Puerto viejo a ritmo de rock
ConciertosDalecandela Fest

Puerto viejo a ritmo de rock

7 / 10
Daniel Gómez-Cortázar — 23-09-2025
Fecha — 18 septiembre, 2025
Sala — Explanada Puerto Viejo (Getxo)
Fotografía — David Mars / Alberto Otaduy (portada)

El pasado fin de semana tuvo lugar el DalecandELA Fest en el marco incomparable de la campa del Puerto Viejo de Algorta. Este festival ha cumplido con éxito su cuarto cumpleaños con la misma vocación de siempre: entrada gratuita y todo el dinero recaudado de las barras, merchandising y donaciones se destina a la investigación de la ELA y al apoyo de quienes padecen dicha enfermedad.

El festival arrancó el jueves al atardecer con los asturianos Drugos facturando un solvente rock en la línea de Tequila-Los Rodríguez con versión incluida (“Chica Ye Ye” de la eterna Concha Velasco) o incluso acercándose a Tom Petty con su nueva “Los martes”. El evento contaba con una infraestructura impresionante: la entrada y las balas de paja para dar el toque Western, el puesto de merchandising a rebosar, la carpa con mesas corridas y una gran oferta gastronómica para elegir (directos fuimos a por el sandwich cubano de nuestros amigos del Baste de Romo). Para, el bebercio, varias barras que el viernes y el sábado resultaron un tanto insuficientes.

Ésta primera jornada fue una buena apertura, con multitud de niñxs jugando en la entrada, todo el mundo sonriendo y pasándoselo bien en armonía, tanto los rockeros como las familias y los veinteañeros BCBG de Getxo haciendo corrillos en la verbena postmoderna de sus amigos Los toldos, que sin ningún complejo versionaron Ken 7, The killers, Maná o los más actuales Sons of the East. Para cerrar la primera noche, salieron a escena los geniales Swingtronics, que pusieron a bailar a los noctámbulos que aguantamos hasta el final a ritmo de electroswing temas clásicos como “Careless whisper” de Wham o “Sweet dreams” de Eurythmics. Impresionante puesta en escena, el teclista, el baterista y el vozarrón de Eider.

Ya el viernes que fue el día grande, pudimos llegar a Sotomonte, el proyecto del getxotarra Jokin Salaverria quien desplegó con su banda toda su artillería setentera repasando sus dos álbumes y criticando el actual mundo digital con “The nothing”. Le siguió Susan Santos en formato power trio en una línea de rock clásico sin los tintes psicodélicos de Jokin, muy bien ejecutado pero con un sonido un tanto enmarañado. El sonido también quedó un poco deslavazado en Los Zigarros, ya de noche y con el público cada vez más apretado. Aquí claramente se vio la ventaja del salto al castellano y los asistentes hicieron propias las letras de “Hablar, hablar, hablar” o “Apaga la radio”.

El plato fuerte fueron claramente León Benavente, con un sonido mucho más limpio. Abraham Boba resultó ser un sobresaliente performer que no dejó títere con cabeza sin mancharse de sangre esa elegancia tan del estilo de Richard Butler de los Psychedelic Furs. Las primeras filas lo dieron todo cantando y bailando aún con riesgo de torcerse los tobillos en los socavones de la hierba. El que suscribe, después del electroswing del día anterior, decidió centrarse en escuchar las ácidas letras de “Úsame/tírame”, “ A la moda”, la dedicada a Jorge Ilegales de “Ánimo, valiente” y el resto de temas tan declamados a lo punk más que cantados, entre la electrónica y el rock, my cercanos al sonido del Columpio Asesino. En la recta final, una baqueta fue lanzada desde el escenario cayendo en la cabeza del que aquí firma para luego ser recogida al vuelo por la chica de al lado. Imposible saber si es que no lo vio nadie o si a todo el mundo le dio igual. La jornada terminó con el rubio exlíder de los Zodiacs, Garbayo, repasando sus temas hipervitaminados de powerpop, quien también debió de recibir el golpe de un vaso, esta vez en trayectoria inversa del publico al escenario.

Del Euskadi Tropikal del viernes se pasó a la tormenta tropical del sábado. Coti fue el que consiguió brillar a pesar de las inclemencias del tiempo repasando su trayectoria en formato septeto. Con un par, fue el único capaz de mencionar la desgracia en Gaza, le puso un sombrero a Jaime Lafita y nos retrotrajo a hace 20 años bailando un “Lento”, convenciéndonos de que “Nada de esto fue un error” y haciéndonos ver un “Color Esperanza” donde solo vemos gris. Terminado el concierto, los más optimistas, o los de De perdidos al río, estuvimos esperando hasta que 35 minutos después del supuesto inicio de Iván Ferreiro, anunciaron con mucho pesar que el resto de la jornada quedaba cancelada por la seguridad de todxs. Las penas fueron ahogadas en El escondite y en el Shelter, entre otros, ya en la ilustre villa, filosofando con ⅔ de los extintos Thee Quibbles que también venían del festival.

El domingo los paraguas siguieron ondeando y el gallego Carlos Ares se vio obligado a conformarse con un mini-show. Al cierre, sí que salieron The Hornies capitaneados por el incombustible Borja Romaña que lleva dando el espectáculo desde su más tierna infancia (hablamos de buena tinta y le mandamos un abrazo).

El festival terminó con la entrada del otoño y los azotes de la lluvia, pero si no fuera por ella no podríamos decir lo de qué verde era mi valle. Muy buen festival, muy buen sabor de boca, el año que viene más y por favor más representantes femeninas que estamos en el S.XXI (dos mujeres en todo el cartel!).

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