Acordes de despedida del verano
ConciertosCaudal Fest

Acordes de despedida del verano

8 / 10
Daniel Pose — 22-09-2025
Empresa — Bring The Noise
Fecha — 19 septiembre, 2025
Sala — Xardín do Pazo de Feiras y Congresos de Lugo
Fotografía — Toni Villén (cedida por la organización)

El Caudal Fest, autodenominado como ‘La última gran fiesta del verano’, volvió a desbordar la ciudad de Lugo con su energía. A su lado, como espectador de excepción, el Miño absorbía la vibración de cada acorde que rugía desde los altavoces. Dos días marcados por risas, gritos y aplausos, en los cuales la música fue, sin duda, la gran protagonista. Los presentes se vieron arrastrados por el flujo de emociones que recorría todo el recinto, formando nuevamente parte de un latido colectivo que lo envolvió todo.

Lisdexia cumplieron con creces ante la siempre complicada tarea de inaugurar una edición. Un directo enérgico, lleno de humor y crítica que convirtió a los asistentes en esclavos del baile. Con Yarea la atmósfera cambió por completo, transformando el recinto en un espacio de confesión colectiva. Más tarde, la veteranía de Duncan Dhu llenó el escenario de himnos que marcaron a varias generaciones, esas que agradecen propuestas como estas en eventos tan multitudinarios. Vega fue la siguiente, quien reorientó el festival hacia lo íntimo con una puesta en escena cercana, poderosa y muy reivindicativa. La cordobesa tejió un hilo con los presentes, creando un refugio compartido lleno de emoción.

A partir de este momento la intensidad no paró de crecer. Empezando por unos Love Of Lesbian que pudieron resarcirse de una anterior actuación marcada por las restricciones pandémicas. El público respondió con creces, y entre unos y otros generaron un show colectivo donde cada acorde y cada grito formaron un verdadero huracán musical. Con Carlos Ares se demostró que, en ocasiones, hay escenarios que se quedan pequeños. Lo suyo fue un despliegue de talento que combinaba fuerza, delicadeza y una conexión casi tangible entre el coruñés y una banda de una calidad suprema. No es de extrañar que los asistentes reclamasen el escenario principal, pues Carlos y su equipo están más que preparados para afrontar cotas mucho mayores.

Quien no solo está preparado sino que se mueve con naturalidad en esa zona a la que los focos siempre apuntan es Dani Fernández. Nuevo despliegue de saber estar de un cantante capaz de encantar a propios y extraños. Su concierto era el gran plato fuerte del día, dejando a los asistentes con el estómago lleno de canciones que son himnos y el cuerpo vibrando. Su guiño al Breogán, equipo local de baloncesto, fue la gota que provocó que todo acabase por saltar por los aires, desatando completamente la euforia. La salida de Dollar Selmouni volvió a rebajar la intensidad unos cuantos grados. Su concierto rompía con la euforia acumulada, ofreciendo un respiro diferente, pero sin desentonar con la energía global del día.

Niña Polaca fueron los siguientes. Su actuación comenzó fría, pero poco a poco fueron contagiando su energía hasta culminar por todo lo alto. Quedó claro que la banda tiene todo el crédito del mundo para ocupar un lugar en cualquier cartel, demostrando talento, presencia y la capacidad de conquistar incluso a los más escépticos. El cierre corrió a cargo de Kike Varela, una sesión en la que no faltaron los temas que están aupando al gallego a lo más alto de la escena electrónica, y en la que estuvo acompañado por primera vez de Ferriñas Bravas.

El comienzo del sábado volvió a tener acento gallego de la mano de Aloe Perro, continuando con el nuevo proyecto musical de Álvaro Benito: Chicle. Quizás por la hora, por la sombra alargada de Pignoise, o por su escaso rodaje sobre los escenarios con esta nueva aventura, quedó una sensación de 'quiero y no puedo' incapaz de establecer la conexión buscada. Todo lo contrario que Marlon, quienes desde el principio consiguieron encender al público y marcar la pauta de una jornada donde la nostalgia iba a estar entrelazada con la nueva hornada musical que está dando que hablar.

La actuación de Músculo! Quedó traducida una de las propuestas más experimentales de esta edición del Caudal Fest. Cumplieron con lo esperado, construyendo una experiencia sensorial intensa y envolvente, aunque quizás lo suyo hubiera brillado aún más en otro horario o con un empaque distinto dentro de la programación del sábado. Si hablamos de sensaciones, las dejadas por Zahara estas estuvieron marcadas por su elegancia, emoción y una propuesta que pasó a convertir el recinto en una auténtica rave. La pena fue que el público que no terminara de engancharse, seguramente porque esperaba con más ansia lo que estaba por llegar.

El turno de Merino trajo consigo una gran dosis de frescura y actitud. Su actuación combinó energía y precisión, un directo cercano pero perfectamente adaptado a lo que pide un festival. Los asistentes en la zona del segundo escenario acabaron entregándose al ritmo, contagiado por las melodías y letras pegadizas que recorrían cada rincón del recinto. Con Melendi se desató la locura. Un concierto en el que nadie pidió ni exigió precisión ni perfección, porque no hacía falta: todos y cada uno de los presentes solo querían corear las canciones que han acompañado su vida. Una celebración colectiva cargada de complicidad y mucha historia musical.

Si en la primera jornada fue Carlos Ares quien demostró estar preparado para cotas mayores, en esta ocasión fueron otros gallegos quienes hicieron lo propio. No cabía un alfiler más para disfrutar de The Rapants, una banda que es pura fiesta y ofrece justo lo que el público necesita: saltos, bailes, gritos y diversión sin límites, empapando a todos con un directo arrollador. Carolina Durante (en la foto) llegaron cuando el respetable empezaba a mostrar signos de cansancio, pero la banda dejó claros los motivos de ese puesto destacado dentro de la actual escena indie. Con un directo musculoso y lleno de actitud, consiguieron reactivar a los asistentes, provocando saltos, cantos y una empatía que recorrió todo el recinto.

El Caudal Fest encaraba su parte final con otro de esos grupos que están en la boca de todos: Alcalá Norte. No fallaron y justificaron los motivos de tantos y tantos comentarios, demostrando que el paso del tiempo está ayudando a una banda que cada vez se muestra más compacta y precisa encima del escenario. Elyella cerraron el día y el festival con lo que se esperaba de ellos: una concatenación de grandes éxitos con los que los más valientes no pararon de bailar, tanto por las ganas de fiesta como para quitarse el frío polar que dejaba claro que había llegado el final del verano. Y así se apagaron los focos del recinto y los altavoces dejaron de sonar. Los asistentes regresaron a sus casas tras una experiencia que, de una forma u otra, no dejó indiferente a nadie. El Miño, por su parte, pudo recuperar su tranquilidad, necesaria para recobrar fuerzas y prepararse para que, en una nueva edición que llegará en 2026, la música vuelva a desbordarlo.

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