Okinawa
ComicsSusumu Higa

Okinawa

8 / 10
Joan S. Luna — 29-10-2025
Empresa — Norma Editorial

Lo primero que escucharás o leerás sobre “Okinawa” de Susumu Higa posiblemente sea que debemos sumar este manga a ese clásico que es “Pies descalzos” de Keiji Nakazawa y a “Operación muerte” de Shigeru Mizuki, por lo que respecta a mangas que se centran en acontecimientos reales de la II Guerra Mundial en relación a Japón. Y tómatelo al pie de la letra, porque estas quinientas páginas merecen un lugar destacado en tu estantería.

Ganador del Gran Premio de Artes Mediáticas de Japón en la categoría de manga –en el momento de su publicación, 2010– y nominado al Premio Tezuka y al Premio FIBD Fauve d’Or al Mejor Álbum, Susumu Higa firma una obra en la que el equilibrio entre crueldad y humanismo nos hace entender las guerras tal y como son, con toda su absurdidad y también con su capacidad de sacar tanto lo peor como lo mejor de las personas. Para ello se centra en el archipiélago de las islas Ryūkyū, lo que conocemos como Okinawa, en un momento muy concreto, el que abarca los estertores de la II Guerra Mundial y la llegada de los soldados estadounidenses a aquellas playas, paradisíacas, pero manchadas de sangre e inundadas de sufrimiento y crueldad. Y en los años posteriores en los que hay instaladas bases estadounidenses allí.

Higa es un maestro a la hora de describir situaciones en las que se revela toda esa absurdidad de la que hablábamos, todos esos horrores que conlleva la guerra, todos esos momentos conmovedores que surgen de los humanos en situaciones límite. Para ello, dibuja historias cortas que describen episodios muy concretos, dividiendo la obra en dos partes (“La espada de arena” y “Mabiu”). En la primera, al mangaka no le interesa la guerra en mayúsculas, sino qué sintieron las personas en aquellos momentos, cómo se enfrentaron a acontecimientos en los pequeños pueblos, en las zonas rurales que no pudieron escapar de algo que les superaba y que poco tenía que ver con ellos en realidad. Basándose en hechos reales, Higa pone la lupa en personas que podrían ser de carne y hueso, tanto por la obcecación de unos como por la necesidad de aportar algo paz en un mundo destruido de otros. Más de cien mil japoneses, militares y civiles, fallecieron en la mayor batalla del Pacífico y en los tres meses de asedio y apocalipsis que se vivió allí. Por el camino nos encontraremos con militares que no aceptan la derrota –mejor morir que ceder–, jóvenes que luchan por la paz y son tildados de traidores, pequeñas familias que se esfuerzan por salir adelante en las situaciones más adversas, soldados americanos que resultar ser más comprensivos de lo que solemos imaginar en este tipo de crisis…

La segunda parte supone un salto en el tiempo y también un golpe de timón con el que “Okinawa” pierde algo de su sabor más humanista para tomar un cariz casi más periodístico y describirnos cómo aquellos hechos han marcado el devenir de una tierra que los lugareños amaban más que sus propias vidas. Ese cambio de foco resta algo de emoción a lo que Higa nos ha estado contando, pero también sirve para que seamos conscientes de las secuelas que deja cualquier guerra, y especialmente las más cruentas.

Lo siento, debes estar para publicar un comentario.

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.