En noche de víspera de verbena tocaron Caníbala en el Sidecar. No es una fecha fácil porque la mayoría está velando armas para el petardeo del día siguiente, pero puede decirse que Josele Sangüesa y sus colegas esa noche jugaban en casa. Ahora bien, esta gente no va de farol por la escena barcelonesa, como ya se comprobó el mes pasado cuando pusieron el Apolo patas arriba y como bien sabe su creciente parroquia de fieles. Porque el boca- oreja funciona de maravilla con Caníbala: uno sabe que distribuye felicidad dando a conocer su disco “Jondospeed” (Organic Records, 2002) y llevándose a las amistades a sus conciertos. Hay que dejarlo claro: las canciones de este grupo son de lo mejor del cancionero patrio de los últimos años. Pero es que, sobre el escenario, estos pedazos de músicos las enriquecen exponencialmente con el mucho juego con que las aliñan. Abren con un medley donde suena un rumboso “Stayin´ Alive” que desemboca en su canción-milagro “Hasta los huesos todo” y ya te colocan a dos palmos del suelo, de donde no bajas en ningún momento mientras van regalándote las perlas de su primera entrega enlatada: “Vende el humo”, “Si soy luz” (que introducen con “Han caído los dos”, de Radio Futura), “Caníbala” o “Las líneas de tu mano”, entre otras. Y aún tienen arrestos para presentar nuevos temas donde, colocados en un escaparate de la Avenida de la Luz, brillan la politoxicomanía y los líftings amorosos de Ángel Cristo y Bárbara Rey. Así, cuando Carlitos Zarazaga nos despide recordándonos aquello de “No hay que llorar, no hay que llorar…”, pensamos que lleva mucha razón porque actuaciones como ésta nos harán llevar mejor la ansiosa espera de su segundo disco.
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