Sophie es una perra que llega a una nueva casa en la que un amo generoso tiene un montón de perros. No conoce ni la casa ni a ninguno de los perros, quienes se van presentando hablándoles maravilla de su amo. ¿Por qué no recuerda nada? Mientras va conociendo las costumbres y los nombres de sus nuevos compañeros, recuerda alarmada el rostro de su auténtica dueña. Pero no recuerda dónde está ni cómo ha llegado a esa casa llena de perros simpáticos y un amo tan amable.
Con esta premisa inicial se nos presenta el primer número de la miniserie de cinco números “Stray Dogs” que Image publicó en 2021 recopilados por Norma Editorial más los extras que se publicaron en el día del cómic gratis. En Image ya lo vendieron de buen principio como “La Dama y el Vagabundo” se encuentran con “El silencio de los corderos”, soltando desde un buen principio un montón de spoilers. Como esta crítica es cien por cien spoilers vamos a analizar este planteamiento. Para comenzar, sorprende de donde vienen el guionista Tony Fleecs y el autor total Trish Forstner. No se trata de dos autores conocidos en el comic noir, sino que son los encargados del éxito de la serie de IDW “My Little Pony”, creadores de un tebeo infantil bastante interesante más allá de la explotación de la franquicia. Este concepto de animales dulcificados también lo explota Forstner muy bien en todo el cómic dándole un toque muy cartoonesco Disney a los rostros de los perros protagonistas. Un efecto que crea una dicotomía que funciona bastante bien entre dibujo naíf y relato cruel y terrorífico.
A medida que se va desenredando el misterio de la ausencia de la ama de Sophie, el color se va volviendo cada vez más asfixiante, creando una sensación de horror bastante conseguida aunque los rostros de los perretes sigan siendo bastante Disney a lo largo de todo el relato. Que la acción esté narrada en un plano bajo de vista de perro también ayuda a que la amenaza del nuevo amo sea más potente y gigantesca.
“Stray Dogs” es un cómic que sabe jugar muy bien con la administración de la tensión, como en toda buena obra de terror, es un experimento narrativo bastante llamativo, parecido a “Los animales de Burden Hill” de Evan Dorkin y Jill Thompson, cambiando dark fantasy por psychokiller, y acaba convenciendo por el dominio de Forstner con las expresiones perrunas. Lástima que el resto del acabado del cómic no esté a la altura ni del guion ni del brillante y cartoonesco estudio de personajes.
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