Caitlin Rose tiene un encanto natural del cual no se va a despojar por mucho que se lo proponga. Además posee una personalidad que queda patente en las canciones que firma, y que traslada a su manera al escenario. Ese lugar en el que los músicos tienen que demostrar si valen o no valen para esto, y ella lo vale. Porque para los que llevamos unos meses con las canciones de “Own Side Now” pegadas a todas horas a nuestras orejas, esta era una prueba de fuego. Y lo mejor de Caitlin Rose y de su actuación es la naturalidad con la que se sube a las tablas, desenfadada, bebiéndose todo lo que caía en sus manos, dialogando entre canción y canción con un tono de festejo inesperado antes de empezar. Caitlin Rose tiene un enorme chorro de voz, pero aún le falta controlarse, porque al principio del concierto los picos de agudos eran exagerados, como una mezcla entre una June Carter y una Patsy Cline pasadas de vueltas. Un detalle que por suerte mejoró conforme fue pasando esa ristra de temas que todavía consigue dibujarnos una sonrisa en la cara y gracias también a un formato en el que solamente había guitarras: ella con la acústica, un guitarrista eléctrico y otro que tocaba la pedal steel, dándole éste un toque a las canciones diferente con respecto a como suenan en el álbum. Comenzó con “New York City”, y a renglón seguido “Spare me”, “Own Side” o esas maravillosas “Sinful Wishing Well” y “Shangai Cigarettes”. El sing-along con sus dos acompañantes haciendo de coristas en “Answer In One Of These Bottles” nos dejó con un muy buen sabor de boca. Y aunque aún está un poco verde para dar el gran salto, no cabe duda de que tiene un enorme futuro por delante.
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