Único en su género
ConciertosAriano Folk Festival


Único en su género

8 / 10
Miguel Amorós — 25-08-2022
Fecha — 21 agosto, 2022
Sala — Recinto del Festival
Fotografía — Cedidas por la organización (Foto de portada por Andrea Macchione)

Difícil definir lo que es y lo que ocurre cada año en el Ariano Folk Festival (AFF), porque traspasa los típicos tópicos para definir un festival. De entrada decir que esta era su 26ª edición y, claro, especial tras esos dos años constreñidos.
Para ponernos en contexto, explicar que el AFF se desarrolla en la ciudad de Ariano Irpino, una ciudad mediana (sobre 23000 habitantes), a hora y media de la capital de la región, que es Nápoles. Esta gran ciudad concentra mucha de la oferta musical y cultural de la zona, así que Ariano Irpino se encuentra fuera de los circuitos habituales. Por ese motivo una pequeña asociación, apasionados de la música, emprendió la ilusionante idea de montar un festival en su ciudad. Así, año tras año, el AFF ha conseguido hacerse un nombre, sobre todo en relación a las músicas del mundo, aunque no es para nada exclusivo en relación a estilos. Eso sí, cuidan mucho la programación e intentan alejarse de lo mainstream, apostando por propuestas fuera de los circuitos convencionales y que abran puertas musicales y, si puede ser, que muestren otras culturas.

En todos estos años han conseguido que la ciudad se involucre en el festival, sobre todo la gente joven, participando o ayudando de manera voluntaria, consiguiendo que, a la vez, se sienta orgullosa de él.
 Aunque la aportación pública es mínina, su preocupación no es económica, lo único que pretenden es que tanto las bandas que actúan, como los visitantes que se acerquen al festival, se sientan como en casa, o mejor. Algo que se comprueba cuando hablas con cualquier grupo que haya estado en él, todos avalan el trato recibido y destacan el ambiente familiar, amigable, cercano y apasionado.

Este año, en los cinco días del festival, han pasado más de 15000 personas por los conciertos y por las múltiples actividades paralelas que organizan, cine, charlas, talleres, degustaciones varias, pasacalles, sesiones abiertas de Poetry Slam, paseos ecológicos por la ciudad, etc. Pero centrándonos en la parte musical, de la más de treintena de conciertos destacaremos varias propuestas.

Por ejemplo el cuarteto franco-marroquí de Bab L’Bluz (foto de portada). Al frente la cantante Yousra Mansour tocando el gumbri (laúd de tres cuerdas). Su mezcla de música tradicional gnawa y hassani con funk, rock y blues, conectó fácilmente, sobre todo, con ese público joven. Temas largos de intenso ritmo que además, como es clásico en la música gnawa, va poco a poco in crescendo para explotar al final. Explicaron que sus letras mandan mensajes de paz, igualdad, amor y respeto a los mayores. Cerraron con el intenso “Gnawa beat”, con el que hicieron cantar a todo el público.

Otra banda muy bien acogida fue Napalma. Trío internacional liderado por Cid Travaglia, hiperactivo compositor y percusionista brasileño. Bases electrónicas con mucho ritmo, encima percusiones afrobrasileñas, trompeta y voces, en formato non stop y para no parar quieto. “Bailà Ariano bailà” gritaba Cid y eso hacía todo el público.

También original la propuesta del portugués Omiri. En la línea de otros músicos actuales que utilizan la tradición conjugándola con música electrónica moderna, pero con un plus de espectacularidad. Mientras en la amplia pantalla que había detrás de los músicos, veíamos grabaciones caseras de gente de campo cantando canciones tradicionales, o grupos de calle tocando percusiones, él las hace entrar en bucle y sobre ello va añadiendo zanfoña, guitarras o gaitas, creando un ambiente propio de club. Podía sonar rockero, recordando hasta a Steve Vai o sonar tradicional, pero con un bombo a negras indomable. Además una pareja de bailarines de danza contemporánea completaban visualmente el espectáculo.

