La de este año no fue una edición más de Noites do Porto. En 2025 el evento alcanzó los cinco años de vida, un lustro que basta para confirmar que el evento tiene ya identidad propia, reconocible tanto para los vecinos de A Coruña como para los aficionados a la música que llegan cada año desde otros puntos de Galicia. Lo que antes era la promesa de ofrecer algo distinto se ha consolidado como una cita en la que resulta casi imposible no encontrar multitud de propuestas interesantes.
Una edición que mantuvo el espíritu que sitúa a Noites do Porto a medio camino entre ciclo y festival, formato que favorecedor y que ahora suma ese toque de madurez que viene con la experiencia. Las salas volvieron a ser el eje central de la programación, complementadas con recintos más amplios como el Muelle de Batería o, como novedad, el Teatro Colón. El pistoletazo de salida llegó con la dupla de Yazz Ahmed y Ralph Wyld en el Jazz Filloa, que también sirvió para inaugurar la primera de las cápsulas incluidas en “Noites de Flamenco y Jazz”.
Tras esa apertura llegó una de las noches más esperadas en el Garufa Club. Primero fue el turno de Fantasmage, cuyo regreso al escenario después de tanto tiempo provocó la alegría de un público que los recibió con entusiasmo. La banda demostró la fuerza que siempre les caracterizó, confirmándose como una de las más enérgicas y necesarias de la escena underground gallega. Después llegó el turno de Deadletter, que ofrecieron toda una lección de lo que debe de ser un concierto en sala: un cantante hipnótico, siempre en movimiento y buscando en todo momento la conexión con el público. El resultado fue una experiencia intensa y vibrante, con una banda perfectamente engrasada que dejó un concierto de los que permanecerán en la memoria de los presentes.
Un día después llegó otro de esos platos esperados por los amantes de la historia y la buena música. Con la Sala Inn como testigo, Moura abrió la velada firmando un concierto en el que se mostraron serios, impecables musicalmente, y con esos matices vocales que añaden interés a su directo, hasta lograr que el público entrase en trance con cada tema. Su propuesta puede escapar de lo convencional, pero posee un valor e interés indiscutibles. La formación dio paso al caos que acompañó a The Lemonheads. Lo suyo fue anárquico: Evan Dando no se encontraba en sus mejores condiciones, lo que marcó el contrapunto de la noche. Una actuación que, sin duda, puso en valor a sus predecesores que, si bien gustó a los más fieles y nostálgicos, y provocó pena y decepción en quienes esperaban algo más sólido.

The Lemonheads (Foto: Manu San Martín)
Para la cuarta jornada estaba programada la actuación de Ana Curra. La cantante debía haber compartido escenario con Ilegales, pero la enfermedad de Jorge Ilegal obligó a cancelar su participación. Como buena veterana de las imbatibles, Ana Curra supo sostener la velada, marcada por el carácter místico que define su proyecto. El concierto fue ganando intensidad a medida que avanzaban las canciones, logrando que el público también se mostrase más participativo. La atención no se centró únicamente en la vocalista, sino también en la banda que la acompañaba, en especial en un joven guitarrista que, pese a estar inmerso en su segundo concierto con el proyecto, demostró una madurez propia de quien acumula decenas de actuaciones.
El sábado, quinto día de esta edición de Noites do Porto, estuvo marcado por el contraste entre dos propuestas veteranas que siguen muy vigentes. Primero subió al escenario el rapero Sho-Hai, acompañado de Ocean y de DJ W. Cheff a los platos. Su actuación fue un viaje por la historia de la carrera de uno de los pioneros del rap en España, repasando grandes éxitos y algún tema de su más reciente disco. Fue un concierto de altura, con un público entregado desde el primer momento, coreando todas las canciones y generando uno de los ambientes más intensos del festival. El zaragozano terminó con lágrimas entre los ojos, agradecido por lo vivido.
La acción se trasladó al Muelle de Batería, donde La Casa Azul (en la foto) celebró su 25 aniversario. El grupo de Guille Milkyway aunó a la perfección la nostalgia y ese espíritu festivo que caracteriza su proyecto, agradeciendo en varias ocasiones la oportunidad de interpretar canciones menos conocidas y dedicando tiempo a explicar la historia detrás de cada una de ellas. El público participó en todo momento, en una noche que contó además con la colaboración más que interesante de Soleá Morente. El final fue una explosión de hedonismo, broche perfecto a un concierto que tuvo aires de celebración, pero también de cierta despedida. Como si aquello fuese a ser algo que marcase, de alguna manera, un punto y final.
Si la celebración y la nostalgia marcaron la jornada anterior, el domingo estas sensaciones se mantuvieron en todo su apogeo en la Sala Mardi Gras. Allí se produjo el estreno por todo lo alto de Oceano Eskizo, banda formada por miembros destacados de grupos históricos de A Coruña, al más puro estilo “vengadores”. Una energía latente desde la primera canción, dejando para el recuerdo una velada en la que rock y punk vibraron en estado puro, con temas originales y otros más míticos de Radio Océano y Eskizo. La aparición en la recta final de Trigo y, sobre todo, de Nuno de Grande Amore hizo que todo saltase por los aires.
Tras un día de descanso, la música volvió a sonar con Michelle David & The True-Tones. Fue una velada que mantuvo la intensidad y la energía de las anteriores, en la que algunos de los asistentes llegaron a declarar que habían visto a una auténtica diosa sobre el escenario. Jazmine Myra tomó el testigo en la penúltima jornada, preparando el terreno para que Israel Fernández cerrase, con su magnífico flamenco, el telón de esta nueva edición.
Así se llegó al final de nueve días en los que la música resonó por todos los rincones de A Coruña, también gracias a los DJs y electores musicales que ofrecieron previas y after parties. Nueve jornadas con estilos variados, entre lo reciente y la rabiosa actualidad y lo histórico y nostálgico. Nueve noches llenas de momentos para el recuerdo, de donde los melómanos salieron satisfechos, los fans más fieles encantados, y los oyentes ocasionales con ganas de mucho más. 2026 asoma en el horizonte, y el listón de esta edición se presenta cada vez más difícil de superar.

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