“Regreso al mar” fue la primera serie larga del llorado Satoshi Kon, quien en un texto escrito en 1999 recuerda lo agotador de la experiencia: las entregas de cada uno de los once capítulos eran semanales y el brutal nivel de stress que eso producía en un joven autor que por entonces ya empezaban a mostrar preocupantes problemas de salud, terminaron por enviarle al hospital con una Hepatitis A.
Sin duda el brutal nivel de autoexigencia del director de “Perfect Blue” o “Millenium Actress” tuvo mucho que ver con aquello, y se refleja aún hoy a la hora de analizar este trabajo de juventud para el que tiene palabras muy duras, recordando que al cabo de la tercera semana de trabajo “Regreso al mar” le había arrasado como el tsunami que tiene lugar en sus páginas. Es cierto que su realismo mágico carece del emocionante pálpito que, por ejemplo, Jiro Taniguchi sí ha sabido imprimir a sus obras, y por momentos el hilo argumental se vuelve deslavazado. Pero para nosotros, para los lectores, lo que permanece es una historia de corte fantástico con ecos de leyenda milenaria, muy en la tradición japonesa, y con el nivel de perfección técnica que Satoshi Kon ha demostrado siempre en su obra.
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