En ese mismo camino de unir canciones populares, melodías ancestrales e instrumentos tradicionales con electrónica y nuevas tecnologías, encontramos a Nación Ekeko. Bajo ese nombre está el argentino Diego Pérez, músico, compositor y productor. Su fusión de sonidos andinos, latinos y africanos con house y dub, caminó de forma suave y fue entrando poco a poco, pero de manera profunda. Presentó temas de su nuevo disco “Qomunidad” donde participan, entre otros, Muerdo o Julieta Venegas, y sus mensajes de respeto a la tierra, al mar y sus deseos de hermandad, fueron bien acogidos. Al final consiguió que todo el público hiciera un gran corro para bailar sus canciones.

En una onda algo más acústica se movieron Ladaniva. Cuarteto multicultural liderado por la cantante armenia Jacqueline Baghdasaryan y el multiinstrumentista francés Louis Thomas. En su repertorio mezclaron temas tradicionales balcánicos con cantos maloyas de Isla de Reunión. También mostraron temas con fuertes raíces en el folclore armenio. Todo ello con aires de jazz y reggae y unas voces femeninas delicadas y sugerentes.

A pesar de ser un solo músico, el finlandés Antti Palaanen, no sonó tan acústico. Con solo un acordeón diatónico, pero de tres filas, una voz gutural, que más de un grupo heavy querría, y manejando un bombo con el pie, fue capaz de hacer mover a todo el público que se sorprendió con su propuesta. Temas tradicionales llevados a un nuevo nivel. El tema con el que cerró su actuación no desentonaría en cualquier rave electrónica.

Bia Ferreira . Foto de Francesco D'Auria

Personalmente la sorpresa del festival llegó con la brasileña Bia Ferreira. Apareció ella sola armada de guitarra y voz. Se presentó diciendo que lo que hacia era “black music”, pero la definición se quedó corta. Su fiera combinación de soul, reggae, blues, funk, R&B y gospel y sus potentes mensajes feministas te atrapan sobre todo por su revulsiva actitud y su arrolladora acritud. Manejó la guitarra con una soltura impresionante, hasta la tocó poniéndola encima de la cabeza, y lo mismo cantó con una voz sutil que haciendo beatbox. Acabó con “Diga Não” e hizo cantar a todo el mundo su estribillo: “No al racismo, no a los prejuicios, no al genocidio de la gente negra, no a la policía racista, no a la militarización fascista”. Se puede decir más alto (y ella lo hizo bien fuerte), pero no más claro. Triunfó.

También de Brasil João Selva, pero lo suyo fue mucho más relajado. Su concierto fue a media tarde en el césped fuera del castillo de Ariano. Acompañado de una banda efectiva, sus ritmos brasileiros impregnados de funk, jazz y disco, fueron un bálsamo en el que dejarse mecer. Mi madre me dio un consejo, dijo, sea lo que sea, hay que hacerlo con amor, lo mismo cocinar o hacer música. Y así lo hicieron. Fue el concierto hecho en el momento justo en el lugar adecuado.

No podemos dejar de mencionar tres bandas que fueron tremendamente efectivas. Los primeros el quinteto Sidi Wacho. A las voces el francés Saidou, que estuvo en el colectivo MAP, y el chileno Juanito Ayala. Letras comprometidas y mensajes sociales, en francés y castellano, con un fondo musical a base de ska, reggae, pero sobre todo, cumbia y vientos balcánicos. Pusieron a bailar a todo el público porque como dice su canción “con sabor la lucha tiene sentido”.

Otra banda que demostró su eficiencia y buen hacer fueron Zoufris Maracas. Banda francesa también comprometida y que así mismo abogan por el piensa y baila. En su caso su irresistible groove mezcla influencias africanas, latinas y gitanas con las que conquistaron al público.

