Hace unos meses Owen Williams, cantante de The Tubs, explicaba en una publicación en Substack su postura contra lo que él definía como neo-prog burgués. Un género paraguas en el que aglutinaba toda una escena de propuestas indies y experimentales británicas a su juicio demasiado ensimismadas en su intelectualismo y alejadas de las clases obreras y el compromiso político. Su alegato, que puede interpretarse como una crítica directa a la fructífera escena Windmill que ha traído bandas excelentes como Squid o Black Country, New Road y otras de no tan altos vuelos, se cerraba con una llamada a recuperar el más elemental pop de guitarras. Precisamente la música que él practica en The Tubs y en la que encuentran referentes al otro lado del Atlántico como Sharp Pins o Horsegirl.
En aquel texto de aquella pequeña polémica no había alusión alguna al rock clásico o al alt-country, pero lo cierto es que el paso del tiempo ha hecho resonar aquel mensaje meses después. La banda galesa compartió este fin de semana con los estadounidenses Cracker (en la foto principal) el protagonismo de ese epílogo, denominado ‘Bites’ y a modo de dos conciertos en sala, que cerraba en Vigo una nueva y exitosa edición del festival Underfest Xacobeo. Distantes en el tiempo, el grupo formado a principios de los noventa por David Lowery y Johnny Hickman comparte con The Tubs su capacidad para llegar directa y sin artificios a su público. Por alambiques diferentes, ambas bandas destilan la pura esencia de la emoción a través de la música.
En el caso de los galeses, que actuaron el viernes 21 en Mondo, su música mana a borbotones y fluye desde las guitarras de Williams y George Nicholls, acordes al manual del jangle pop más derrotista: melodías prístinas que acompañan letras sobre múltiples derrotas. Aunque también reniegan de esta etiqueta, sus dos primeros álbumes, “Deat Meat” (23) y “Cotton Crown” (25), difícilmente escapan del todo a este género y así lo prueban canciones brillantes como “Narcissist” o “Freak Mode”, que ayudaron a calentar una fría noche de otoño en Vigo.
Y, pese a que sus temas apuestan siempre a caballo perdedor, The Tubs conservan siempre el humor. Roto el hielo con un par de chistes sobre la resaca que arrastraban de la noche anterior, hubo tiempo para bromear con el Duolingo, chapurrear castellano y hasta deslizar nuevo material todavía por estrenar. “Wretched Lie” cerró el set principal y dio paso a un bis en el que, tras un poco esforzado amago de dejar el escenario, nuevamente lucieron su pop más frenético y vital. La despedida definitiva llegó con un intercambio de instrumentos y un clásico del punk efervescente: “Teenage Kicks”, de los históricos The Undertones.

The Tubs
Un concierto acelerado y esperanzador que dejaba el listón alto para la noche del domingo, en la que Masterclub acogió el concierto de Cracker y en la que se palpaba la expectación desde tiempo antes. Casi treinta y cinco años de experiencia contemplan la trayectoria de un grupo que, pese a que no edita nuevo material en disco desde hace más de una década, sigue con la maquinaria plenamente engrasada. A Lowery y Hickman, que permanecen desde la formación original, los acompañan ahora Bryan Howard (bajo), Anne Harris (violín) y Carlton Owens (batería), a quien, para su gira española, han apodado como 'El Tractor'.
Tan pronto como comenzaron a sonar los primeros acordes de “Euro-Trash Girl” quedó despejada la incógnita. Iba a ser una gran noche. Rock de raíces de primerísimo nivel: unas veces más cerca del alt-country y otras más cerca del blues; pero siempre con una interpretación excelente. Impulsados sobre sus dos discos más aclamados, su debut homónimo de 1992 y “Kerosene Hat” (93), la continuación de 1993; emprendieron un viaje en cuya maleta hubo sitio para versionar a otros clásicos como Status Quo (“Pictures of Matchstick Men”) o a Bob Dylan (“You Ain't Goin' Nowhere”) antes de terminar el concierto con una emotiva “Another Song About The Rain”.
O eso parecía, porque, aunque ya había pasado casi hora y media desde el inicio del directo; Cracker volvieron sobre el escenario para un bis con dos canciones más: “Been Around The World” y una versión más, en este caso “Club Med Sucks”, de Camper Van Beethoven, el otro proyecto de David Lowery. "Es genial estar aquí, deberíamos venir más a menudo", declaró el cantante ante la efusiva acogida de un público que, aunque de alta media de edad, incluso se animó a chocar en pogos durante los momentos más eléctricos de un concierto que se fue hasta cerca de las dos horas.
Una actuación que ponía fin, ahora sí, a esta última edición del festival Underfest Xacobeo (que cuenta con el apoyo de la Xunta de Galicia en el marco del programa Concertos do Xacobeo, la Diputación de Pontevedra a través de la marca Rías Baixas Fest y SON Estrella Galicia). Al menos en Vigo, porque el canadiense Patrick Watson será el encargado de echar el definitivo cierre el 17 de enero en Santiago.

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