La sala grande de Razzmatazz acostumbra a ser escenario anhelado para fenómenos musicales que empiezan a despuntar entre el público. Y lo mejor es cuando estos no defraudan. Así ha sido el caso de Biznaga, quienes no llevan precisamente poco tiempo en la carretera, pero que, con su último largo –“¡Ahora!” (24)– han visto crecer a su séquito de fans, muchos de ellos igual de furiosos que la banda.
Tras un buen papel por parte de los teloneros –excelente elección: oscuridad hardcore con Rotura y carisma y desenfado con las jovencísimas Tetas Frías–, el cuarteto desarmó a los asistentes con su rabia punk rock, sus efectivas melodías y su crudeza, dejando a todos pidiendo más.
Fue apenas hora y media, pero Álvaro García (voz y guitarra), Jorge Navarro (bajo), Jorge “Milky” Ballarín (batería) y Álvaro “Torete” Casado (guitarra) tuvieron tiempo suficiente para repasar cortes imprescindibles de su discografía –que ya acumula cinco largos–, de hacer un pequeño homenaje al recientemente desaparecido Jorge Ilegal, de reivindicar el altavoz de los músicos en conflictos como el de Palestina y de sacudir con su energía y ferocidad a un aforo casi completo.
Los chicos recorrieron un repertorio de escándalo que funcionó como una suerte de cronología de su trayectoria: desde “Divino Fracaso” de su primer EP de 2014 –en la que reivindicaron esos errores primerizos que todos los artistas cometen y que son esenciales para su evolución–, pasando por la descarnada “Una Ciudad Cualquiera” –de su segundo largo, “Sentido del Espectáculo” (17)–, en la que ya se vislumbraba en su momento la brutal franqueza con la que relatan la precariedad del sistema, hasta la sincera “Espíritu del 92” –del tercero, “Bremen No Existe” (22)–, en la que hicieron aparición especial las míticas mascotas Curro y Cobi, este último con el viral “emosido engañado” estampado en la barriga.
Y es que Biznaga toman como punto de referencia creativo la desigualdad social en la que vivimos y escupen sobre ella sin piedad en un directo que funciona de principio a fin, que sabe equilibrar los momentos más veloces con los más intensos. Una fórmula que se hace aún más evidente en sus últimas composiciones (“El futuro sobre plano”, “Imaginación política”, “La gran renuncia” o la realista “Espejos de caos”). De ahí que no faltasen los múltiples pogos, cuerpos navegando sobre nuestras cabezas… Y es que no era para menos con la ira de las guitarras de, especialmente, el benjamín “Torete”, la fuerza de la batería, las rotundas líneas de bajo y la vibrante voz de Álvaro.
Queda para la historia el primer Razzmatazz –esperamos que de muchos– con el que Biznaga se han coronado nuevamente en Barcelona. Mientras esperamos al siguiente recordemos que: “Vamos afuera a hacer que suceda/Si hay que morir es de vivir”.

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