La editorial Astiberri recupera “Miedo”, el cómic firmado a tres bandas por David Muñoz, Antonio Trashorras y Javier Rodríguez que, en origen, vio la luz en el año 2003. La obra se rescata en un momento en el que su lectura podría resultar más imprescindible que nunca. Si la serie “Adolescencia” (Netflix, 25) ha vuelto a poner en la picota el tema del bullying, “Miedo” recuerda que el problema del acoso escolar siempre estuvo ahí, al margen de denominaciones técnicas y de que, en la actualidad, las especificidades derivadas de tecnología y redes sociales sumen peso específico.
Una lacra atemporal, en realidad, que aquí se desarrolla en los ásperos comienzos de los ochenta. Los autores materializan la cuestión con una fidelidad tan loable como inquietante en la figura de Raúl y Adrián, dos amigos que sufren de marcada marginación en su colegio. De manera paralela y con idéntica intensidad, Muñoz, Trashorras y Rodríguez reflejan aquella escena concreta de transición en la que los últimos coletazos del franquismo (con el Caudillo ya enterrado) convivían con la recién estrenada Constitución, apuntando al fallido golpe de estado de Tejero el 23F como acto estrella (y, de paso, determinante en la propia acción argumental).
La mezcla entreverada de ese retrato social y político concretado, por un lado, en la figura de los dos escolares y su entorno (padres, profesores –tanto progresistas como bochornosamente autoritarios y retrógrados–, macarras de barrio, abusones o fuerzas del orden) y, por el otro, en el propio momento histórico del país, hacen de la lectura de “Miedo” una experiencia verdaderamente didáctica. Por si fuera poco, marcas, concursos, juguetes, hábitos o dibujos animados de la época cumplen cuando de recrear la ambientación se trata, en forma de sutiles pinceladas tremendamente valiosas (por reconocibles) para todo aquel que ubique el detalle en algún momento dentro de sus propios recuerdos.
“Miedo” es un cómic que evita paños calientes, tan doloroso como su propio título indica, nada sensiblero y sin embargo desgarrador, que sigue luciendo igual de vigente hoy que cuando vio la luz hace más de veinte años. O igual que hubiera lucido en ese 1981 en el que se ubica y que lo hará, seguramente, dentro de otro par de décadas. Un título de obligada lectura que, en esta reedición, se enriquece con dieciséis páginas extras, incluyendo una conversación entre los propios artífices y muestras de esa continuación finalmente nunca concretada que hubiera llevado por título “Metal”.

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