario para ver que los navarros Kokoshca intentaron, y lo consiguieron, convertirlo en una sala de conciertos. Su último álbum (“La juventud”) llevó el peso del recital, no en vano abrieron con el tema homónimo, pero el resto de su discografía estuvo muy presente. No podían faltar la emotiva “Asia”, y “Amor adolescente/Cumpleaños feliz”. Los agradecimientos a la gente que han estado con ellos desde el principio, y que llenaban las primeras filas del escenario, remataron uno de los mejores shows de esta edición.

La oscura luminosidad de Marcos Crespo al frente de su proyecto Depresión Sonora llenó el principal con esa propuesta un tanto iconoclasta que el vallecano mezcla con maestría en sus letras y sonidos. A pesar de recordarnos que “Ya no hay verano”, o hablarnos tranquilamente del “Apocalipsis Virtual”, e incluso enfadarse (y con razón) de la manía de hablar en los conciertos (llegó a parar uno de sus temas por ello), demuestra que va en serio y que le va la vida en esto (“Me va la vida en esto”, muy celebrada). Mientras esperábamos al plato fuerte de la noche, en la zona de DJs el giradiscos local Chicho Larue mantuvo las caderas y los ánimos calientes para estar a tono en el espectacular concierto que se marcaron los murcianos (¿pero qué demonios tendrá esa tierra?) Viva Suecia. Abrieron con “El Bien” y a partir de ahí los 7 músicos en escena lo tuvieron todo hecho. “No hemos aprendido nada”, “Lo que te mereces”, “Justo cuando el mundo apriete”, lluvia de cintas y papelillos, puesta en escena fantástica y todo el mundo más, pero que más que contento. Los “suecos” cuidan a sus seguidores como pocos, e interactuaron con ellos en muchos momentos de la noche. Al final, emoción arriba y abajo del escenario.
Los distendidos Besmaya aparecieron en el escenario La Salve a ofrecer su pop sencillo y sin florituras, que les ha hecho ganar un montón de adeptos sobre todo a partir de “Instante”, colaboración de Sidonie incluida. Aprovecharon para grabar tomas de su próximo clip, con susto del público al ver como “partían” una botella en la cabeza de su cantante. ¿Había sido todo por hoy? ¡Qué va! Allá que vinieron 18 años después Rinôçérôse con, no podía titularse de otra manera, “Psychoanalysis”, álbum de 2024. Guitarras, percusiones varias, electrónica a raudales y 2 cantantes que se turnaban ofreciendo un espectáculo que atrapó a los restos del concierto anterior y extasiaban a los fans irredentos del dance. Claro, sonando “Le mobilier”, “Bitch”, “Medecine”, etc... a ver quien se está quieto.

SÁBADO
Salió el sol por la mañana, ¡y de qué manera! A más de 30 grados subimos al castillo de Miranda para asistir al concierto sorpresa de este año. Las apuestas estaban en todo lo alto y muy poca gente adivinó que los sevillanos Vera Fauna tuvieran el honor de ser los invitados en esta ocasión. Lo del astro rey estamos seguros de que ellos tuvieron algo que ver, tanto por el título de su tema (“Sale el sol”) como por esa música envolvente que te lleva de menos a más. También con nuevo disco bajo el brazo (“Dime donde estamos”), supieron mantener al público que aguantaba estoicamente la que estaba cayendo hubieran sido 5 minutos más o los que fueran mientras sonaba “Casa Carreras”.

Bajamos a la Plaza de España para atender a nuestro estómago en la muestra gastronómica que ya es referente en el festival, y vuelta al anfiteatro para disfrutar a pleno solazo de la bronca de la buena que montó el dúo vasco-catalán de nombre tan evocador como Pinpilinpussies. Ataviadas con camisetas del equipo local y de moda, ofrecieron buena dosis de punk que viene bien a cualquier hora; bajaron a la pista al final con pie de micro incluido para marcarse tremendo pogo con los irreductibles que poco a poco poblaban el lugar. Y para rematar el ambiente de pic-nic que se había montado en tan verde recinto, Toldos Verdes levantaron al personal que procuraba reposar antes de la traca final. Presentaron temas de su próximo LP, versionaron a El Mató A Un Policía Motorizado (banda muy recurrida durante el festival) y nos llevaron a “Formigal”, muy de agradecer con el calorazo que soportábamos.
En el escenario La Salve del polideportivo abrieron fuego los malagueños Airbag, siempre demandados en Ebrovisión y no es de extrañar, pues cuentan con una nutrida legión de fans que al segundo tema ya iniciaron la “batalla” de hinchables (flotadores, balones, plátanos...) mientras arriba del escenario se sucedían uno tras otro los himnos y nos sumamos a “La ola perfecta” para que nos hicieran sentir que estábamos en “El centro del mundo”.
Pero si alguien tenía ganas de verdad de actuar en el festival este año, debido a la suspensión el año pasado por la lluvia, eran Veintiuno. Y no solo ellos, pues las primeras filas estaban copadas una hora antes por unos espectadores ávidos de cantar y bailar con “La vida moderna”, “Héroes” e incluso sorprenderse con un pequeño homenaje a los Love of Lesbian de “1999”. Muy engrasados como banda, la interpretación de “Dopamina” al final dibujó las sonrisas en los rostros de la gente. Mientras, en el otro escenario, bajaban las pulsaciones, pero no la emoción de ver a Gorka Urbizu presentar los temas de “Hasiera Bat” (2024). Seguidores de Berri Txarrak y asistentes digamos neutrales, siguieron con atención las evoluciones del bardo euskaldun acompañado de una solvente banda donde destacaba la presencia de dos sets de baterías. Mezcló con acierto los temas de su disco con los de su anterior banda regalando los oídos de un público sorprendentemente silencioso (al menos la mayoría).

