Dicen de Tony Millionaire que es uno de los tesoros mejor guardados del cómic underground y no seré yo quien diga lo contrario. Con poca cosa publicada en España, la editorial Barrett hace justicia a su trayectoria y legado con esta antología que desde ya debe considerarse imprescindible en las estanterías de todo amante del noveno arte y del humor gráfico en general. Protagonizan sus descacharrantes aventuras autoconclusivas un dueto formado por Don Cuervo –un cuervo de trapo con ojos de botón– y Tío Gabby –un mono hecho de jirones de calcetines remendados–, que sobreviven –o resucitan, porque suelen palmarla a la primera de turno– en un escenario digno de novela decimonónica. Don Cuervo y Tío Gabby, herederos de una larga tradición literaria y luego cinematográfica que responde al tándem picaresco u odd couple satírica con precedentes como el Lazarillo de Tormes o Don Quijote, las buddy movies con el contrapunto de personajes antagónicos pero complementarios, el caldo de cultivo idóneo para malentendidos de toda clase, venganzas malignas y contínuas reconciliaciones, cancanean en una enorme mansión de gente con posibles de los que no sabemos nada excepto que su heredera es una niña llamada Ann Louise, inspirada en la verdadera y adorable prima del autor, que sirve de “contrapunto humano” a estas desventuras tan “animales”.
Con este imaginario entre clásico y canalla, hablándose siempre de usted y con la más absoluta educación –imposible no mencionar el hallazgo del tono justo y certero de la traductora Esther Cruz–, Don Cuervo y Tío Gabby acometen situaciones dantescas entre goletas voladoras, tremendas canciones de piratas y muñecas rotas –o infestadas de hormigas–. Siguiendo una estructura convencional pero con giros muy pop, la resolución de estas short-stories suele tener desasosegantes unhappy endings dignos de Rasca y Pica. El trabajo de Millionaire juega en el filo entre la inocencia del mundo infantil y la gamberrada menos naïve imaginable, un territorio plagado de guiños a Gustavo Doré, Windsor Mc Kay, E.T.A. Hoffmann y el Matt Groening más Looney Tunes (imposible no pensar en Tom y Jerry). Como cantaban The Lovin’ Spoonful: “Do You Believe In Magic?” Volverás a ser un niño leyendo esta joya.
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