La Plaga

Tras haber dejado el listón muy alto “Como si nunca hubiera sido”, los hermanos gallego retoman su trayectoria en el noveno arte con su novela gráfica más ambiciosa hasta la fecha. Un prodigio que los aúpa al lado de gigantes de nuestro cómic como Paco Roca o Albert Monteys. No es para menos ante semejante despliegue creativo, demarcado por una columna vertebral narrativa forjada en base a una perspectiva muy abierta de lo que podemos entender como thriller psicológico; en este caso, uno que abre la vía lisérgica a través de géneros que van del terror más puro al drama más crudo.

Apoyada en una secuenciación gráfica repleta de soluciones narrativas, las herramientas utilizadas se sirven tanto de un inteligente uso del plano detalle como de viñetas que responden a una visión cinematográfica de la escena.
La integración narrativo-visual concuerda en una misión central: sumergirse hasta los rincones más oscuros de la mente y plasmarlo en un guion que juega perfectamente con la bipolaridad entre realidad y alucinación.

Dicho propósito confluye en una narración que avanza entre escenas en las que lo real se va difuminando en momentos de gran poder onírico, apoyados por textos de poderosa poética espartana y el uso de una paleta de tonalidades que deslumbran en el sentido más literal del término, como si se tratara de una distorsión del trabajo realizado en este sentido por Fredrik Peeters en un cómic tan imprescindible como “Saint-Elme”.

Todas las piezas dispuestas para la ocasión se van integrando en un todo mayor imponente. Un cómic armado en torno a una narración donde las puertas de la mente van dejando entrar toda clase de miedos que no sólo definen la historia de nuestro protagonista, sino que desembocan en una metáfora a escala mayor de las inquietudes de vivir en estado de alerta continuo ante las presiones de un mundo terriblemente alienado desde la aparente normalidad del día a día.
En definitiva, “La plaga” es un triunfo donde forma y fondo confluyen en un estado de armonía a prueba de bombas.