Papel estrujado

“Papel estrujado” (Astiberri, 13) es una novela gráfica cargada de emociones, redonda y compleja a la hora de tejer una tela de araña en la que todos los personajes luchan por salir adelante e intentan enfrentarse a una vida que nunca es justa. Su autor, Pep Domingo, prefiere que le conozcamos como Nadar.

“Papel estrujado” es una obra áspera en algunas ocasiones, compleja por lo que tiene de coral y sobre todo cargada de emotividad. “Esta historia me pedía a gritos una estructura compleja para que resultara interesante y transmitiera todo lo que yo quería. Lo más difícil ha sido hacer un relato comprensible a pesar de la pluralidad de tiempos, que confluyeran las tramas justo en el momento adecuado, que no se rompiera su carácter circular, que no perdiera el groove… En fin, ¡todo ha sido muy complicado!”. Pero puedo asegurarles que el resultado vale mucho la pena. De hecho, “Papel estrujado” merece todos los elogios casi tanto como merecía la beca gracias a la cual ha podido convertirse en una realidad de cuatrocientas páginas. Y eso que el embrión eran apenas veinticinco páginas y una sinopsis detallada que Pep Domingo, -a quien conoceremos como Nadar (pseudónimo tomado del fotógrafo francés Gaspard Felix Tournachon)- presentó a la beca bilbaína AlhóndigaKomik. “Nunca pensé que me la darían, pero así fue. El primer problema con el que me topé fue el de tener que convertir aquella sinopsis en un guión decente. Muchos detalles de la historia han surgido por el camino. Ha sido un proceso duro y muy sesudo, pero apasionante. He aprendido cosas muy valiosas y he sufrido mis errores de novato casi a diario”.

Leyendo “Papel estrujado” lo cierto es que uno no encuentra todos esos errores de los que Nadar nos habla. Más bien al contrario, además de un dibujante más que correcto, el autor se nos revela como un excelente narrador. “Sí, me considero primero de todo un narrador. Alguien que imagina y escribe historias o cosas. Igual que lo es una guionista de cine o un novelista. Creo que es algo que hago con bastante soltura porque forma parte de mi identidad. En el lenguaje del cómic, la parte gráfica y narrativa deberían de estar en equilibrio emocional y gráfico, espiritual si se quiere, pero para mí lo más importante es la historia, que es lo que está por encima de todo. La mamá. Cómo se cuente es una cuestión técnica, de decisiones racionales, etcétera. Lo que más me gusta es escribir y dibujar historias. Contar el mundo. De hecho, entiendo el dibujo como una herramienta narrativa, no estática”.

Nadar no ha tenido piedad a la hora de hacer sufrir a sus personajes, quizás con la intención de llevarlos a la redención o sencillamente de descubrir la esencia del ser humano en los peores momentos. “De alguna manera –quizá errónea–, tengo tendencia a pensar que es en la capacidad de las personas para tolerar el sufrimiento (no sólo físico) personal o ajeno, o en la impunidad que mostramos a veces a la hora de desligarnos de nuestras propias decisiones, donde se encuentra una parte importante de nuestra esencia, algo genuinamente humano que impregna nuestro mundo y que participa activamente en sus disfunciones. No es que me guste hacer sufrir a los personajes de manera viciosa, perversa, simplemente me gusta indagar en un dolor que también es (o ha sido) mío, en ver hasta dónde conduce, en cómo se puede gestionar...”.