Hablar del Resurrection Fest no es solo apuntar una serie de actuaciones, sino que consiste en narrar un ritual en donde un mar de cuerpos respira y vibra al compás de cada golpe y acorde. Es describir lo que sucede gracias al rugido imparable de guitarras, baterías y voces que desbordan los sentidos y desatan una energía incontrolable. Un lenguaje común con el que conectar a amigos y extraños, unidos ambos bandos por esa pasión común. Lo que se vive durante los cuatro días pertenece a esas experiencias que se instalan en la memoria, convertidas en la banda sonora de una historia personal que no sabías que necesitabas vivir. Viveiro se transforma en un verdadero templo de ruido, fuerza y resistencia; un espacio en donde el metal no solo suena, sino que también se siente y se palpa en cada latido, en cada paso, en cada carrera desenfrenada entre escenarios. Es una experiencia colectiva que va mucho más allá de la música. No va solo de escuchar, es un festival al que se va a pertenecer.
Así, con esa mezcla de expectativa y curiosidad a flor de piel, comenzó el primero de las cuatro jornadas del XX Aniversario del festival. Una jornada inaugural que terminaría por convertirse en una de las más memorables desde aquella primera edición que algunos aún guardan en lo más profundo del pecho. From Fall To Spring fueron los encargados de inaugurar los escenarios, abriendo con ímpetu una puesta en escena solvente pese a algunos problemas de sonido iniciales. Tras ellos, la acción se dispersó por el recinto con bandas como Democracy, Letlive, Signs Of The Swarm o Novelist –cada uno aportando su propio pulso–, como anticipo de los conciertos más esperados: Lost Society y Jinjer. Los primeros lo dieron todo, con un sonido groove que caló y encendió a los asistentes. Pero fueron Jinjer quienes pusieron todo patas arriba. Su vocalista, Tatiana Shmayluk, desplegó un poderío vocal y escénico mientras ejercía como fuerza de la naturaleza capaz de arrasar con todo a su paso, dejando una puesta en escena impecable.
Skynd o Terminal Sleep cumplieron con creces su papel de teloneros de lujo, antes de que llegara el turno de unas leyendas como Judas Priest. Con Rob Halford al frente, los británicos ofrecieron un directo redondo, cargado de veteranía y actitud. No fue solo una sucesión de clásicos, fue el sonoro golpe en la mesa de una banda que sigue dictando cátedra con cada nota lanzada al viento. Aún quedaban sorpresas, como el metal sinfónico de Tarja o la presencia de una banda de culto como Pentagram –cuyo líder, Bobby Liebling, se dejó ver paseando por el recinto para sorpresa y alegría de sus más fieles seguidores–. Por su parte, Kanonenfieber echaron el cierre a la jornada sin desmerecer.
El jueves amaneció con la resaca del día anterior, pero la potencia volvió a tener presencia pronto con Killus y su metal industrial en el Main Stage. Más allá, en el Chaos Stage, los vivarienses Not Yet sorprendieron con una actuación firme, sin que la presión de actuar en casa les frenase y ganándose con premura a un público entusiasta. La jornada siguió acumualndo intensidad con bandas como Northlane, Death Angel y Messa, hasta que Seven Hours After Violet llenaron el escenario con una actuación multitudinaria. Esta joven banda, liderada por Shavo Odadjian, bajista de System Of A Down, dejó claro que, pese a su corta trayectoria, tienen mucho que decir.

Slipknot
De esta segunda jornada, que también quedará grabada en la retina, es obligatorio mencionar a Till Lindemann, uno de los grandes atractivos de la edición. Su presencia llenó el recinto de expectación y de debate, con una propuesta tan provocadora como divisiva, que llenó el aire de tensión y fascinación. Tomaron el relevo los gallegos Heredeiros Da Crus, con un concierto que muchos, a priori, no veían encajando en esta cita. Sin embargo, lo suyo fue toda una lección de cómo silenciar a los escépticos y conquistar a los suyos. Su directo, divertido y desacomplejado, dejó el ambiente a punto para la salida de Korn.
La banda de Jonathan Davis tenía una deuda pendiente tras su cancelación en la edición de 2022 –la que muchos recuerdan como la de las “korncelaciones”–, y la saldó con creces. Ante un recinto completamente entusiasta, ofrecieron un concierto intenso y contundente, con una puesta en escena y un setlist pensado para redimirse y hacer vibrar a los fans. Y lo consiguieron. Desde el primer segundo, desde el primer golpe, desde la primera nota todo fue un estallido. Hämaton y Deez Nuts fueron los encargados de bajar el telón del día.
El cansancio parecía querer asomar, pero el viernes mantuvo el pulso firme. Against The Waves abrieron la jornada, seguidos por Prom Kinks, cuya propuesta inquieta y densa no deja indiferente. En el boulevard, la joven banda coruñesa Demenzia Sozial captó la atención de numerosos curiosos, mientras que los gallegos Aphonnic reafirmaron su solidez en el Main Stage. Más tarde, Soen, Anal Hard, Tesseract, Tabern y Crucified Barbara subieron aún más la temperatura bajo un sol de justicia, desatando pogos y crowdsurfings que incendiaron el ambiente.
El día alcanzó su punto álgido con un duelo electrizante de titanes bien distintos: Derby Motoreta’s Burrito Kachimba, que llenaron cada rincón del Desert Stage hasta que el espacio se quedó corto para su intensidad, mientras que Falling In Reverse dominaba el escenario con su mezcla pegadiza de rock, hip hop y electrónica. La multitud llenó la explanada, entregada a un espectáculo potente. Cierto es que, para algunos asistentes, el espectáculo se sintió como una actuación de la Orquesta Panorama: altamente producida, pero con menos alma artesanal de la que se esperaba. Para cerrar, Ignite y la histórica Angelus Apatrida pusieron la guinda a una jornada sin desperdicio.
El último día del Resurrection Fest llegó como un suspiro final, lleno de emociones contradictorias. Por un lado, el cansancio acumulado; por otro, la energía y las ganas de vivir un gran cierre de aniversario. Los murenses Archivo Adxunto fueron los primeros, volviendo a Viveiro tras su debut en 2019 y mostrando una clara evolución sobre el escenario. Les siguieron los checos Gutarax, con una propuesta extraña pero hipnótica, imposible de ignorar. A lo largo del sábado pasaron, con nota y por los distintos escenarios, grupos como Dirty Sound Magnet, Aviana, Spectral Wound o Slomosa. Pero fue Adept, que se sumó a última hora tras la cancelación de Crossfaith y el Secret Show, quien dejó huella con una explosión de energía post-hardcore cargada de emoción, conectando con el público que decidió apostar por ellos.

Skindred
Después de las dos propuestas de Vader y Walls of Jericho, llegó el último gran plato fuerte: Slipknot. La expectación era máxima, algo que se observó al ver el recinto lleno de máscaras características del grupo. No decepcionaron. Sobre el escenario principal se vivió una explosión brutal de sonidos y adrenalina, sin pausas, con decenas de pogos que sacudieron la explanada. Fue un terremoto de adrenalina y pasión que sacudió cada rincón, dejando el aire cargado de vigor en la que fue la celebración del grupo al cumplir 25 años sobre los escenarios. El End Show, donde se anunció que la edición 21 se celebrará del 1 al 4 de julio de 2026, y la explosiva mezcla de metal y reggae de Skindred, cerraron esta edición tan especial. Así cayó el telón de un aniversario que quedará grabado en la memoria. Pero la llama sigue encendida, y tanto Viveiro como los miles de asistentes esperan con ansia el nuevo capítulo ya confirmado.

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