Travesti

“Travesti” es una simbiosis perfecta entre la breve novela del rumano Micrea Cărtărescu “Lulu” y la narrativa ilustrada de Edmund Baudoin, uno de los grandes artistas del cómic francés. Pero mejor desarrollemos esta afirmación.

En la novela “Lulu” de Cărtărescu se narra la historia de Víctor, un escritor de éxito que a sus treinta y cuatro años decide hacer un viaje introspectivo para curarse de su obsesión y eterno tormento: Lulu. En “Travesti”, imitando el estilo onírico y “proustiano” del autor rumano, Baudoin nos sumerge en una narrativa siniestra, traumática y atormentada. En este proceso del protagonista, Víctor, que quiere comprender y superar su trauma, los autores nos guían hacia su adolescencia, siempre manteniendo una dualidad paralela con el “yo” adulto del sujeto.

El libro parte de un preámbulo en el que se nos presenta a un Víctor joven de diecisiete años, con grandes aspiraciones literarias, pero que es un marginado, humillado por sus compañeros de clase y que detesta sus conductas. Pero a la vez desea ser parte de este universo que no comprende, que le genera asco y curiosidad a la vez. En una noche de colonias, un compañero de Víctor, Lulu, se viste de chica, y lo fuerza a un contacto sexual. Este momento marcará un punto de inflexión en la vida del protagonista, que mezclará constantemente el sexo y lo erótico, con la pesadilla y las alucinaciones más extravagantes y turbias.

Baudoin, quien siempre se ha caracterizado por su estilo particular, no es artista de cómics o un ilustrador cualquiera. Cada ilustración se diferencia de la siguiente, confluyendo el realismo con los trazos sucios y ásperos. Siempre en blanco y negro y con una alma tétrica, que acompaña insuperablemente lo “terrible” del relato.

“Travesti” es un cómic complejo, que debe ser leído con paciencia. No es obvio y en muchas ocasiones se confunde el pasado con el presente, pues el trauma del protagonista también se cuela en su vida actual. No sabemos hasta qué punto es un libro biográfico de Micrea Cărtărescu ni cuánta realidad hay en sus palabras. Si lo fuera, es un extraordinario ejercicio de sinceridad e introspección y si no lo es, entonces el autor es un narrador superlativo.