Estas cosas tiene el festival, que te lleva en una auténtica montaña rusa de sonidos e intensidades. Lo de los irlandeses The Murder Capital es el mejor ejemplo de ello en un solo concierto. Ambientes íntimos pero intranquilos, distintos cambios de velocidad y energía en temas a veces poco accesibles, por lo experimental de alguna de sus propuestas, para parte del público del festival. “Can't pretend to know” y “Return my head” destacaron en un set list que fue de menos a más en su recta final.

Xoel López, acompañado de Mara a la guitarra, Chapo al bajo y Adrián Seijas en la batería, impecables en sus trajes, aparecieron en el escenario Ebrovisión y pensaron: “estos son mis poderes”. Y vaya como fueron. Al segundo tema ya sonó “Que no” de su época con “Deluxe” y aquello ya fue un no parar de ritmos tropicales, retazos pop y disfrute generalizado. Temas como “Lodo” o “Tierra” erizaron los pelos del respetable e incluso afloró alguna lagrimilla de felicidad ante lo que nuestro gallego favorito nos estaba regalando. Sin duda el concierto del festival para una gran mayoría, e incluso algún clásico lo incluía entre los mejores de la historia del festival.
Aún quedaba alguna bala, en este caso con forma de Biela, el trío madrileño de “pop fuertecito” como les gusta definirse. A pesar del palpable cansancio en el ambiente, había ganas de rematar la noche, así que nos dejamos llevar por temas como “Mensajes pendientes” (de su último disco “Nuevas emociones”), nos deslizaron por su “Tobogán” y nos esperanzaron con que “Todo va a ir mejor”. Se iba acercando el final de la noche, pero como nos recordaron los siguientes ocupantes del escenario, Sexy Zebras, “Mañana no existe”, así que toco disfrutar de este high-energy trio que puso patas arriba el recinto con esa experiencia que les ha dado patearse los festivales y recintos varios de este país. Todos fuimos a la piscina en “Charly García”, nos dejamos liar con su “Jaleo”, y, si hay “Dias de Mierda”, el del sábado no fue uno de ellos. Pelucas rosas, cebras hinchables y demás parafernalia adornaron un gran show, otro más, de los de Hortaleza.

DOMINGO
Acabar la semana, ¡y qué semana! fiándonos del criterio de la Asociación Rafael Izquierdo siempre es un acierto. El remate del festival tuvo lugar en el mismo centro de Miranda de Ebro y empezaron a subir al escenario primero los bilbaínos No Quiero, con sus 2 cantantes (uno de ellos nos recordó por momentos al Bez de Happy Mondays) y una potente sección instrumental. Con estilo al rock americano de los 70-80, y a ratos con temas de rock de estadio, fueron un buen inicio del día final de Ebrovisión.
Con una calle de La Estación casi repleta de público, apareció la última banda de este año, los cordobeses Embusteros, con muchísima energía para ser un domingo a mediodía. Acercaron a la gente hasta el escenario a base de guitarrazos y la potente voz de su frontman José Espín. “Llévame a bailar”, pedía el y los ebrovisivos se pusieron a ello, sin pasar “El miedo” de poder ir “Al infierno”. Cierre por todo lo alto como merece sin duda este festival.
Gracias a la Asociación, a los voluntarios, a toda la gente que hace que estos 4 días fluyan y nos sintamos cómodos tanto disfrutando como trabajando por y para Ebrovisión. ¡Siempre muy del Ebro!
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.