Contempopranea 2004
Conciertos

Contempopranea 2004

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02-09-2004
Fotografía — Archivo

A la novena también va la vencida, al menos para el que firma, que abandonaba las confortables y fresquitas Rías Baixas para acercarse a un Alburquerque a cuarenta y tantos grados a la sombra. Fue la vencida porque mucho había oído hablar a mis paisanos maños de este festival y, la verdad, me lo vendieron la mar de bien. No defraudó en absoluto, al contrario, queda apuntado como evento indispensable para saber lo que se cuece en la cocina pop estatal, que no es poco. Perfecta organización capaz de acreditarme en apenas dos minutos (eso vale su peso en oro) y simpático policía local (no es sarcasmo) que se puede decir nos dejó en la puerta del que sería nuestro alojamiento, y sin esposar. Alburquerque es un hervidero de colores durante esos días, es pop, es risa y es el escaparate ideal para saber quién está trabajando duro y quién no en sus respectivos locales de ensayo. Ganan los primeros. Tras los encuentros con viejos conocidos en la zona de stands, por cierto, me vendieron un disco de Fugazi que no suena... tocaba acercarse a ver la primera actuación de este año, dedicado a Family y a El Niño Gusano. Serpentina regalaron sencillez acústica y voces angelicales, el sello Annika vuelve a sorprenderme. Los argentinos Entre Ríos no acabaron de atraparme. Mi falta de conocimiento del grupo y el incesante goteo de amigos que iban llegando de todos los rincones del Estado fueron la causa de mi falta de atención. El público parecía satisfecho, es lo que les puedo contar. Los que sí ganaron la partida fueron los granadinos Cecilia Ann, a los que hacía tiempo quería ver defender “Si yo te contara” sobre el escenario. Un detalle que el bajista llevase la camiseta conmemorativa del número cien de esta publicación, pero para detalles los que cuidan Arturo y Estrella frente a su público, haciendo que las canciones registradas ganen enteros sobre las tablas. La Casa Azul la liaron, y el respetable se volcó con cada uno de los temas. El subidón se mantuvo, y fue gracias a un Nacho Vegas rockero y seguro de sí mismo, no en vano afirmaba en el fanzine oficial del festival que era el artista más guapo de este año. Discutible, pero indiscutible su actuación, preludio de lo que Alfaro y los suyos nos iban a contar minutos más tarde. Y así llegamos hasta Chucho, que, si bien tienen un más que correcto directo, se guardan para sí temas indispensables de su discografía. Quiero entender que era por encontrarse frente a un público muy pop, pero aquí un servidor echa de menos sus dentelladas. De todos modos, fue la mejor actuación del viernes. Sidonie no gozó del mejor sonido, la verdad, pero los tres catalanes se entregaron como llevan haciendo desde hace años, y no olvidemos que lo han hecho ante veinte personas o ante mil. Axel puso la nota de pánico entre los que pensábamos que se iba a desnucar si caía desde lo alto de la estructura de luces del escenario y Jesús acabó, como suele ser habitual, correteando entre el público. Una pena que los Carrots tocaran tan tarde, tras los portugueses Jaguar, que dejaron indiferente. Los catalanes del sello Grabaciones en el Mar han tenido mejores días, pero, comparada con la última actuación que pude ver en Zaragoza, esta supo a gloria. El sábado, Clovis arrancaron con fuerza. Personalmente, el ver a un Enemigo sobre el escenario hace que esboce una enorme y sincera sonrisa. Los zaragozanos Tachenko, con miembros de El Niño Gusano en plantilla, serían protagonistas de buena parte de la jornada. Con Javi Vicente de Big City como reciente incorporación en directo, sus canciones han ganado en calidad y efectividad. Los que no le hayan pillado el punto a su álbum de debut deberían acercarse a verlos en un escenario antes de pasar página. La Costa Brava venían a presentar su último disco para el sello maño que les vio nacer, y fueron de lo mejor del día, aunque el rumor que corría de boca en boca acerca de la reunión de El Niño Gusano para la ocasión mantuvo a más de uno más pendiente de ese momento que de la actuación de los astur-aragoneses. Y lo hicieron, con Ricardo Tachenko al bajo, El Niño Gusano nos devolvió una imprescindible parte del pop hecho en nuestro país, mientras a mi lado podía leer en la camiseta de un fan: “¡Family, volved ya!”. Firmo esa petición. Universal Circus no tuvieron su mejor día, dejémoslo ahí, y Cooper, a los que no se les puede negar un gran directo, me sonaron demasiado lineales, pero de una contundencia envidiable. La Buena vida, una vez más, hicieron del auditorio un auténtico karaoke. Los cabeza de cartel deleitó una vez más a sus fans, cada vez más incondicionales, por no hablar de algún que otro integrista muy cabreado al expresarle una opinión para nada negativa sobre la banda, pero no había forma de que los bajase un poco del Olimpo. Pude zafarme y acercarme a ver una de las mejores actuaciones de La Habitación Roja, entregados y agradecidos. De lo mejor de la jornada. Ladybug Transistor fueron la grata sorpresa llegada de ultramar, en cuya formación se adivinaban caras conocidas reclutadas para la ocasión. Y terminaron Superputa, a los que no acabé de ver por falta de ganas de un humor que no acabo de entender, y a los que espero encontrarme poco, la verdad, este año ya he tenido suficiente con un par de veces. Menos mal que Dj Antonio Batidora arrasó con lo que quedaba vivo a esas horas, seleccionando auténticos hits que hicieron que el público no parase de bailar ni un segundo. El año que viene se cumplen diez años de Contempopranea: allí estaremos sin dudarlo.

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