Virginia Woolf decía que no se puede encontrar la paz evitando la vida. Esto es lo que pretende Valentina, la protagonista de esta novela gráfica, cuando a los 14 años, en el Día de San Valentín (su celebración favorita hasta ese momento), descubre un secreto familiar que le hace llegar a la conclusión de que está predestinada a ser infeliz en el amor. El encuentro con dos bailarines de la Danza del León durante el festival del Têt, el año nuevo vietnamita, le da una nueva esperanza. A partir de ese instante, dispone de un año para encontrar el amor verdadero o entregará para siempre su corazón al espíritu de San Valentín.
Escrita por Gene Luen Yang, responsable también de la excelente "Chino americano" (La Cúpula, 2007), y dibujada LeUyen Pham, "Valentina y el amor verdadero" es una novela gráfica que, bajo la apariencia de sencilla (y predecible) historia de amor adolescente, esconde un rico y complejo entramado de temas como la identidad cultural, dentro de la comunidad asiática en EEUU, el diálogo intergeneracional, para aliviar el peso de ese legado familiar, o la vida espiritual, que en este caso se nutre de un singular y fantasioso sincretismo que surge del cruce de varias culturas.
El amor, ese “amor verdadero” al que hace referencia el título de la traducción castellana, es el hilo que hilvana todas esas cuestiones, pero una vez como lectores nos plantaríamos en una lectura muy superficial si pensáramos que se refiere solo al amor romántico, ya que en el relato son igual de relevantes el amor paternofilial, ilustrado a través de la a veces complicada relación con su padre; la amistad, con la inconstante en el amor Bernice como fiel compañera; la religión, entendida de una manera libre e incluso esotérica, con ese espíritu de San Valentín a modo de fantasma de las Navidades futuras; los lazos con la comunidad, que acaba transformándose en una poderosa ancla para la joven Valentina; y la búsqueda de las raíces culturales, con la vigorosa Danza del León como estandarte. Cada uno de estos aspectos añade una capa de complejidad a la historia, sin que ello resulte en una lectura difícil o confusa. Todo lo contrario, Valentina y el amor verdadero son 350 páginas a todo color que saben a poco, donde Gene Luen Yang, narrador excepcional, y LeUyen Pham, ilustradora de sobrada experiencia, se acoplan y sincronizan como dos auténticos bailarines de la Danza del León.
Estamos ante una novela gráfica de gran valor en su retrato de las comunidades asiáticas en la diáspora. Desde nuestra mirada occidental, tendemos a apreciar las culturas y tradiciones asiáticas como un bloque cultural uniforme. Gene Luen Yang nos sitúa en el centro de la comunidad asiática de Oakland, mostrándonos las diferencias entre la cultura china y la vietnamita, y haciéndonos partícipes, aunque sea por breve tiempo, de las celebraciones del Año Nuevo Lunar. También nos muestra, y esto es importante, el desarraigo de Valentina hacia su cultura, un tema que Deb JJ Lee retrató de manera bella y dolorosa en esa magnífica novela gráfica que es En el limbo (La Cúpula, 2024). Pero si bien en el cómic de Lee el azul de la tristeza es el color imperante, en Valentina y el amor verdadero experimentamos un impresionante abanico cromático, algo que no es de extrañar si tenemos en cuenta el fuerte simbolismo de los colores en el folklore asiático. De hecho, en cada capítulo predomina un color diferente, y vienen precedidos, además, por uno de los doce animales del calendario chino, un detalle que marca el paso del tiempo en el relato y nos va acercando, poco a poco, a la fecha en la que Valentina deberá entregar su corazón para siempre.
Valentina y el amor verdadero es, en definitiva, una historia coming-of-age de crecimiento y aprendizaje, con un tono optimista y un mensaje claro: donde hay amor, sea del tipo que sea, el sufrimiento es inevitable, pero eso también forma parte de nuestra experiencia vital. Una obra donde también resuenan otras voces como Jen Wang, Brenna Thummler, Tillie Walden o las Tamaki. Traduce Rubén Lardín y publica Astiberri, que ha editado esta obra dentro de su Colección Txiquiberri, pensada para un público Young Adult, aunque, como siempre digo, no dejemos que las etiquetas nos frenen a los lectores más adultos o nos privaríamos a nosotros mismos de disfrutar de trabajos tan excelentes como este que, afortunadamente, ha caído en mis manos.

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