Tras las noches de inauguración y la fiesta Everlasting, la primera jornada se abrió bien con Jonipai y Happy Losers. A continuación Nosotrash barajaron su simpatía, sus obras de arte en forma de canciones y ese saber estar que las permite incluso protagonizar un tremendo homenaje a El Niño Gusano uniendo “Hacia El Sur” y “Pon Tu Mente Al Sol”. Jean Luis Murat, sorprendió gratamente con un planteamiento retorcido que nos hizo pensar en que bien podría ser abuelito del último Dominique A. Mojave 3 me siguen pareciendo una versión edulcorada y efectista de Neil Young, sin canciones de la calidad y la prestancia de las del maestro. Aunque Malcom Scarpa y sus Jacquelines cumplieron, la fiesta empezó con los británicos Baxendale, que acabaron con un “Music For Girls” con cheerleaders incluidas y en olor de multitudes. Baby Bird iba a descubrirnos que la esquizofrenia de su personaje va más allá de sus cada vez más previsibles discos, mientras Jay-Jay Johanson se ciñó a lo expuesto en sus trabajos en estudio. De todos modos, su actuación pasó a convertirse en una de las más cercanas y delicadas de la tarde. En el mismo escenario, Astrud sorprendieron a propios y extraños con el más descocado de sus directos, en el que no faltaron bromas a costa de Oasis, las versiones (Carpenters, Mónica Naranjo, Bangles…) y los grandes éxitos. Los Planetas, aún presentando nuevas piezas, volvieron a protagonizar uno de sus habituales conciertos de una de cal y otra de arena y Oasis repitieron el mismo tipo de show que habían paseado semanas atrás por varias ciudades españolas, es decir una apocada sombra de lo que fueron hace unos años. De todos modos, lo de negarse a cantar las partes de Noel tiene su gracia.
Por su parte, lan Brown ofreció la que fue la más catastrófica de todas las actuaciones que han pasado por el festival en sus seis ediciones. El despropósito no lo salvarían –más bien al contrario- ni el exceso de percusiones, ni la obligada versión de “Billy Jean”. Gus Gus nos hacían olvidar que en estudio son fundamentalmente un grupo de pop a golpe de electrónica, mientras que Roni Size’s Reprazent ofrecían unos de los mejores conciertos del festival. Enfundados en lo que parecían unos hábitos franciscanos, los de Bristol desataron una perfecta maquinaria de drum’n’bass para que Dynamite y Onallee se lucieran en las labores vocales y Si St. John se exhibiera al bajo, redondeando un show único, más allá de todo tipo de categorizaciones. En cuanto al sábado, la tarde se abriría con el pop fuerte y melódico de Juniper Moon. Con Flow y sus nuevas y excelentes canciones, se hizo todo un poco más llevadero, aunque Migala, con problemas de sonido, no llegaron a encantar como en la vez anterior. El francés Michel Houellebecq ofreció un infumable pastiche de rock y narración literaria que dividió opiniones tanto como la actuación del ‘neo-dandy’ Perry Blake, un intérprete que sobreactúa con voz quejumbrosa, más cercano a Black que a Nick Drake. Para remediar el entuerto pudimos contar con Kurt Wagner y la tercera parte de sus Lambchop, que nos hicieron un unplugged al uso, estrenando temas nuevos, pero cumpliendo la papeleta sin más. En el escenario grande, El Hombre Burbuja y los certeros Nada Surf convencieron a base de octanaje, los segundos sin siquiera tener que recurrir a “Popular”. Laika repartieron masajes sonoros con su particular encanto, todo lo contrario que los alemanes Gonzales, caraduras imposibles que se olvidaron de su disco para darle al hip hop borrachuzo con ayuda de la fresca de Peaches. St. Etienne protagonizaron uno de los mejores conciertos del fin de semana, con una Sarah Cracknell simpatiquísima y un repertorio abrumador y sobrado en hits. Embrace no cuajaron y Morcheeba se mostraron algo más sinceros que en su tercer disco en estudio. Lo de Johnny Marr y sus chicos fue de juzgado de guardia. Incomprensible, porque duele ver a una leyenda del pop británico arrastrándose por terrenos ya esquilmados por Hurricane #1, Seahorses y demás segundones. Todo lo contrario que Primal Scream, que abrieron a todo gas con “Swastika Eyes”, sin levantar el pie del acelerador hasta que se les cortara el sonido tras presentar un “Higher Than The Sun” que no llegaría a sonar. Un diez, sin contemplaciones. Cerrando estuvieron Sexy Sadie, ayudados por Joaquin ‘Mercromina’ Pascual, con temas nuevos muy buenos y un repertorio surtido de momentos estelares.
Para terminar, nueva visita a la carpa donde Le Hammond Inferno volvieron a divertir. En la habitualmente calurosa carpa de Sueños Polares, los mallorquines El Diablo En El Ojo abrieron con sus melodías nocturnas a lo Tindersticks/Jack y con unas deficiencias de sonido que seguirían con Insanity Wave, Cecilia Ann y Los Fresones Rebeldes, más certeros los unos que los otros. Dakota Suite eran la primera esperanza de la tarde, lástima que los de Chris Hooson no se revelasen capaces de firmar un concierto redondo. Por su parte, Doves iban a convertirse en los primeros triunfadores del día con un concierto bello e intenso. Como intenso fue el concierto ofrecido por Six By Seven, que ya habían dejado boquiabierta a la audiencia hace unos días en un concierto ofrecido en un sala de Benicàssim. Antes, Gallygows firmaron un correcto concierto que no hizo justicia a su recomendable nuevo disco. Los franceses Autour De Lucie que, la verdad, no lograron plasmar la magia de su último disco precedieron a unos Elastica que divirtieron a base de desparpajo y de la mutilación de su repertorio. Moloko generaron el mayor derroche de energía de la carpa y Placebo estrenaban nuevos temas, dejando claro que continúan su estela ascendente hacia el mainstream más exquisito. Pizzicato 5 supusieron el bluff del día y, si mi apuran, del festival. Karaoke y bacalao puro que, aún así, movió a un público que por lo visto no esperaba más. Richard Ashcroft, cabeza de cartel de la jornada, despejó la incógnita, ofreciendo un show completo, pulido, efectivamente agradable y que supo a más que su larga duración de debut. A continuación, Bentley Rhythm Ace protagonizaron una actuación infinitamente superior a la que les llevó años atrás a Festimad. En la carpa, Day One llegaron justos a cumplir las expectativas, mientras que, más tarde, Luke Slater o Dave Clarke arrasaron la pista de baile. En definitiva, aunque irregular, el festival demostró seguir con un criterio firme y coherente en la selección de bandas, por mucho que algunos directos acabasen decepcionando.n
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