Creamfields Andalucía 2007
Conciertos

Creamfields Andalucía 2007

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11-08-2007
Fotografía — Archivo

La cuarta edición del Creamfields andaluz estaba predestinada a reventar. A reventar la taquilla, a reventar el radiador del coche en una cola kilométrica que te conducía en primera a las inmediaciones del festival, a reventar los grifos de cerveza si conseguías alcanzar la barra e incluso a reventar alguna que otra columna de sonido. Si bien no se alcanzó la cifra de los cuarenta mil asistentes la sensación que se respiraba el recinto de la playa de Villaricos es que este año estábamos allí más gente que nunca. El Creamfields ha gozado en sus tres ediciones anteriores de un celo organizativo sobresaliente, este año la prueba era dura. El éxito anterior, y sobre todo el boca a boca, ha marcado en rojo la cita almeriense en la mayoría de las agendas y la burbuja festivalera del verano tenía decidido desde hace tiempo reventar en el Creamfields. Prueba de la predisposición del respetable es aguantar una hora larga de cola en esa suerte de laberinto en que se convierten las carreteras de acceso al recinto. Un caos predecible que debiera tener una respuesta más determinante por las autoridades competentes –rutas alternativas, desdoblamiento de los carriles, mayor presencia de agentes organizando el tráfico- total es un día y supongo que el atasco no lo sufren sólo los asistentes al festival. En fin, primera prueba, no superada. Una vez te deshacías del coche, el paseíto –un kilómetro y medio- desde el parking a la puerta del recinto, servía a unos para estirar las piernas y a otros para aplacar el subidón provocado por la Biodramina en tan largo viaje. La entrada al festival, fluida y rápida apuntaba que la organización del Creamfields merecía en estas líneas un paso de puntillas. Accesos, servicios, información, infraestructura, mantienen la nota alta de las citas anteriores. Sin embargo, el sonido flaqueó en algunos momentos y las cervezas llegaban a tu mano más lentamente; dos contratiempos motivados por la densidad de público que te desplazaba hacia los laterales y hacía que perdieras la referencia de donde estabas y de lo que estabas escuchando. Ya metidos en faena, hay que advertir que el cartel de este año, se antojaba un tanto monótono y lineal, por lo que la noche a priori no tenía pinta de darnos muchas sorpresas –como el caso de Vitalic el pasado año-. Aun así el comienzo con Basement Jaxx era prometedor. El dúo británico hizo valer eso de que el que primero da… y con su house fanfarria –funk, disco, electro…- cuajaron una actuación colorista y muy bailonga –sobre todo para los que no habían entrado todavía en la tercera fase-. Ejecución y escenografía divertida en un directo impecable bien acompañado por el sonido potente del escenario San Miguel. Finalizando los de Brixton, el orden de actuaciones te colocaba en la tesitura de guardarte un sitio para Prodigy, jugar a lo seguro con Derrick May o hacer la primera apuesta de la noche y caminar hasta el lejano Pepsi Open Air, escenario por el que transitaba ya el set de Luciano. Y así fue, un poco de aire fresco con este Dj chileno de excelente groove latino y volver a sumergirse en la marabunta del escenario principal. Keith Flint y los suyos hicieron lo mínimo para llevarse los tres puntos. Esto es, desgranar uno a uno sus grandes éxitos del pasado, memoria viva de la revolución electrónica. Las más de veinte mil personas que poblaban la explanada San Miguel enloquecían conformen iban reconociendo temas como “Firestarter”, “Voodoo People” o “Out Of Space”. Descontento entre sus fans más exigentes que soñaban con el resurgir en forma de nuevas propuestas de una de las franquicias señeras del electro punk y que ha quedado para exposición en festivales y otros mítines fugaces. El sonido, muy enmarañado, tampoco dio para más que unirse al baile epiléptico que sobrevenía al personal conforme reconocían himnos generacionales de ayer, y, por qué no, también de hoy. Tras una hora y poco volvimos a la senda de esa especie de esqueleto de nave industrial que conformaba el escenario Pepsi donde el británico John Digweed repetía presencia en el Creamfields por aclamación popular. Este gentleman de los sonidos progresivos e hipnóticos ofreció una sesión intensa aunque corta en contundencia pero sobrada de momentos estelares. Muy cautivador. Paso obligado por el principal de Villaricos para dar fe de la buena forma de Front 242: sonido impoluto y gran disposición de los otros dinosaurios de la noche. Una noche que ya marchaba trepidante hacia el crepúsculo de Miss Kittin en el remodelado escenario Lolita. Antes de la francesa, destacar el sugerente oscurantismo de Steve Bug en una sesión magnética que no te daba descanso, aunque fuera más de lo mismo (minimal techno), pero alejado de convencionalismos. Otro de los destacados. La densidad de público hacía que los movimientos entre escenarios fueran lentos y casi imposibles así que tocaba prepararse para el cierre. Un broche final reservado a Miss Kittin, que volvía este año, esta vez con su maleta de discos, y que cerró de forma espectacular esta edición colapsada de público que obliga a la organización a mover ficha para el año que viene: porque a la salida…todos juraban volver.

2 comentarios
  1. os melhores enoetvs da music electro se3o ; 1-TOMORROWLAND 2-ULTRA MUSIC FESTIVAL 3-CREAMFIELDS 4-ELECTRO ZOO 5-STEREOSONIC 6-FEDERAL MUSIC 7-ROCK IN RIO 8-GREEN VALLEY 9-SUMMERBURT10-EDC LAS VEGAS11-ELECTRO MUSIC CARNAVAL

  2. Todos tenemos las ganas, la emocif3n y la ncedsiead de ir a ese mini show, es la oportunidad con la que toda la navy suef1a, conocer a Rihanna!!! Ustedes no saben lo que daredamos por estar ahed, escuche1ndola, mire1ndola, admire1ndola, ella es un ejemplo para todos nosotros y morimos por conocerla, es imposible que todos sus fans este9n ahed, pero hablando por med, no podreda vivir en paz sabiendo que no estuve con ella en su visita a Me9xico, la primera ciudad de su mini tour, en serio me encantareda estar ahed :b4)

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