Hay noches que se presienten que puedan rozar lo memorable. La del pasado viernes en la Sala Mardi Gras, con Amor Líquido (en la foto) y Las Petunias como protagonistas, era una de ellas. Se intuía desde hacía tiempo: un sold out anunciado con meses de antelación y, ya en la propia noche, una fila de veinte o treinta personas esperando a las puertas del local algo más de media hora antes de que se abrieran las puertas. Una circunstancia cada vez menos habitual, pero que, en esta ocasión, se complementó además con el mismo público entrando apresuradamente con la misión de ocupar las primeras filas.
Con la salida de Amor Líquido al escenario se confirmó que no era una noche cualquiera. Presentando su primer disco homónimo, ofrecieron un directo sólido, cuidado y muy cercano. Hubo complicidad con el público y pequeñas anécdotas que humanizaron aún más su actuación: desde el drama de un ordenador averiado con dos TFG dentro —que ojalá logren recuperar— hasta un momento de humor protagonizado por un fondo de pantalla de Ayuso tras una canción con la susodicha como protagonista. Sus temas, ya de por sí interesantes en estudio, cobraron en directo una garra y contundencia que elevan su propuesta a otro nivel.
Tras su actuación llegó un breve descanso. El tiempo justo para coger aire antes del torbellino que estaba por venir. Y aunque podría haber pasado, el ambiente no se enfrió. Cuando Las Petunias irrumpieron en escena, el asunto lució como una continuación natural; una aceleración que terminó por prender la mecha e incendiarlo todo. Los pogos se convirtieron en una constante, los gritos se mezclaron con los empujones y la emoción lo inundó todo. Su presencia, poderío, actitud y reivindicación hicieron el resto. Son tres, pero llenan el escenario como si el combo fuera mucho más numeroso.
El final se acercaba, aunque todavía quedaba una traca final que unas y otras habían estado alimentando: aquello que todos los presentes estaban esperando. Amor Líquido regresaron al escenario para que las dos bandas interpretasen juntas “Baila” y “No Seré Una Estrella”, el doble sencillo que publicaron en una alianza que, viéndolas en directo, parecía inevitable. No solo por la conexión personal que comparten, sino por lo bien que encajan ambos proyectos cuando comparten escenario.
La noche terminó, pero lo que construido por las dos formaciones quedó como experiencia de difícil explicación. Todo tuvo sentido, todo encajó con una naturalidad perfecta. No fue una noche de teloneras y banda principal: fue la noche de dos proyectos que tienen mucho que decir y saben exactamente cómo hacerlo. El público saltó, gritó, sudó, celebró y volvió a casa con ese tipo de alegría que te recuerda por qué merece tanto la pena vivir la música en directo. Una sensación general de alegría, felicidad y, sobre todo, ganas de más. Porque Amor Líquido y Las Petunias dejaron clarísimo que tienen mucho —y muy bueno— que ofrecer.

Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.