De estas tres bandas, quizás la más chocante fue Tankus the Henge. Una banda de culto inglesa con una puesta en escena sugerente. Su música tiene influencias del jazz de Nueva Orleans, con algo de psicodelia y funk de los 70. El líder de la banda, Jaz Delorean es todo un showman y toca un particular piano situado en el centro del escenario. Sus gustos musicales por músicos como Tom Waits o The Band, se reflejan en su música y su herencia familiar circense, en el show. Se subió encima del piano, empezó a salir humo del mismo o se quedó sin camisa a mitad del show pero sin que alterase su festiva música, Su mensaje final llegó a través de su canción “You can do anything”, Ariano.

Cerramos la sección de bandas con dos certezas. Por un lado la banda de Sergio Mendoza de Calexico, Orkesta Mendoza, A pesar de sus recientes cambios en la formación, sus canciones fueron bien celebradas. El carismático Salvador Durán ha vuelto a ocuparse de la voz y parecen haberse abierto más musicalmente. Hay indie mambo, pero también techno cumbia o sonidos más mex. “La Negra Tomasa”, “Cumbia Volcadora”, “La Caminadora” tuvieron efectos inmediatos en el público. Cerraron con uno de sus primeros éxitos, “Traicionera”.

Africa-Unite-Francesco-D'Auria

Africa Unite - Foto de Francesco D'Auria

La otra banda también de éxito fueron los italianos Africa Unite. Una institución en el reggae que han cumplido 41 años de carrera. Su combinación de reggae, dub y electrónica ha acompañado a miles de fans en toda Italia. Sus canciones fueron coreadas una a una por un público entusiasta.

Entre la amplia y selecta sección de dj que el AFF presentó este año, un nombre sobresaliente, Don Letts. El director de cine, músico y personaje imprescindible en los inicios del punk en el Reino Unido, dio una lección de buen hacer. A través de clásicos, Bob Marley, Led Zeppelin, Tracy Chapman, Nirvana, y como no, The Clash, nos hizo viajar por la historia de la música. Pero no utilizó las versiones originales, sino unas revisiones, además en clave dub y reggae que encandiló a todo el público.

Will Holland, aka Quantic, también dejó una sesión para el recuerdo. Debe tener material propio para pinchar semanas enteras, pero optó por empezar bajo de beats, para ir subiendo poco a poco. House, bossa, soul, funk, latin, electrónica, etc con un buen gusto extremo. Otro de los triunfadores.

El trío de Dj internacionales destacables lo completó Daddy G. Miembro original de Massive Attack. Su sesión se nutrió de sonidos más oscuros, evidentemente trip hop, pero también reggae, deep house y dubstep. No faltó el “Karmacoma – The Napoli Trip” que hicieron Massive Attack con el grupo napolitano Almamegretta. Ni tampoco una remezcla del “Teardrop” con la maravillosa voz de Elisabeth Fraser. El tramo final fue aumentando de beats para que la sesión acabara bien arriba.

No queremos dejar de nombrar a la italiana Coqò Djette y el francés Phil (Radio Meuh) que también estuvieron tras los platos con sendas sesiones impecables. 

Pero acabamos con la sección de Dj’s nacionales. Allí también estuvieron Sr. Lobezno, en lo que titulan como “Aperiworld”, con una excepcional sesión a base de ritmos negros, funk, soul, acid jazz, afrobeat, etc. Todo con vinilos y que hizo las delicias de un público joven de Ariano, muy participe de estas sesiones a media tarde.
Capitulo aparte para Lord Sassafras y Dj Panko, habituales del festival desde hace años y muy queridos, no solo por los organizadores del festival, sino por todo el pueblo de Ariano. Se diría que tienen un nutrido club de fans, porque sus sesiones son esperadas y muy celebradas. Impresionantes los pogos que se forman cada vez que se ponen a pinchar, sea en el festival o en cualquier bar que le ofrecen para que lancen sus sesiones rompecaderas de World Beats.

No sé si otro tipo y modelo de festival es posible, pero sin duda el AFF es único en su género. ¿En que festival, cuando se acaba, reparten entre el público un macro pastel celebrando su 26 cumpleaños?. Difícil asistir y no querer volver al año siguiente.

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