El presagio de una tarde memorable en la fascinante y preciosa Hondarribia venía apuntalado por la previa visita a su monumental parte vieja, el paseo por su zona portuaria y la presencia por aquellos lares de ilustres del ruock-bueno como el Komandante en jefe de Kortatu y Negu Gorriak, los colíderes de Lie Detectors, el distinguido frontman de Ruido de Rabia y Lobo Eléctrico, el capo del inminente festival bermeotarra “Mareak Jaialdia”, el dealer de discarrales en la irundarra “Bloody Mary” y el colíder repartidor del Nuevo Catecismo Católico. Huelga señalar que el Fenomena es otro de esos “No Festivales”: comodísimo y bello emplazamiento junto al mar, precios de barra de bar de barrio, no solapamientos entre bandas, puestos de discos y ropa y ausencia de todo infecto soplapollismo 2.0.
A las cinco de la tarde, sí, eran las cinco de la tarde, cuando comenzaron los sones de bordón para celebrar el llanto por Elliott Smith. Comisariados por el sureño Dani Llamas (Gas Drummers), un variopinto grupo de artistones conformado por Miren TULSA, María Rodés, Leire MELENAS, Joseba Irazoki, Galder DUT, Manuel FLECHA, Ferrán Resines y Dafnis Linares, rindieron merecida pleitesía al tristemente malogrado bardo de Nebraska. Las cimas, en un set muy bien ensayado, devinieron en la interpretación -cual crooner clásico- de Joseba Irazoki del “Let´s Get Lost”, acompañado por la hiriente guitarra de Flecha; la hipnótica voz de María Rodés, dulce como la de Edie Brickell; la interpretación al piano de Miren Tulsa de otra perla del gringo; y la despedida coral final con la excelsa y perfectamente ejecutada por todo el elenco: “Waltz #2”.

Pinpilinpussies, dúo eusko-catalán, derrochó consabida aptitud e irreverente actitud con una amalgama de punk-rock, garage y rock alternativo con influjo del riot grrrl movement de los años noventa del pasado siglo.
Ya desde el primer “salmo”: “To Be Continued”, podía palparse una felicidad inmensa al observar cómo la militancia “rocker” de los jovenzuelos The Solar Circus era calcada a la de su veterano y jefazo vikingo, Ebbot Lundberg. Tras proseguir con gemas propias: “Backdrop People” o “Beneath the Winding Waterway” y revivir a su banda primigenia, Union Carbide Productions, con las stoogianas “The Golden Age” y “Glad to Have you Back”, el set entró en un constante y arrollador vuelo “alquímico”, bordando himnos de sus flamígeros The Soundtrack of Our Lives tales como las matadoras e incontestables: “Nevermore”, “Passover”, “Second Life Replay” ó “Sister Surround” y donando el preciosista cover del “Cerca de las Estrellas” (con sentida mención a los hermanos Sainz) de los insuficientemente reivindicados, Los Pekenikes, Pura emoción, oigan.
Tras la intensidad lisérgica de los suecos, The Guru Guru pusieron la nota humorística al festival con una actuación divertida y provocadora. La banda belga protagonizó una dislocada sesión de art rock tan imprevisible como su frontman, que ofreció 2x1: canciones y performance. Con gestualidad propia de un clown o de un actor de cine mudo, el artista autodenominado Tom the Bomb brindó al público un auténtico festival de muecas y no cesó de agitarse cual hombre-calambre, yendo de un lado al otro del escenario e incluso asentándose ocasionalmente del mismo. Ataviado con pijama de inspiración infantil, que también era el uniforme de otros miembros del quinteto, durante un tema incluso se preparó en directo una limonada cortando la fruta y exprimiendola con sus propios puños en un vaso que recogió una bebida tan refrescante como la música del grupo.

La traca final retumbó con los italianos Black Rainbows, otorgando una muy contundente mezcla de metal, psicodelia, stoner y space rock en formato de power trío. Tras una gran década ya, seguro que el festival continuará con magníficas ediciones futuras, pues esta gente, de palpable y reconocido criterio, siempre ha conformado unos carteles de ensueño.
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.