Nathanaëlle

Ciento doce páginas que no se leen, se devoran. Si eres amante de la ciencia ficción y de la novela gráfica, aquí tienes un lanzamiento que no te va a defraudar en lo más mínimo. No lo dudes. Aunque de eso ya te habrás dado cuenta tras ver una portada de esas que no se pueden dejar pasar por alto. Si nos ceñimos a la sinopsis, es cierto que la cosa no es para tirar cohetes. Nos encontramos ante mundo que paga las consecuencias de una catástrofe nuclear y que, para variar, se ha visto dividido en dos. Y ahí aparecen los insurgentes, los aspirantes a cambiar lo establecido. Si se están preguntando dónde están los giros de guion que hagan el tema algo original, ya pueden esperar sentados. Directamente no los hay.

Entonces ¿por qué les recomiendo encarecidamente la lectura de esta obra? Pues porque con muy poco Berberian y Beltran consiguen mucho. Y lo hacen con unos personajes cargados de carisma. Empezando por Nathanaëlle, que es quien da nombre al cómic, y que hará las delicias de amantes de robots y ciborgs. No falta, ni siquiera, el compañero cómico, que dé un poco de cancha y sentido de humor a la cosa. Además, teniendo en cuenta el tipo de obra ante la que nos encontramos, que lo mejor sea el aspecto gráfico – la influencia de Moebius es evidente, algo lógico atendiendo a que Fred Beltran colaboró con el colectivo Les Humanoïdes Associés– es un punto muy a favor, y que deja en menor lo previsible del guion. Una muestra más del buen momento que vive el comic europeo.