La vallisoletana sala Porta Caeli está celebrando la presente temporada sus quince años de existencia, y como obsequio para con su público programó el concierto gratuito de Crocodiles, añadiendo así la fecha dentro de la actual gira peninsular de los californianos. En la práctica, el cuarteto liderado por Brandon Welchez y Charles Rowell tomó el escenario de la sala con las ideas muy claras. Esto es, volumen atronador, urgencia interpretativa y, en definitiva, la intención manifiesta de poner toda la carne en el asador. Preferencias que, en la práctica, quedaron traducidas en una actuación sintetizada y de tintes asfixiantes.
El combo resulta sito en una suerte de equilibrio entre los tres puntos cardinales que acotan los nombres sagrados de The Stooges, Ramones y The Jesus & Mary Chain. O lo que es lo mismo: agresividad manifiesta, la suciedad del garage bien impregnada en las propias canciones, urgencia punk, melodías subyacentes entre densas capas de sonido, indie-rock, algo de psicodelia y desparrame de distorsiones. Una mixtura concretada en cincuenta punzantes minutos que, servidos en tan comedida proporción, realzaron la intensidad de su sabor. La propuesta de Crocodiles se basa, en realidad, en una fórmula adscrita al 'sota, caballo y rey', pero no por ello ese macarrismo sonoro de la formación pierde efectividad. A cambio, el grupo protagonizó una línea ascendente que dejó el listón en todo lo alto, momento justo en el que el combo abandonó el escenario.
Entre medias, piezas tan explícitas como “Mirrors”, “Surfing With Dead”, “Degeneration”, “Wait Until Tomorrow”, “Love Beyond The Grave”, “Crybaby Demon” o la versión del "Jet Boy Jet Girl" de Elton Motello como guinda final, con muestrario de poses y guitarras sólidas, líneas de bajo tan primitivas como hipnóticas, y un batería (Diego Dal Bo) de lo más solvente que además estaba de cumpleaños, uniéndose así a las celebraciones del local. Un concierto sin trampa ni cartón y carente de conservantes, lucido a buen ritmo y de los que dejan zumbido en los oídos, con progresivas consecuencias magnéticas y, en definitiva, incapaz de decepcionar gracias a su convincente regusto.

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